El País de las Maravillas
Nicaragua se ha vuelto el País de las Maravillas, al que llega Alicia en el cuento de Lewis Carroll. El País de las Maravillas, según el relato, está gobernado por la Reina de Corazones y el Rey de Corazones, apoyados por el resto de naipes de la baraja que son sus esbirros, listos a cumplir los deseos de sus monarcas por descabellados que sean. La reina es un personaje cascarrabias que condena a muerte a cualquiera a la menor ofensa. Su forma de resolver cualquier problema es ordenar la ejecución del infortunado que ose desobedecerla, enfrentarla o simplemente incomodarla. “¡Que le corten la cabeza!”, grita desaforada y ya ni sus esbirros ni el Rey de Corazones parecen aguantarla.
Terroristas
¿Cuántos terroristas según Daniel Ortega hay en el país? En medio de la irracionalidad política que gobierna a Nicaragua El Chipote, la tortura, el juicio y la condena se ha vuelto una posibilidad para todos los nicaragüenses porque ni siquiera hay que cometer delito alguno para sufrirlos. Todas las leyes dejaron de valer y desde hace unos meses vivimos en la incertidumbre que el delito lo define el humor con que amanezcan Daniel Ortega, Rosario Murillo y sus esbirros como si del País de las Maravillas se tratara. “¡Terroristas!”, gritan desaforados contra aquellos que osan desobedecerlos, enfrentarlos o simplemente incomodarlos.
Soberanía
Defender como soberanía nacional el derecho de Daniel Ortega de masacrar, apresar y torturar no es nacionalismo. Es locura. Complicidad. Decir que lo que sucede en Nicaragua es solo un “asunto interno” es lo mismo que decir “problema de pareja” y que “nadie se meta” cuando un abusador golpea y maltrata a su mujer. Hasta que el hombre mata a su pareja. ¿Cuántos nicaragüenses más deben morir para que esto deje de ser “un asunto interno”?
Monólogo
Desde hace algún tiempo el régimen viene insistiendo en un diálogo “entre los nicaragüenses comunes, no con las elites económicas, sociales y religiosas”. ¡Es que está pintado Daniel Ortega! El diálogo que él quiere es un monólogo, de esos donde se lanza una somnífera diatriba histórica y los presentes le aplauden sin saber qué dijo. Cuando dice “nicaragüenses comunes” posiblemente se refiera a esos chavalos del Juventud Sandinista o, tal vez un diálogo más “inclusivo” con sus socios como Byron Jerez, Carlos Canales, Wilfredo Navarro o Arnoldo Alemán. Esos son los “diálogos” que le gustan.
Arnoldo Alemán
Otro que queda pintado en esto es Arnoldo Alemán. Decir que el PLC va a ir a las elecciones regionales para no perder su personería jurídica lo ubica exactamente donde está: al lado del orteguismo. En primer lugar, porque es ofensivo y grosero que decida someterse otra vez bajo la excusa de su “personería jurídica” cuando aquí hay más de 400 nicaragüenses que dieron su vida, otros 1200 han sido echados presos y 4000 fueron heridos en diferentes grados. En segundo lugar, porque parece no darse cuenta de lo que está sucediendo. Nicaragua cambió. No hay vuelta atrás. Solo hay dos alternativas. O nos resignamos a vivir en dictadura o nunca más se va a una elección donde Daniel Ortega ponga las reglas. Pero el doctor Alemán ya decidió de qué lado está en este País de las Maravillas.
Amnistía
Las personas más claras de la gravedad de los delitos que han cometido, son Daniel Ortega, Rosario Murillo y su gente. Por eso es que ha decidido meter en la cárcel a la mayor cantidad de nicaragüenses posibles independientemente de que hayan cometido o no delitos. Necesitan tener las cárceles llenas, y si es posible con condenas firmes, para luego salir, en toda su magnanimidad, hablando de reconciliación y ordenando una amnistía general, que aparentemente perdonará a los inocentes condenados pero en realidad estará protegiendo, de futuro, a los verdaderos culpables. O sea a ellos. Esa es su jugada.