Estudiantes de escuelas y colegios de Alajuela, en el centro de Costa Rica, desfilaron un año más para celebrar el 162 aniversario de la Batalla de Rivas, un hecho que evoca el momento en que el soldado Juan Santamaría, del Ejército tico, quemó el Mesón de Guerra que ayudó a expulsar de Nicaragua al estadounidense William Walker y a los filibusteros.
Este miércoles, además de los desfiles escolares y el feriado nacional, el presidente Luis Guillermo Solís encabezó actos cívicos que significaron su despedida como jefe de Estado, debido a que el próximo 8 de mayo entrega su cargo al recién electo, Carlos Alvarado.
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“Costa Rica y Alajuela conmemora la Batalla de Rivas. Han pasado 162 años desde aquel momento heroico y estamos muy contentos celebrando esta efeméride nacional que recuerda nuestra segunda independencia”, dijo el todavía mandatario.
Unido en lucha
Costa Rica enfrentó la lucha contra el ejército filibustero estadounidense liderado por William Walker, que ocupaba Nicaragua desde 1855. Lo hizo, según la historia costarricense, para garantizar la libertad y soberanía de su territorio, pero también la de los pueblos centroamericanos.
Algunas batallas ocurrieron en el norte de Costa Rica, otras en Nicaragua. Ese 11 de abril de 1856, fecha que se conmemoró este miércoles, el soldado Juan Santamaría, nacido en Alajuela el 29 de agosto de 1831, quemó el Mesón de Guerra donde se afincaban los filibusteros. Ese día, el ejército tico ganó la batalla.
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El historiador costarricense Raúl Arias aclara algunos mitos que se han creado alrededor de esta historia. Una de ellas es que el mesón no era cuartel de guerra, sino una casona colonial de adobe.
La casona, según Arias, ocupaba una manzana de extensión y servía como posada u hotel de paso, el dueño era Francisco Guerra, de ahí el nombre de Mesón de Guerra, como también hubo en Rivas uno conocido como el Mesón de López.
Hechos
Otro mito que Arias aclara, en sus charlas y declaraciones en medios de comunicación, es que el mesón fue quemado en su parte sur y no en su totalidad, pero que el humo sí dificultó a Walker transmitir órdenes a los filibusteros, lo cual provocó perder la batalla.
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Para ello, Santamaría usó una vara superior a los dos metros de largo para alcanzar el techo y se quedó unos 10 minutos en el lugar, flanqueado por militares del Ejército de Costa Rica, hasta que la caña brava del lugar echó humo. Otros de los mitos aclarados por Arias, es que Santamaría no murió en la batalla, sino después a su regreso a Costa Rica, por la enfermedad del cólera.