CARTAS DE AMOR A NICARAGUA
Querida Nicaragua: fue en el año 1942 cuando el general de División don Anastasio Somoza García visitó Ciudad Segovia (Ocotal), ocho años después del asesinato de Sandino cuyo director intelectual fue el propio general con un grupo de sus secuaces.
Yo tenía 11 años y a los alumnos de primaria de la Escuela de Varones nos llevaron al hermoso templo parroquial ocotaleano, formando en la nave central dos filas de estudiantes vestidos de blanco y con un pañuelo azul y blanco al cuello para dar la bienvenida al visitante.
Somoza llegó dificultosamente hasta el río Coco donde no había puente pero como era verano se pudo pasar bien. Un grupo de hípicos esperaba al general que entró al pueblo en medio de arcos triunfales y los aplausos del público que salía de sus casas para verlo y gritarle vivas al “pacificador de las Segovias”, tal como solían llamar al presidente Somoza García.
Sin ser fiestas patrias el pueblo se llenó de banderas de Nicaragua en todas las casas, en las pudientes de seda y bordados, en las humildes se veían banderas de telas baratas y en las más pobres banderitas de papel de la china o papelillo como le llamaba la gente. Pero el pueblo se veía hermosísimo adornado con la bandera azul y blanco de la patria.
Esta demostración de respeto por los símbolos patrios se observaba también en el pueblo los días previos al 14 y 15 de septiembre, y los alumnos de quinto grado sabíamos distinguir las dos festividades: la Batalla de San Jacinto el 14 de septiembre de 1856 y el Acta de la Independencia firmada en Guatemala en 1821.
Hoy los tiempos han cambiado. La inmensa mayoría de los muchachos y muchachas que van en los desfiles no saben qué estamos celebrando. Algunos de ellos, al ser entrevistados han dicho que nos estamos liberando de Cuba, otros dicen que de los Estados Unidos, no conocen los nombres de nuestros grandes intelectuales que participaron en las deliberaciones sobre la independencia que logramos del Imperio Español para comenzar a ser países libres y soberanos. Pero peor que todo esto es la indiferencia manifestada por el gobierno en este sentido.
A nadie del gobierno parece importarle que la juventud no conozca su propia historia, que haya un irrespeto constante a la bandera azul y blanco de la patria y se prefiera colocar la bandera del partido político del gobierno. Muchos nos dimos como tarea ir contando las casas que exhibían la bandera azul y blanco. Prácticamente hubo algo así como una protesta muda, una protesta que contrastaba con los años anteriores cuando en todas las casas, hasta en las más humildes había a la vista una banderita azul y blanco demostrando el respeto a los símbolos patrios y el amor a la patria y a la soberanía nacional.
Banderas rojinegras sí vemos, pero no en las casas particulares, las vemos en edificios públicos, en manifestaciones partidarias del gobierno, banderas rojinegras por montones, pero no en el pueblo, no en las casas de los obreros, mucho menos en las casas miserables de la pobretería que no las quiere ni regaladas. El pueblo está gritando su protesta. Antes, de cada cien autos, por lo menos setenta llevaban su banderita azul y blanco. Hoy de cada cien apenas tres o cuatro llevaban la banderita de la patria, la azul y blanco.
No hay duda de que el pueblo tiene sus maneras de protestar, la ausencia de la bandera azul y blanco es un grito de protesta, porque antes de este terremoto político que nos ha caído encima Managua entera, para los días patrios, se vestía de azul y blanco, sentía el orgullo de ser libre y soberana. Los psicólogos sociales, que los hay y muy brillantes, pueden decirnos mucho al respecto. ¿Por qué nuestro pueblo ha perdido la costumbre de colocar en las puertas de sus casa, durante los días patrios, nuestra bandera azul y blanco?
El autor es gerente de Radio Corporación, fue candidato a la Presidencia de la República en 2011