El masaje kobido, el secreto de belleza de las emperatrices japonesas, se ha convertido en un nuevo lifting facial que no requiere cirugía.
Cuenta una antigua leyenda que en Japón, allá por el siglo XIV d.C., los samuráis recibían el masaje kobido al volver de las batallas para potenciar la fuerza interior y calmar el espíritu. Esta técnica, que trabaja los músculos faciales mediante maniobras con las manos, llegó a oídos de una emperatriz nipona quien descubrió que además de relajante también servía para mejorar y ensalzar la belleza, y la ocultó del mundo para convertirla en el secreto de belleza de la realeza.
“El masaje kobido trabaja 24 puntos faciales con distinta intensidad mediante 47 maniobras diferentes”, explica Felicidad Carrera, directora del centro que lleva su nombre. Los movimientos en el cuello, rostro y cuero cabelludo producen una profunda relajación y alivio de dolores y molestias, atraen una gran cantidad de oxígeno a la piel, “lo cual produce la eliminación de toxinas y de células muertas”, añade Felicidad Carrera.
Sin contraindicaciones
Los nutrientes pueden entonces llegar libremente a las áreas donde se necesita y al mismo tiempo incrementar la capacidad de regeneración celular. El masaje Kobido también combate la migraña o el dolor causado por el bruxismo. “Y resulta perfecto para aquellas personas que no quieran o puedan someterse a tratamientos de rejuvenecimiento con tecnología”, indica la experta en belleza Felicidad Carrera.
El masaje kobido permite hacer un tratamiento a medida, “específico para cada persona”, explica la esteticista Carmen Sánchez de Llongueras, quien apunta que durante el masaje se trabaja el rostro, cuello, y cabeza.
El masaje kobido no tiene contraindicaciones, “pero no debe practicarse en personas que tengan la piel irritada o inflamada”, indica Carrera.
Esta técnica japonesa comienza con una limpieza facial profunda y después se procede a realizar una “estimulación sobre los 24 puntos neuro-vasculares del rostro mediante rotaciones en cada uno de ellos y bombeo”, detalla Carrera.
Posteriormente, se trabaja el rostro con movimientos suaves dando elasticidad a la piel con pases largos. Cada zona de la cara se estimula durante un período de minuto y medio aproximadamente.
“En este paso se realiza el estiramiento de la piel aumentando la velocidad de los dedos hasta un ritmo máximo, sin provocar dolor para suavizar los surcos”, explica Carrera. En la última fase del masaje kobido se presionan los puntos de la cabeza con los que se combate el estrés y dolores musculares.
Camino de la belleza
Kobido significa “antiguo camino de la belleza”, explican desde el centro Escape Madrid, centro que comienza el tratamiento retirando la suciedad de la piel con un limpiador orgánico que elimina las impurezas y equilibra el pH de la piel.
“Las diferentes manipulaciones que se hacen durante las sesiones de kobido estimulan profundamente los canales energéticos del cuerpo para lograr esa armonía entre salud y belleza”, explica la directora de Cosmeceutical Center, Inmaculada Canterla.
“Esta técnica ayuda a liberar la energía y la tensión bloqueada en los músculos faciales y en el cuello”, explica Paz Torralba, directora del centro de belleza The Beauty Concept. Además, el masaje kobido estimula los nervios faciales alcanzando las células de la piel para incrementar la circulación sanguínea, “distribuyendo nutrientes y eliminando las toxinas, impurezas y células muertas de la piel”, cuenta Paz Torralba.
Torralba aplica sueros personalizados con ingredientes activos puros como oligoproteínas, minerales, placenta, algas marinas, ácido hialurónico o colágeno, un alimento que la piel necesita en función de la estación o de su patología.
“Suelo utilizar aceite de aguacate o de avellanas en las maniobras de kobido para reparar el tejido, reducir el proceso de envejecimiento”, añade Paz Torralba.
Más beneficios
Desde la primera sesión de kobido, ya se notan resultados en el rostro, las expertas aseguran que este masaje no tiene ningún efecto secundario.
Con esta técnica se estimula a nivel profundo la producción de colágeno, dando como resultado un óvalo facial más relajado, tonificado y elástico.
El kobido también produce bienestar interior.