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Luis Sánchez Sancho, editorialista de LA PRENSA. LA PRENSA / Carlos Valle.

Luis Sánchez Sancho, editorialista de LA PRENSA. LA PRENSA / Carlos Valle.

Luis Sánchez Sancho: “Esta es una dictadura, sin términos medios”

Luis Sánchez Sancho, exdiputado y editorialista de LA PRENSA formado en la Unión Soviética, analiza la Asamblea Nacional actual y las soluciones de Nicaragua para ser una democracia.

Antes de ser el autor de la página editorial de LA PRENSA, el periódico más importante de Nicaragua, Luis Sánchez Sancho fue miembro del Partido Socialista Nicaragüense. Formado en la Unión Soviética, él luchó contra la dictadura de los Somoza y por ello cayó preso y fue torturado.

Con el triunfo de la revolución sandinista ocupó un puesto en el Consejo de Estado entre 1980 y 1985, fue diputado por el Partido Socialista entre 1985 y 1990, y fue diputado por la Unión Nacional Opositora (UNO) entre 1990 y 1996.

El 25 de febrero de 1990, cuando Violeta Barrios le ganó a Daniel Ortega en los comicios presidenciales, “fue un día glorioso, hermosísimo”, en palabras de don Luis. Ahí comenzó la mejor época política que él vivió, pero su momento álgido profesional, asegura, es ahora, desde el puesto que ocupa en LA PRENSA. Cada día redacta el “cerebro” del periódico, ha dicho.

Usted fue diputado de 1985 a 1996. ¿Cómo valora la Asamblea Nacional en 2018 y los personajes que están en ella?
Primero te voy a decir algo que me dijo una señora que trabaja en la Asamblea Nacional desde hace mucho tiempo. Creo que está ahí desde 1985, cuando se instaló ya la Asamblea Nacional con funciones constituyentes. La encontré por casualidad y me dice: “Don Luis, ¡nada que ver la Asamblea de hoy con cómo era en aquella época! Aquellas discusiones, aquellos debates de altura, el respeto que había… Ahora eso está arruinado”. El lenguaje de los sandinistas siempre fue duro con la oposición. Yo representaba un partido aliado al Frente Sandinista, el Partido Socialista, pero nuestra línea era definida como “apoyo crítico”. Respaldábamos el proceso revolucionario, pero nos reservábamos el derecho de criticar todo lo que considerábamos criticable. Y esa línea la llevaba yo al Consejo de Estado, entonces eso provocaba reacciones muy fuertes de parte de los diputados sandinistas, que eran muy duros en su discurso, en su planteamiento. Sobre todo al atacar al adversario. En el período de la Constituyente igual, pero sin llegar a las bajezas que he visto ahora.

Ahora los referentes que tenemos son Byron Jerez, Wilfredo Navarro, María Fernanda Flores, Edwin Castro, que incluso es catedrático de Derecho en la Universidad Centroamericana…
¡S! Es un maestro de Derecho Constitucional (ríe) ¡Los contrasentidos!

Estos personajes se sientan donde usted se sentó.
Ese es un distintivo de esta Asamblea Nacional. Una característica que tiene esta Asamblea es que los sandinistas no se ocupan de atacar los planteamientos de la… Oposición, llamémoslo así. Más que todo del PLC. Ponen a dos personas que no son formalmente del Frente Sandinista, que son sus aliados, Byron Jerez y Wilfredo Navarro, que además vienen del PLC. Y dice el dicho que no hay peor cuña que la del mismo palo. Ellos conocen todos los secretos del partido. Entonces ellos atacan a los diputados del PLC y se ensañan con la esposa de Arnoldo Alemán.

Y hablamos en el caso de Jerez de gente que ha sido investigada por corrupción y ni siquiera ha sido absuelta sino sobreseída. No se pudo demostrar que era inocente.
Claro, claro, claro. Todos ellos son parte de este entramado de corrupción. Pero de igual manera Daniel Ortega, frente a la acusación de Zoilamérica (acusación de violación de su hijastra), no se demostró que él era inocente. No quedó claro que era inocente. Fue sobreseído simplemente porque de acuerdo con la Ley, prescribió la penalidad del delito, pero nadie le dice nada.


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¿Qué solución tiene Nicaragua para volver a la democracia?
Hay una tesis general que ha planteado el secretario general de la OEA, Luis Almagro, que en la Latinoamérica actual, de las dictaduras se sale únicamente por elección. Que ya pasó el tiempo de las insurrecciones armadas, las guerrillas y los golpes de Estado. Eso como línea general a mí me parece correcto. Y creo que eso en Nicaragua es posible. Salir de Daniel Ortega por medio de elecciones. Siempre y cuando haya elecciones básicamente libres como las que hubo el 25 de febrero de 1990.

