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Cuarta de 12 razones por las que Nicaragua debe decir no a los cultivos transgénicos

Los cultivos transgénicos no están destinados a alimentar al mundo; sólo existen cuatro rubros: soya, maíz, algodón y canola, asignados principalmente para la alimentación animal, el biocombustible y la producción de fibras textiles.

4. Amenaza a la economía familiar y nacional con patentes y privatización de seres vivos

Los productores y productoras que compren semillas transgénicas no serán dueños de las semillas que ellos mismos cosechen por estar patentadas, y no podrán guardarlas ni sembrarlas nuevamente, por lo que tienen que volver a comprarla en cada nuevo ciclo de siembra, advierte Blanca Landero productora agroecológica de Chinandega y vocera de la Alianza Semillas de Identidad (ASI).

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“Incluso si un maíz criollo es contaminado por el polen de un maíz transgénico, el productor víctima de esta contaminación puede ser acusado y demandado por las grandes empresas dueñas de la variedad transgénica contaminante, por hacer uso de ese recurso que tiene dueño. Esto ya ha sucedido en los países donde se autorizó la siembra de transgénicos, afectando gravemente a la economía campesina y nacional”, puntualiza Landero.

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Monopolio

Es fundamental fortalecer la aplicación y ejecución de leyes, políticas, programas y proyectos nacionales vinculados con la agricultura y la alimentación, para contrarrestar y frenar el crecimiento y el control que los grandes monopolios corporativos transnacionales ejercen sobre la producción y la alimentación a nivel mundial.

Los cultivos transgénicos no están destinados a alimentar al mundo; sólo existen cuatro rubros: soya, maíz, algodón y canola, asignados principalmente para la alimentación animal, el biocombustible y la producción de fibras textiles. Además, “no está comprobado que sean resistentes al cambio climático ni adaptados a las diferentes zonas agroecológicas”, comenta Juan Carlos Mora, productor agroecológico de Carazo y vocero de la Alianza Semillas de Identidad.

Edgard Cabrera, productor agroecológico de Nandaime (Granada) y vocero de la ASI señala: “Si entran las semillas transgénicas tendríamos que pagar licencia anual para poder sembrarlas de nuevo, creando dependencia y altos costos productivos insostenibles para nosotros como productores”.

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