Hace poco leí en una revista especializada sobre tabaco, una entrevista con uno de los fundadores de esta industria en Nicaragua y actualmente de las más exitosas a nivel mundial.
Sus declaraciones aunque breves me motivaron a escribir este artículo por cuanto su sencillez obliga a retomar algunos conceptos que él consideró esenciales en el desarrollo de su éxito y los resumió en tres: respeto a los valores familiares, el agradecimiento y la humildad.
Reflexiono sobre el primero y trato de analizar si este principio se mantiene en nuestra generación y las subsiguientes donde el respeto y la admiración a nuestros padres eran parte íntima de nuestro ser, donde la palabra valía más que los documentos escritos, donde privaba la honestidad, la integridad, la honradez, y el espíritu de servicio.
En mi largo camino del periodismo he conocido abuelos, hijos y hasta nietos de muchos de los políticos y empresarios actuales y pienso sobre quienes se aferran a estos valores y quienes tiraron por la borda los mismos, especialmente en el campo político minado por la más diversa fauna de ejemplares de la sobrevivencia o el parasitismo.
Sobre el agradecimiento, decía el entrevistado que nunca olvides al que un día te dio la mano. Esta virtud está cada día más alejada de las nuevas generaciones cuya memoria de corto plazo no recuerda quiénes en los momentos más difíciles estuvieron a su lado.
Y aunque pareciera reiterativo el peor ejemplo es en la clase política al observar jóvenes imberbes que crecieron bajo la protección y el apoyo de maestros de esta ciencia y luego terminaron echando al lastre este principio.
Según un artículo de Harvard Mental Health Letter, “la gratitud está íntimamente relacionada con la felicidad. Quienes son agradecidos experimentan sentimientos más positivos, disfrutan de los buenos momentos, tienen mejor salud, enfrentan mejor las dificultades y forjan buenas amistades”.
Sobre el tercer principio, habla de la humildad. Palabra que parece haberse ausentando de nuestros corazones.
Observamos en las tragedias recientes que mientras los millonarios emigraban de las zonas afectadas utilizando sus aviones privados y sonriendo al lado de sus mascotas, otras personas ofrendaban sus vidas en los rescates y miles aun continúan sin techo, pan y agua porque muchos corazones se han petrificado o encapsulados en el chip de la indiferencia .
La humildad es parte intrínseca del ser humano y no tiene nada que ver con la forma de vestir, de comer o la forma cotidiana de transportarse.
Como dice la Biblia: “Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios”.
Cuantos ejemplos es posible relatar a favor o en contra de estos tres principios de vida porque a diario los vivimos, leemos, conocemos, observamos, admiramos o rechazamos en nuestro entorno privado o ampliado y a través de los medios, redes sociales o testimonios podemos valorar hasta que punto los conceptos del personaje al que me refiero, aun perduran en una sociedad cada vez masa alejada de los valores cristianos.
Una afirmación del entrevistado y que no la incluyó dentro de estos conceptos fue “nunca mezcles los negocios con la política”.
En su caso, varias veces los dictadores de turno intentaron convertirse en sus socios y los rechazó y la razón fue clara: ¡es incompatible!
Casi medio siglo después los tres conceptos enumerados por el personaje señalado continúan siendo válidos, pero quizás ahora serían cuatro y en la actualidad el último podría destruir los tres primeros.
El autor es docente de ciencias políticas y periodista.