¿Y usted cree que puede haber elecciones como esa?
Pues sí se puede volver. Si se reúnen las circunstancias y condiciones que hagan posible esa coyuntura, se puede.

¿Esa es la razón por la que Luis Almagro es duro con Venezuela pero digamos blando con Nicaragua, porque ya está tratando de negociar esa salida como la que usted me habla?
Luis Almagro a mi juicio considera que lo de Nicaragua está en ciernes. Él está claro que hay un régimen autoritario, pero no propiamente una dictadura como la de Venezuela. En Venezuela lo que hay es un cáncer que salió e hizo metástasis. Incluso crímenes de lesa humanidad, una crisis humanitaria espantosa. En el caso de Nicaragua es muy diferente. Yo estuve en una reunión con Luis Almagro en octubre de 2016 en Miami. Un foro sobre la situación de Venezuela y Nicaragua. Y aunque él se marchó y no habló en el capítulo de Nicaragua, en los corrillos él expresó la idea de que a Nicaragua hay que prestarle atención, pero que no es caso grave. Y entonces es como el médico, que atiende preferentemente a la persona que está peor. Tiene la misma enfermedad, pero en un mayor grado. Él cree que resuelto el problema de Venezuela, se resuelve el problema de Nicaragua. Y es que es sencillo. Resolver el problema de Nicaragua es sencillo: basta que haya elecciones limpias, libres, competitivas, verificadas internacionalmente.

¿Cree que ganaría Daniel Ortega?
¡Si gana, gana! Esa es la democracia. Si gana limpiamente que gane. Que vaya a cumplir su período y que luego de su período vuelva a exponerse en otra elección.

En los años 80, cuando la revolución sandinista, ¿eso fue una dictadura?
Bueno, los mismos sandinistas lo definían como una democracia revolucionaria. Jaime Wheelock dijo que era una dictadura democrática.

¿Existe mayor contradicción que era?
Una contradicción en los términos, pero bueno, la dialéctica marxista leninista resuelve cualquier contradicción. Entonces sí, el proyecto de la revolución sandinista era construir una Nicaragua igual que Cuba. En 1984, cuando el Frente Sandinista decidió por fin convocar a elecciones, en Semana Santa de ese año 84, Bayardo Arce llegó a un congreso del Partido Socialista Nicaragüense, yo lo invité, para que nos explicara cuál era la línea y la proyección que tenía el Frente Sandinista a partir de esas elecciones, entonces Bayardo dijo en ese cónclave: “El régimen sandinista es la dictadura del proletariado en las condiciones de Nicaragua”. Era un discurso privado, no un evento público, sin embargo se filtró. Fue publicado el discurso íntegro por La Vanguardia de España. Si usted va a la hemeroteca de ABC, ahí está ese discurso de Bayardo Arce.

Luis Sánchez Sancho, editorialista de LA PRENSA. LA PRENSA / Carlos Valle.
Luis Sánchez Sancho, editorialista de LA PRENSA. LA PRENSA / Carlos Valle.

Pero entonces alguien tuvo que grabarlo y filtrarlo.
¡Claro que alguien lo grabó, yo lo grabé! Yo le pedí permiso a Bayardo Arce para grabarlo. Primero tuvo alguna resistencia, pero después aceptó. Lo íbamos a utilizar para estudiarlo, revisarlo. Entonces uno de los miembros del comité central del Partido Socialista era muy amigo de Virgilio Godoy. Entonces este compañero me dice: “Yo le conté a Virgilio que grabamos el discurso de Bayardo, y me dice que quisiera oírlo y que se lo prestés”. Yo no quería, porque le di la palabra a Bayardo de que no se iba a conocer, pero me convenció. Y le di el casete. Entonces Virgilio, que era un viejo zorro, astuto, inmediatamente mandó a sacarle copia. Y de repente apareció publicado en La Vanguardia de España. Fue un incidente muy delicado porque Bayardo, el todopoderoso Bayardo Arce, comandante de la revolución, se puso furioso y con toda la razón. Yo le di la razón. Yo fallé. No debí habérselo facilitado.

