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elecciones 2019

El alto costo de la “normalidad”

El país podría encaminarse a otra normalidad más real si Ortega aceptase elecciones anticipadas, competitivas y observadas en el 2019

Como afirmaba el famoso científico Albert Einstein en su teoría de la relatividad, todo en el universo es relativo, todo depende de la velocidad en que ocurren los cambios, de allí que lo normal para Ortega no sería lo normal para la gran mayoría del pueblo nicaragüense.

La “normalidad” de Ortega ha tenido altísimos costos, que enumeraremos en un momento, pero ¿qué sería de la normalidad relativa, si Ortega hubiera aceptado como un estadista, realizar los cambios electorales necesarios para efectuar unas elecciones anticipadas en que sea el pueblo, el soberano, el que decida su futuro?

Ya existe un precedente: en 1989 y el veredicto del soberano el 25 de febrero de 1990 le fue adverso. ¿Será eso lo que teme Ortega? ¿Someterse nuevamente en elecciones libres, competitivas y observadas a la voluntad popular?

No es normal que las aerolíneas reduzcan sus frecuencias, que los aviones vuelen vacíos y que las cárceles estén llenas; no es normal que los jóvenes huyan masivamente del país en busca de nuevos horizontes y que tantas familias sean separadas; no es normal que las madres clamen frente a El Chipote por sus hijos desaparecidos o prisioneros; no es normal que a pesar de la “normalidad” le disparen a los manifestantes pacíficos en Matagalpa.

No es normal que miles de negocios turísticos hayan cerrado sus puertas, que las calles de Granada y playas de San Juan del Sur estén vacías; no es normal que el INSS haya perdido 86,000 afiliados; no es normal que se hayan producido tantas invasiones de tierras como represalia por la actitud patriótica y no sumisa de los empresarios privados; no es normal que destacados defensores de Derechos Humanos como Álvaro Leiva, busquen asilo en Costa Rica; no es normal que todo el país esté triste, enlutado y sin esperanzas en el futuro.

Esta es la “normalidad” relativa de Ortega. Pero el país podría encaminarse a otra normalidad más real si Ortega aceptase lo que la comunidad internacional y en particular todo el Hemisferio Occidental, le han urgido: que anuncie elecciones anticipadas, competitivas y observadas en el 2019. Al ver la luz al final del túnel, el turismo regresará paulatinamente a Nicaragua, cesará el éxodo masivo de estudiantes y eventualmente se revertirá. Los inversionistas volverán a tener confianza en el futuro, cesará la persecución contra los jóvenes y los que están presos se volverán a reunir con sus seres queridos.

Si esta normalidad relativa no se aplica, y pronto, seguiremos viviendo la “normalidad” de Ortega y Murillo: más éxodo, más pobreza, más desempleo, más presos políticos, más déficit fiscal y más represión. Cualquier campaña turística que hagan para atraer turistas, como “Nicaragua siempre linda”, de Intur, es un desperdicio de recursos, como lo fue el viaje del canciller Denis Moncada Colindres al Vaticano.

El autor es periodista, exministro y exdiputado.

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