Desde hace algún tiempo, una controversia tiene lugar calladamente en Nicaragua, entre el Gobierno, que oficialmente ha prohibido el uso de los drones y el sector privado que ha visto en los drones un sinnúmero de aplicaciones prácticas en la agricultura, construcción de infraestructura y desarrollos urbanos, promoción del turismo, o simplemente, la filmación de eventos culturales, deportivos y sociales, desde la perspectiva y dimensión única, que da la altura.
Los drones son pequeños artefactos guiados a control remoto que vuelan como los helicópteros con cámaras de video o fotográficas y se impulsan con una serie de hélices acopladas a motores y baterías, lo que les permite gran maniobrabilidad.
En el mundo moderno, cambiante, los drones realizan desde el aire todo tipo de tareas, que van desde la inspección de las torres eólicas, hasta la inspección y control de cultivos, así como infraestructura rural, promoción turística, cuido del medioambiente, labores de rescate y antiterrorismo.
Los drones se elevan sin hacer ruido ni quemar combustible, donde se elevan los helicópteros, con la ventaja que de sufrir algún percance, no exponen vidas humanas. Así es que pueden tomar riesgos, que no tomarían vuelos tripulados, todo lo cual los hace infinitamente más económicos que un helicóptero.
Hay drones grandes que se usan para labores de fumigación a una fracción del costo que cobran las compañías fumigadoras, ya sea de aviones o helicópteros, ello los hace muy atractivos porque reducen los costos de producción.
Mientras en todo el mundo, los países experimentan una revolución tecnológica, siendo los drones uno de los elementos que han cambiado el panorama, en Nicaragua, extrañamente son prohibidos, seguramente por la idea peregrina de que pueden ser usados para el espionaje, o para algún atentado.
No puede ser que todo el mundo esté equivocado con el uso de los drones y que solo Nicaragua esté en lo correcto prohibiendo su uso. La única explicación es que en su paranoia oficial, las autoridades de El Carmen temen a algún sofisticado dron como los que vemos en las noticias o en las películas de James Bond.
Ciertamente los hay también altamente sofisticados, capaces de realizar atentados, pero en cualquier caso, quien sea que los vaya a usar, no va a pedir permiso de introducción al país, o a pagar los impuestos de introducción a la DGA.
El uso de estos inofensivos artefactos voladores, que más bien podrían salvar vidas, se puede normar, tal como lo hacen otros países, estableciendo “no fly zones” o sea, zonas donde su uso está estrictamente prohibido, o zonas de seguridad. Aparte de Nicaragua, los drones están prohibidos en Corea del Norte, Cuba y Rusia.
Los drones han sido usados clandestinamente en Nicaragua, realizando videos de promoción turística, desarrollo urbanístico y supervisión de construcción de edificios verticales. Algunos drones están equipados para el rescate con un espacio para llevarle a una persona perdida o que cae en un precipicio, un equipo de comunicación, como a los exploradores que se fueron dentro del cráter del volcán Masaya.
También hay aplicaciones prácticas de los drones en obras de infraestructura vial, en inspección de torres de transmisión eléctrica y torres eólicas, que ahorran costos y exposición de vidas humanas al peligro. Hasta para la pesca se han encontrado aplicaciones sorprendentes, ya no digamos para la diversión, el surf y los deportes extremos relacionados con el turismo.
Mike Healy, presidente de Upanic, sostiene que “los drones son un avance tecnológico muy necesario para bajar costos y hacernos más competitivos a nivel internacional ante la desgravación de DR-Cafta, ya que hay varios cultivos que tienden a desaparecer por la falta de competitividad”.
La propaganda negativa que recibe Nicaragua por la prohibición de los drones seguramente está afectando el turismo, que irónicamente promueve. Un turista norteamericano trajo inadvertidamente su drone “DJI Mavic Pro” a Nicaragua, este le fue incautado en el aeropuerto, le dieron un ticket para reclamarlo al salir y le cobraron por “almacenaje e impuesto de importación”, a pesar de que nunca lo utilizó. Su video publicado en YouTube apenas el 8 de mayo se ha vuelto viral, al momento de escribir este artículo ya tiene 69,240 visitas.
El autor es periodista, exministro de Turismo y exdiputado.