¿Usted como parte del Partido Socialista, qué pensaba de la ambición de la dictadura del proletariado?
Nosotros no estábamos de acuerdo con eso en primer lugar porque sería por la trayectoria del Partido Socialista, siempre le dimos mucha importancia a los valores y derechos democráticos. Las libertades. Fue un partido siempre perseguido, clandestino, ilegal, entonces la democracia, los derechos eran bien importantes. Además, teóricamente, nosotros estábamos formados en las escuelas marxistas y leninistas de la Unión Soviética. Entonces nuestra perspectiva teórica es que era imposible construir el socialismo en Nicaragua según el criterio leninista mientras el país no se desarrollara económicamente. Y la única forma que se desarrollara económicamente era que aquí hubiera durante un tiempo indeterminado un régimen democrático burgués. Una burguesía con toda la libertad de trabajar, de invertir, de impulsar, que desarrollara la economía nicaragüense.

O sea que a grosso modo, ¿la ideología para un país pobre era dejar que el país creciera gracias a la burguesía democrática y después robarle las riquezas y los mecanismos de producción a los ricos?
Mire, es que en la base de eso está la médula de la teoría de Carlos Marx. Él decía que el socialismo y el comunismo, que es su continuación, no se podía construir en países atrasados, miserables. El objetivo del socialismo y el comunismo, es hacer feliz a la gente. Estábamos hablando de la teoría. Repartir las riquezas con criterios de igualdad, equitativamente para todos, pero no se puede repartir lo que no se tiene. Para repartir hay que producir.

¿En la humanidad hubo alguna vez un ejemplo de esa ideología de Marx bien establecida?
No, no necesariamente… Lo que hubo fue en los países nórdicos de Europa, particularmente, un socialismo democrático que logró combinar políticas de justicia social, de distribución, coexistiendo con el empresariado, al cual se le imponen cargas tributarias muy fuertes. Es una mentalidad europea. Muy diferente a lo que ha ocurrido en América Latina, en Cuba particularmente, ahora en Venezuela, donde hay un socialismo yo diría chabacano, atropellante, brutal.

¿Y aquí en Nicaragua qué hay? Daniel Ortega y Rosario Murillo pregonan un país cristiano, socialista y solidario.
Aquí no hay en absoluto ninguna modalidad de socialismo. Es una retórica no más. Lo que hay es un sistema básicamente capitalista, en algunos aspectos lo más duro del capitalismo criticado por la Iglesia católica, que es el capitalismo salvaje con muchas prerrogativas para los empresarios, exoneraciones, subsidios, etcétera, y un plan social populista. Ortega tuvo la fortuna, cuando tomó el poder en enero de 2007, de que el gobierno de Enrique Bolaños le dejó una situación económica estable, unas finanzas públicas sanas, un déficit fiscal mínimo, y luego eso coincidió con el avance, el ascenso del chavismo, el desarrollo del chavismo con los recursos petroleros, y el ingreso de cuantiosos recursos que le permitió al gobierno de Ortega financiar un montón de programas sociales eminentemente populistas, clientelares, que no van orientados a impulsar el desarrollo de la economía del país, sino a satisfacer, a paliar necesidades primarias de la gente más pobre. Y no es sostenible.

De hecho en la actualidad cobran por muchos de esos programas que eran gratis y están recortando subsidios.
Claro, el Gobierno ahora está enfrentándose al dilema de suprimir los subsidios, aunque sea gradualmente. Está considerando suprimir también las exoneraciones. Son centenares de millones de dólares, dicen los economistas, que se escapan del erario y del ingreso fiscal. Es un país capitalista con un control político autoritario muy fuerte.

¿Es una dictadura?
Yo digo que sí. Sí es una dictadura porque para mí no hay término medio. Ahora en enero estuvo la ministra de Relaciones Exteriores de la Unión Europea en Cuba, Federica Mogherini, y dijo: “Bueno, en Cuba lo que hay es una democracia unipartidista”. ¡Eso es un contrasentido! (ríe). La democracia tiene que ser pluralista porque la sociedad es plural. Las personas pensamos distinto aun dentro de una misma familia, dentro de un mismo grupo social, comunitario. La pluralidad es la base de la sociedad. Donde no hay respeto al pluralismo o se restringe, como es el caso de Nicaragua, el Gobierno decide excluir de la participación política a partidos como el MRS, el PAC, sacarlos por la fuerza; eso no es democracia. Un régimen o es democrático o es dictatorial. Otra cosa es que la democracia es algo que se construye permanentemente y que va a un proceso de desarrollo y de perfeccionamiento. Lo que se estuvo haciendo en Nicaragua a partir de abril de 1990, que fue un proceso de construcción democrática. Crear una nueva institucionalidad de la democracia.

