La agresión ordenada por Daniel Ortega contra los obispos y el enviado del papa, no propició “la muerte” del Diálogo Nacional. Los líderes religiosos, que se reunieron este martes para valorar si se quedaban en la mesa como testigos y mediadores, anunciaron que a finales de esta semana convocarán a todos los sectores para retomar las conversaciones, que buscan democratizar la convulsionada Nicaragua.
A la reunión de este martes sistió el arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes; el obispo auxiliar Silvio José Báez, el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez; el obispo de Jinotega, Carlos Herrera; el representante del papa, Waldemar Stanislaw Sommertag, entre otros.
Báez y Herrera confirmaron que los obispos seguirán en la vía del diálogo. “No nos retiramos, pese a la hostilidad del Gobierno. Seguimos creyendo que el diálogo es el camino para superar la violencia en Nicaragua, por tanto, no abandonaremos el diálogo”, dijo Báez, quien exhortó a la población a tener esperanza en que la paz se alcanzará usando métodos pacíficos.
El pasado lunes paramilitares y fanáticos sandinistas golpearon a una comitiva de obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) que viajó a Diriamba para socorrer a un grupo de autoconvocados que estaban refugiados en una parroquia de esa ciudad.
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Las agresiones llevaron a pensar a algunos sectores que la opción de diálogo estaba muerta. Los obispos se reunieron este martes para valorar esa posibilidad y al caer la tarde anunciaron que no se irían, sino que continuarían en el camino del diálogo hacia la democratización de Nicaragua.
Ortega, a través de su delegación, lleva varias sesiones bloqueando el avance del diálogo, bajo la excusa de que exigen que se desmonten los tranques, un método de protesta que el Frente Sandinista, comandado por el mismo Ortega, usó cuando “gobernó desde abajo”.
Nicaragua arriba este miércoles a 85 días en crisis, que inició el pasado 18 de abril, cuando el Gobierno impuso una reforma a la Seguridad Social, lo que provocó protestas, que fueron reprimidas y que han dejado más de 300 muertos hasta la fecha y además derivó en que la población ahora salga a las calles en masa para exigir la salida del poder de Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes han gobernado el país durante 11 años con mano de hierro y corrupción.
Los límites de Murillo
Precisamente Murillo dijo el martes que aceptarían discutir los temas relacionados con la democratización del país, pero una vez que superen “la ola de terrorismo” que, según ella, está viviendo el país. Murillo califica de terroristas a quienes le exigen democratizar Nicaragua.
El obispo Herrera dijo que no es terrorismo que la población pida democracia, justicia y libertad. “Hasta ahora se ha reclamado que haya democracia y libertad. El mal por sí solo cae”, añadió Herrera, quien calificó como “algo muy grave” el ataque del lunes a los otros miembros de la Conferencia Episcopal y al nuncio, lo que, espera, no vuelva a suceder.