¿Usted quiere una garantía para irse al cielo, sin antes hacer bien las cosas en la tierra? No hay garantía para irse al cielo, el cielo se gana haciendo bien las cosas en la tierra y no esperando a que le entreguen un pasaporte visado para irse derechito y sin obstáculos hacia el cielo.
Me decía Donald Castillo Rivas, luego que lo llamé para felicitarlo por su brillante artículo publicado el pasado viernes 11 en LA PRENSA, bajo el título ¿Es legítimo participar en elecciones?, que quienes se han vuelto los oráculos de la tragedia política nicaragüense, cuando dicen que no hay condiciones para participar en las elecciones del 5 de noviembre “están poniendo el parche antes de que salga el grano” y que lo que afirman en sus pronósticos es una “perogrullada”.
Pues bien, busqué en el diccionario el significado esta conspicua palabra, que confieso, no está registrada en mi “disco duro” y encontré lo siguiente: “Afirmación de veracidad y certeza tan evidente, que resulta boba”; en otro: “Afirmación que resulta superflua o simple por encerrar una verdad muy evidente”.
¿Era evidente o no en el 2016, que no habían condiciones electorales para unas elecciones justas, transparentes y observadas? El llamado a la abstención era más que justificado entonces, cuando no había la observación electoral de la OEA, que ha sido acordada y anunciada para las elecciones municipales de noviembre próximo.
Sin embargo, los grupos opositores hoy agrupados en el FAD-MRS iban a participar dentro de la Coalición Nacional por la Democracia y algunos dirigentes incluso habían negociado y tenían garantizadas sus diputaciones en posiciones ganadoras.
No participaron porque en medio proceso electoral, cuando ya con los candidatos a la Presidencia y diputados de la coalición estaban seleccionados, el 8 de junio nos quitaron la casilla del PLI y se la entregaron en bandeja de plata a Pedro Reyes, quien terminó hundiendo al PLI.
Poco después, un 29 de julio, nos despojan arbitrariamente de nuestras diputaciones por no rendirle pleitesía a Pedro Reyes, pero el caso es que los que hoy dicen que no hay condiciones electorales y denuncian desde ya “irregularidades” iban a participar entonces en un proceso que ni siquiera tenía, según las encuestas, lo que era la mayor demanda de los nicaragüenses para garantizar la transparencia: la observación electoral.
Entonces, como bien dice Castillo, quien es el jefe de campaña del candidato a la Alcaldía de Managua del doctor Mauricio Mendieta por el partido Ciudadanos por la Libertad, resulta una “perogrullada” la afirmación cotidiana de que no hay condiciones. Las condiciones se crean o se forjan con sacrificio, trabajando con ahínco, no las van a dar servidas en bandeja de plata. No hay pasaporte visado para el cielo.
Esta vez yo sí voy a votar y por eso fui a verificarme el viernes pasado a la Escuelita de Santo Domingo y a pesar de que la escuelita estaba cerrada, el guarda me abrió el portón para que pudiera entrar y proceder a verificar a toda mi familia.
La lista o padrón estaba pegada detrás de un vidrio en una de las aulas para protegerla de la lluvia, y el padrón pasivo, donde figuran los que no han votado en las últimas dos o más elecciones, el listado en amarillo, era más pequeño que el activo, en blanco. Sí me llamó la atención, que aún aparece en el padrón activo mi cuñada Maribel Urcuyo (q.e.p.d.), quien falleció hace dos años.
¿Qué pasará si los pronósticos de los oráculos de la tragedia fracasan y tenemos unas elecciones municipales limpias, debido al entorno internacional y a la observación de la OEA y si la oposición se alza con un número considerable de alcaldías?
El llamado a la abstención ciertamente era justificado en el 2016, después que le arrebataron a la oposición su vehículo electoral, pero no ahora, a menos que quienes la promueven, tengan una alternativa mejor que el voto, para quitarle el poder al régimen de Ortega.
Entonces, quienes han decidido no participar, quizás porque no se organizaron para hacerlo, tienen que conformarse, como metafóricamente me dijo Donald Castillo con el papel de un doctor “que pone el parche antes de que salga el grano”.
El autor es periodista, exministro y exdiputado.