Después de varias negociaciones entre la Resistencia Nicaragüense, el gobierno sandinista de los años ochenta y el nuevo gobierno de Violeta Barrios en 1990, la Contra entregó sus armas. Este proceso de desmovilización y desarme inició con la entrega de armas del jefe del estado mayor de la Contra, Israel Galeano, conocido como Comandante Franklin, en San Pedro de Lóvago, Chontales.
“No teníamos la ayuda militar de antes, ni los recursos en medicina, los combatientes andaban descalzos (…) y la base social campesina que nos ayudaba no tenía la forma de continuar haciéndolo; la Resistencia tuvo que escoger la desmovilización en las formas impuestas por los acuerdos”, le dijo Óscar Sobalvarro, conocido como el Comandante Rubén, a la periodista Raphaële Bailen un reportaje de LA PRENSA.
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Según datos del Ejército de Nicaragua, durante el proceso de desmovilización se destruyeron 17,883 armas, que incluían 14,883 fusiles, cuatro ametralladoras, 1,265 lanzagranadas, 134 morteros, 138 minas de todo tipo, 112 misiles antiaéreos, 1,310 granadas de mano y 5,458 pertrechos militares. Y entre julio y octubre de 1990, se repatriaron 13,263 nicaragüenses: 13,147 desde Honduras y 116 desde Costa Rica.
Muchos de los miembros de la Resistencia Nicaragüense no entregaron sus armas y se formaron los grupos de rearmados, especialmente en la zona del norte del país. Por ello, se crearon Batallones Especializados de Desarme (BED) para que estos entregaran las armas. Domingo le muestra en imágenes cómo fueron esos años en los que Nicaragua enterró las armas con la promesa de recuperar la paz.
La Comisión Internacional de Apoyo y Verificación de la Organización de Estados Americanos (CIAV-OEA), la Organización de las Naciones Unidas para Centroamérica (Onuca) y la Comisión de Verificación presidida por el cardenal Miguel Obando y Bravo fueron los organismos que se encargaron de la observación del desarme y desmovilización de la Resistencia Nicaragüense en los años noventa.
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El 2 de abril de 1990, la presidente electa Violeta Barrios durante una reunión con delegados de la Organización de las Naciones Unidas para la Verificación de Elecciones en Nicaragua (Onuven) y organizaciones de paz, quienes buscaban un acuerdo con miembros de la Resistencia Nicaragüense. LA PRENSA/ ARCHIVO
El desarme duró casi una década, pues los miembros de la Contra se negaban a entregar las armas porque el Gobierno no cumplía con los acuerdos. Entonces se crearon grupos armados que se hacían llamar los Recontras. También se crearon los Recompas, cuando los rearmados eran exsoldados sandinistas inconformes y los Revueltos, cuando los grupos eran integrados por exmiembros de ambos bandos. Esta fotografía fue capturada el 21 de junio de 1997, cuando un grupo de rearmados que estaban bajo el mando del Comandante Chispa entregaban sus armas en zona de El Ayote. LA PRENSA/ ARCHIVO
Según datos estadísticos del Ejército de Nicaragua, entre 1991 y 1994, se desmovilizaron a 25,419 rearmados y se destruyeron 15,450 armas y 14,943 explosivos. LA PRENSA/ ARCHIVO