Decirle mamá o papá a nuestros maestros o jefes es una de las vergüenzas que todos pasamos en algún momento. Y no es casualidad. Según un estudio, citado por la revista Verne, esto ocurre porque solemos confundir los nombres de las personas que están en la misma categoría relacional. Esto también ocurre cuando le decimos el nombre de nuestra mascota —específicamente el nombre de los perros— a algún familiar. “Esto podría deberse a que los perros responden más a menudo a sus nombres que los gatos, por lo que estos nombres se usan con más frecuencia y están más integrados en nuestras concepciones sobre nuestra familia”, explicó la investigadora Samantha Deffler. Asimismo, explica el estudio que las confusiones de nombres no tienen nada que ver con las similitudes físicas. Un claro ejemplo de esto es que los papás confunden el nombre de sus hijos aunque estos no se parezcan.
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