Votar a favor de la familia, por mayor igualdad y derechos humanos, mejor seguridad ciudadana, la esperanza de una mejor economía, más empleo, la continuidad del actual gobierno o cambiarlo a secas. Los nicaragüenses también disfrutaron de la fiesta cívica que vivió este domingo Costa Rica, cuya jornada electoral definió en segunda ronda al próximo gobernante del país vecino.
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Los dos aspirantes a la presidencia eran el candidato evangélico, exdiputado y periodista del conservador partido Restauración Nacional (RN), Fabricio Alvarado. El otro era el politólogo, periodista, escritor y exministro del actual gobierno, Carlos Alvarado, del centro izquierda Partido Acción Ciudadana (PAC).
Según el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), 31,166 electores del universo de 3.32 millones de votantes distribuidos en 6,542 juntas receptoras de votos en todo el territorio costarricense, son nicaragüenses naturalizados; aunque la jornada cívica contagia a todos los originarios de Nicaragua.
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Gerardo Leiva, un nicaragüense de 50 años, originario de El Rama, es uno de los extranjeros habilitados para votar. Él habita desde hace unos 25 años en La Carpio, un barrio con alta concentración de migrantes.
“En La Carpio muchos vamos a votar por la familia. Mi esposa, mis tres hijos y yo votamos por un cambio global de la familia porque Costa Rica vive en un completo caos. Vamos por Fabricio (Alvarado) porque somos cristianos”, declaró Leiva.
Visita a la Carpio
La Carpio es un asentamiento pobre, ubicado en La Uruca, San José. En él viven unas cuarenta mil personas, y alrededor de la mitad son de origen nicaragüense. Votar a favor de la familia es, de acuerdo con Leiva, no permitir el matrimonio homosexual.
La votación de este domingo estuvo marcada por el tema religioso. El gobierno actual recién inauguró la primera etapa de una moderna escuela. No obstante, Miriam Prendas Carmona, habitante del barrio Las Brisas, La Carpio, insiste en que muchos habitantes de este asentamiento están votando a favor de la familia, dado que hay muchas iglesias evangélicas en la localidad.
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Durante la mañana del domingo, carros y autobuses con banderas de los partidos podían verse en la vía principal de la comunidad para trasladar votantes hacia la escuela Otto Hübbe, fuera de La Carpio, donde los votantes ejercían su derecho.
Los recintos electorales del centro escolar fueron trasladados a esta escuela por la construcción del nuevo colegio de este asentamiento.
Abstencionismo
No obstante, el abstencionismo era evidente, dado que eran pocos los votantes trasladados entre un vehículo y otro.
Fuera de La Carpio, los nicaragüenses también ejercieron su derecho a votar. Al estar empadronados, como ticos naturalizados. Isaac Ruiz dice que votó por una Costa Rica sin discriminación.
“Voté pensando en todos y cada uno de mis hermanos costarricenses sin ninguna discriminación. Así como a nosotros no nos gusta que se nos rechace, así debemos nosotros no discriminar”, dijo Ruiz, repitiendo el discurso del candidato oficialista, Carlos Alvarado, a favor del matrimonio homosexual.
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Nicaragüenses como Erving Calero, locutor de radio, dicen que votó por un cambio. Es decir, según Calero, lo hizo por Fabricio Alvarado. “Si mis hijos y yo le damos el voto al PAC, seguiríamos en los mismos enredos. Fabricio ha demostrado cambiar Costa Rica y además promueve los valores de la familia”, explicó Calero.
Costa Rica vota en segunda ronda confiada en que el próximo gobierno resuelva el déficit fiscal del 6.2 por ciento con el cual terminó el 2017, disminuya la pobreza que alcanza al veinte por ciento de la población, entre otros retos, entre los cuales se encuentra el empleo y también la seguridad.
Para los nicaragüenses entrevistados, en Costa Rica se vive una verdadera fiesta cívica.
La religión y la política
Una opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos a favor del matrimonio homosexual cambió por completo el panorama electoral en Costa Rica en enero pasado. Los Alvarado, quienes tenían menos del cinco por ciento en intención de votos en las encuestas, catapultaron la polarización nacional surgida a raíz de la opinión de la Corte. Fabricio tenía pocas intenciones de votos por ser candidato de un partido pequeño, muchas veces monotemático promoviendo valores de familia y en contra del matrimonio gay; y Carlos Alvarado, por sufrir el desgaste del gobierno que en ese momento era el protagonista del peor escándalo de corrupción de la actual administración, conocido como “El Cementazo”, que golpea a tres poderes del Estado y a cuatro partidos políticos.
Confianza en el sistema
“Lo que caracteriza esta elección es que hay confianza, primero que nada, en el Tribunal Supremo de Elecciones, que todavía a estas alturas garantiza imparcialidad a la hora de hacer el escrutinio y vigilar todo el proceso en general. La mayoría de la gente tiene toda confianza en el poder electoral costarricense”, explica el periodista de origen nicaragüense, Álvaro Bagnarello, quien vive en Costa Rica desde los años ochenta y, como tal, ha sido testigo de los procesos electorales que se han celebrado en este país.