En una era en la que la mujer sigue luchando por abrirse espacios, el respeto, el trato de igual a igual, la madurez con respecto a lo que se sexualiza todo lo referente al género, la moda y los estilos continúan jugando, ahora más que nunca, un papel relevante.
Hay estudios que han demostrado que el cerebro de hombres y mujeres realiza el proceso visual de dos maneras, una global y una local tanto para objetos como para personas. Para personas, lo normal sería que usar el global, ver a la gente como un todo. Ambos sexos visualizamos al hombre de esa manera, sin embargo a la mujer la visualizamos a través del proceso local, es decir por partes, como si fuera un objeto. Esto último alarmó y sorprendió a los psicólogos, quienes aseguran que es un comportamiento que se puede corregir.
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Relaciono este tema con la vestimenta ya que, hasta ahora, en culturas más machistas, la mujer ha sido en muchos casos obligada a vestir estilos que la sexualizan, enviando un mensaje que la hace llamar más la atención por esos elementos, que por su persona.
Aunque durante los últimos años ha habido para todos los gustos, la moda ha tendido a eliminar esa manera de vestir para optar por darle seguridad a una mujer que no necesite enmarcar una cintura, caderas, nalgas o busto para verse a sí misma atractiva, importante, profesional, o lograr objetivos que se ven truncados por no haber mostrado un poco más.
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Las grandes marcas lo han mostrado desestructurando las piezas y de hecho, sacando del vocabulario el que una prenda sea masculina o femenina, siendo ya muchísimas piezas de vestir unisex. Lo mismo ocurre con la prevalencia de colores y estampados que nunca llevaba el hombre, o como la mujer ha podido hacer suyos atuendos tan masculinos como un traje sastre con una blusa de botones manga larga.
Este año algunas figuras públicas como Lady Gaga, quien también ha denunciado abusos y acosos que sufrió en su carrera, se muestran como una mujer que, aunque provocativa y muy femenina, opta por trajes sastre holgados sin marcar la figura, transformándose en un icono a seguir como protesta contra el abuso, y apoyando que la mujer no se sienta obligada a mostrase con looks sexualizados para lograr objetivos y ser aceptada.
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Si es de su gusto y lo disfruta, es maravilloso. Si se siente obligada e insegura de no mostrarse ciento por ciento como mujer, puede comenzar por ir en contra de fomentar esa mala práctica de la sociedad.