La semana pasada Ortega reaccionó a la aprobación de la Nica Act en la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de los Estados Unidos (EE. UU.) “elevando la parada” con lo que yo califico de una reacción populista, infantil y temeraria, al enviar de urgencia a la Asamblea Nacional un proyecto de ley que fue aprobado sin demoras, como era de esperarse, para reactivar la demanda a dicho país en la Corte Internacional de Justicia por los daños causados en la guerra de los años ochenta por su apoyo a la Resistencia Nicaragüense.
El monto de la demanda que en 1986 el Gobierno calculó en 17,000 millones de dólares, con los “intereses moratorios” está calculada ahora en 50,000 millones de dólares, es decir, que cuando pague esta colosal suma de dinero el Gobierno de los EE. UU., Ortega podrá emprender el proyecto del Gran Canal sin la ayuda del olvidado empresario chino Wang Jing.
En el debate de la “Ley de Defensa del Patrimonio Nacional” —irónicamente así se llama dicha ley, como si ya los tuviéramos en la bolsa porque es parte del patrimonio y alguien nos lo está quitando—, el jefe de bancada del orteguismo Edwin Castro brilló en su justificación populista al afirmar que dicha indemnización era para entregársela a los lisiados y veteranos de guerra. Ya en otra memorable ocasión, haciendo gala de su disparatada creatividad, Castro justificó la compra de tanques T 72 diciendo que eran “para combatir el narcotráfico”.
En el caso hipotético y sumamente improbable, que la Corte Internacional de Justicia de La Haya acepte la reactivación de la demanda que el Estado de Nicaragua desistió formalmente en 1991 y que los EE. UU. acepte la jurisdicción de La Haya en dicha demanda, que no aceptó en los ochenta y que además pague a Nicaragua 50,000 millones de dólares (los 17 mil que calculó Nicaragua en 1986, más intereses moratorios de 31 años), la indemnización ya tiene dos destinos: si Ortega no los invierte en el Gran Canal, se los reparte a los lisiados de guerra y todos ellos quedarían multimillonarios.
Es populista en extremo, porque todos sabemos que esto jamás va a ocurrir, entonces es jugar con ilusiones y confrontar con realidades. Es infantil porque no es una reacción seria de un estadista, sino de un niño que juega a la guerra y vuelve a tener la recurrente idea de que David vencerá a Goliat “con una pistola de palo”, como dijo un destacado jurista experto en derecho internacional.
Los únicos fondos del Patrimonio Nacional que se van a mover, son los que van a salir del mismo para pagar los costos legales y los que podrían devenir para el país en este esfuerzo inútil de confrontarnos gratuitamente, con nuestro principal socio comercial reviviendo viejas heridas del pasado.
Tenemos pues claramente dos ingredientes de la reacción. Veamos el tercero: es también una reacción temeraria, a la luz del escenario internacional en que el gobierno de Ortega está llevando a Nicaragua, al encadenar su suerte a la de Venezuela, que no hace falta ser un oráculo para saber que no acabará bien.
La iniciativa de reanudar la demanda en La Haya y el encadenamiento a la suerte de Venezuela ocurre mientras el gobierno de los EE. UU. y la comunidad internacional amenaza con aplicar duras sanciones económicas por la inconstitucional constituyente convocada por Maduro el domingo pasado que ha costado al país sudamericano más de 125 muertos, 2,000 heridos y unos 500 presos políticos.
El politólogo Bosco Matamoros lo puso en una frase: “Es una acción que está cargada de retórica que no le conviene al país. Somos un país dependiente, vulnerable. Esto más bien acelera la aprobación del Nica Act”.
Con un presidente como Trump políticamente acorralado con el escándalo ruso, de carácter y acciones impredecibles, un congreso estadounidense dominado por los republicanos, y un pequeño país con un gobernante desafiante, que además se alinea con la persona más desprestigiada del continente americano, las acciones de Ortega son de corte temerario y tristemente podrían acarrear graves consecuencias para todo el país.
El autor es periodista, exministro, exdiputado y fue miembro del Directorio de la Resistencia Nicaragüense