Pero eso no duró mucho.
Se tambaleó durante el gobierno de Arnoldo Alemán por la corrupción, pero no solo por eso, sino porque Alemán tuvo el proyecto de restablecer el bipartidismo que había en la época del somocismo. Arnoldo Alemán nunca fue amigo del pluralismo. Nada más que a diferencia del pasado que el bipartidismo era liberal-conservador, ahora iba a ser liberal-sandinista. Él creyó que el liberalismo iba a tener siempre 50 y tanto, 60 por ciento del voto nicaragüense, y que el sandinismo no iba a pasar más allá del 32, 30 por ciento, pero se equivocó. La idea de Arnoldo Alemán era que como en la Constitución, en la reforma de 1995, se prohibió la reelección por dos períodos consecutivos, y de que nadie podía ser presidente más de dos veces, entonces él se opuso. Entonces lo que hizo fue poner a un presidente de su absoluta confianza, supuestamente Enrique Bolaños, e hicieron de la forma constitucional para que el expresidente pasara a ser diputado de la Asamblea Nacional. Porque su plan era ese: termina su mandato presidencial, asume la diputación en la Asamblea, lo eligen presidente de la Asamblea, y desde ahí él maneja las riendas del poder ejecutivo, asumiendo que Enrique Bolaños iba a ser un títere, un pelele. No previó que Bolaños se le iba a rebelar y que iba a quitarlo del poder y a enjuiciarlo y llevarlo hasta la cárcel.


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¿En los 90 y con las reformas a la Constitución, usted pensó que Nicaragua iba a tener una democracia duradera?
Sí. Yo tenía la absoluta convicción de que la democratización de Nicaragua era un proceso irreversible. En el entorno político regional ya no había condiciones para establecer nuevas dictaduras. En el mundo tampoco. Yo pensaba que la globalización iba a ser precisamente una garantía para el fortalecimiento de la democracia. Nunca imaginé que se podía volver atrás. Y en tan poco tiempo por el pacto.

¿Se puede señalar que no hay democracia por culpa de Arnoldo Alemán y Daniel Ortega?
Generalmente se dice que todos somos culpables, porque de alguna u otra manera hicimos algo indebido… Y es cierto. La responsabilidad es un elemento común. Tanto el que hace como el que deja hacer. Pero básicamente los culpables son los que cometen el delito. Y los que cometieron el delito contra la democracia fueron Daniel Ortega y Arnoldo Alemán.


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¿Nicaragua tiene el presidente que merece?
En general pienso que sí. Vea, es que Daniel Ortega no tomó el poder a base de un golpe de Estado o a base de una insurrección armada como ocurrió en 1979. Él subió al poder en 2007 por el voto popular.

¿Pero esa no es la elección donde no se contó un ocho por ciento de los votos y hasta la fecha no se sabe para qué candidato eran?
Sí. En ese sentido no fue una elección puramente limpia, pero él llegó a la presidencia como resultado de una elección popular. Y eso en los criterios que maneja la diplomacia política interamericana, la OEA, es un proceso electoral defectuoso, pero democrático. El problema de Daniel Ortega es que luego de que toma el poder de esa manera, para quedarse ahí para siempre, comienza a distorsionar las instituciones de la democracia. Acosa al poder judicial hasta someterlo por completo. A suprimir como ha suprimido todas las instituciones y principios y valores que determinan una democracia.


Plano personal

Luis Sánchez Sancho, de 75 años, está casado, tiene dos hijas y cinco nietos.
Es usual verlo vistiendo guayaberas. Dice que las usa desde los años 80, pues era representante del Consejo de Estado y el Frente Sandinista prohibió los esmóquines y oficializó las guayaberas. “Son muy cómodas y me quedé con ellas. Tengo muchas”, dice.
Desde finales de los años noventa, además de escribir la columna editorial de LA PRENSA, escribe una columna que aparece todos los sábados en el periódico. Al comienzo fue miscelánea, de tópicos varios, pero en los últimos años suele ser sobre mitología clásica. Don Luis asegura que tiene un público fiel.
En 1971 y en 1976 estuvo preso en la cárcel El Chipote. En esos tiempos de la dictadura somocista estuvo más veces tras las rejas, pero esas dos fueron las que recuerda con más detalles porque sufrió tortura.
Fue amigo personal de Pedro Joaquín Chamorro por muchos años, y aunque don Luis era de formación marxista y leninista, su amigo Pedro, dice, le enseñó que la dictadura del proletariado “es lo mismo” que la dictadura burguesa. Desde hace años don Luis se describe como democrático.
Camina todos los días de 5:00 a.m. a 5:45. Después lee el periódico LA PRENSA y luego pasa a leer editoriales de otros grandes periódicos hispanos.


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