El dolor reina en el barrio Sandino y el barrio Róger Hanguien, en Jinotega, de donde eran originarios los tres jóvenes que perdieron la vida la madrugada de este martes a manos de antimotines y paramilitares liderados por el comisionado general Marvin Castro, jefe departamental de la Policía Nacional.
Además de los tres fallecidos, el ataque dejó 25 heridos y varios desaparecidos del barrio Sandino, el único en el país que mantenía barricadas en sus calles.
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LA PRENSA confirmó la muerte de Benito Rodríguez González, de 34 años, quien deja a cuatro menores en la orfandad; además fueron asesinados Leyting Exequiel Chavarría, de 16 años, y Brayan Odonel Picado, de 22 años.
La Policía Nacional y los paramilitares mantienen sitiados a los pobladores del barrio Sandino. “Ya vinieron a masacrarnos, ya secuestraron y ya mataron, ya váyanse”, son exclamaciones de los habitantes.
Durante el ataque, incluso, los pobladores resguardaron a varios manifestantes que participaron en una caravana de apoyo, que al momento de los actos violentos dirigidos por la Policía abandonaron sus vehículos.
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“Los escuchábamos reírse (a los paramilitares), hay unos que andan una alarma y la sonaban para amedrentarnos, disparaban y se reían, nos cansamos. No podíamos contra ellos, ellos tenían AK y de los que les dicen 50-50, nosotros teníamos miedo, rabia y piedras”, comentó uno de los jóvenes que defendió al barrio.
En otro cementerio
“Era mi muchachito, yo le decía: vos estás para mí y yo para vos, vivía con él, lo anduve cuidando. Él estaba en la barricada y yo ahí con una bandera y una paila sentada afuera de una casa cuidándolo desde largo, cuando comenzó el tiroteo ellos se corrieron, yo me metí a la casa, le daba gracias a Dios que había huido, pero me lo tiraron, me lo mataron”, dijo María Felícita Blandón, la madre de Brayan Odonel Picado Blandón.
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Brayan era estudiante de cuarto año de secundaria, trabajaba de panadero y jugaba futbol; la familia lo sepultará en la comunidad de Las Lomas.
“Prefiero irlo a enterrar allá, solo agarro un bus, así no le voy a deber nada a Leónidas Centeno (alcalde sandinista de Jinotega), no le voy a pagar impuesto ni voy a ir con miedo de que me disparen en el cementerio. Uno de los policías me pateó cuando atacaban la caravana, me trató mal, yo les decía que por qué les ofendía la bandera de Nicaragua… Parir a un hijo es un dolor hermoso, uno lo tiene en los brazos; el dolor de tenerlo muerto es lo más insoportable”, comentó Blandón.
Hablan por adultos
En la vela de Leyting Exequiel Chavarría Pérez, Marling Mercedes Chavarría, tía del joven, comentó que esperaban que la muerte de su sobrino “no sea en vano”.
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“Ellos hablaron por nosotros los adultos que tenemos miedo de expresarnos, y digo tenemos miedo porque yo soy trabajadora del Estado, donde nos mantienen reprimidos y no nos dejan hablar, ellos, los jóvenes han luchado por nosotros, necesitamos ayuda internacional”, dijo Mercedes.
Leyting es recordado como un niño valiente. Sus familiares afirman que él decía que quería ver a su país libre.