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El experto en relaciones internacionales, Ricardo De León, estima que no existen las condiciones en Nicaragua para que se realicen elecciones adelantadas. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Ricardo De León: “El canciller no ha sabido defender con pruebas”

Daniel Ortega no ha manejado bien las relaciones con los demás países latinoamericanos, considera el experto en relaciones internacionales, y destaca que la crisis en Nicaragua ha puesto al país en el foco internacional

La crisis que vive Nicaragua llegó en un momento en que, como casi siempre, Latinoamérica se encuentra convulsionada con problemas en la mayoría de países de la región. Aún así, por la cantidad de personas muertas y de reos políticos que en pocos meses hay por la represión del régimen de Daniel Ortega, Nicaragua ha logrado captar la atención no solo latinoamericana sino también mundial, explica el experto en relaciones internacionales Ricardo De León Borge.

Con 42 años de edad, De León se ha especializado en el tema de las relaciones internacionales y laboró en el Ministerio de Relaciones Exteriores desde casi el final del mandato de Arnoldo Alemán hasta el primer de gobierno de Daniel Ortega en el 2007. También ha sido catedrático y en esta entrevista analiza el entorno de Nicaragua que desde abril pasado se encuentra en una crisis sociopolítica.

En la conversación advierte que prefiere hablar más de lo que está ocurriendo externamente que dentro de Nicaragua, ya que es su especialidad. Aún así, considera que Ortega ha manejado mal el tema de las relaciones exteriores y que no hay señales de que en este año 2019 se puedan producir elecciones adelantadas en Nicaragua.

Mientras los nicaragüenses están luchando por alcanzar la democracia, ¿qué está pasando alrededor, en Latinoamérica?

Hay muchas posturas, posiciones, de las naciones, tanto limítrofe, como Costa Rica, que se ha visto afectado por la migración masiva de nicaragüenses desde abril hasta el día de hoy. Y, en contexto, toda Centroamérica se ha visto afectada por la falta de comercio intrarregional, que es una de las principales bases del crecimiento económico de la región centroamericana, sobre todo los países que estamos dentro del SICA. A nivel latinoamericano, en la Organización de Estados Americanos se han tenido varias reuniones, del Consejo Permanente, para abordar el tema de Nicaragua, para conocer los informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y emitir opiniones acerca de la situación que se vive en el país. Muchos países han tenido una posición beligerante, denunciando, otros defendiendo, que son la mínima cantidad ya de los países latinoamericanos. A nivel internacional, la Unión Europea ha mostrado descontento con lo que está pasando en el país. En Naciones Unidas hubo una reunión del Consejo de Seguridad, donde se reúnen los cinco países más poderosos del mundo y 10 países más que acompañan a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Se ha venido dando una dinámica que ha traído la atención sobre Nicaragua, un país pequeño que hasta hace no mucho no tenía ese foco de atención. Hemos visto como medios de comunicación grandes, mundiales, han venido a Nicaragua a entrevistar al presidente Ortega acerca de la situación, lo cual ha puesto en el radar nuevamente a Nicaragua como fue a finales de los setenta y en la década de los ochenta, cuando surgió la guerra civil acá.


Hemos visto al canciller y al embajador de Nicaragua en la OEA y pues no han sabido llevar una defensa con más pruebas, con argumentos convincentes, de lo contrario la OEA no hubiera llamado a una reunión el viernes, de lo contrario Almagro no hubiera invocado por medio del artículo 20 la Carta Democrática”. Ricardo De León, experto en Relaciones Internacionales.


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¿Cómo se han comportado los países centroamericanos en relación a lo que se vive en Nicaragua?

Hay una clara división en la posición de cada uno de ellos. El triángulo del norte ha estado un poco más apático a lo que sucede acá. Guatemala, Honduras y El Salvador se han abstenido en la Organización de Estados Americanos, mientras que Costa Rica y Panamá han apoyado la demanda que se hace desde la población. Creo que esa división va a ser grave para los intereses en el marco de la integración centroamericana. El año pasado se dio la elección en Costa Rica, que ha seguido una línea clara. Este año hay elecciones tanto en El Salvador como en Guatemala. Podríamos esperar que si hay un cambio de partido político en la presidencia, en los gobiernos, haya un cambio también en cuanto al tema Nicaragua. En Panamá también habrá elecciones y podría venir otro cambio, si llega a ganar el PRD, que es el Partido Revolucionario Democrático fundado por Omar Torrijos, podría ser que sea un país que se manifieste apoyando al Gobierno de Nicaragua o se abstenga como lo ha hecho El Salvador, Honduras y Guatemala. En cambio, en El Salvador, el candidato que va punteando es de un partido nuevo, que no es ni del FMLN de izquierda ni de Arena de derecha, y que podría ser que en vez de abstenerse vote a favor de lo que pide la sociedad nicaragüense. En Guatemala, lamentablemente, la institucionalidad democrática no es un buen elemento, no existe o no está cuajada, y en cada elección surgen nuevos partidos políticos sin una ideología clara, sin un manifiesto económico preexistente, sino que más bien surgen a partir de los problemas que hay dentro de la sociedad guatemalteca, entonces, a como surgió el actual presidente Morales, que era un cómico y saltó a la palestra política sin más porque no hay un movimiento político que pueda alimentar la necesidad del pueblo guatemalteco en cuanto a una ideología. En estas elecciones podríamos tener esos cambios y en Guatemala es más una sorpresa lo que pueda pasar que lo que ya se viene perfilando en El Salvador y en Panamá.

En el caso de los países del Alba, ¿son la esperanza de Ortega?

El Alba cada vez tiene menos partidarios. Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua y algunas islas caribeñas son los que siguen en el Alba. Cada vez hay menos peso político. El Alba surge con Hugo Chávez, que tenía una gran elocuencia para hablar y para convencer a mucha gente, muchos políticos. Nicolás Maduro no la tiene y por eso ha venido decayendo la influencia que tenía Venezuela. La influencia política era tan grande, del bloque Alba, sobre todo por Hugo Chávez, que muchos analistas decían que la OEA servía a los intereses de Chávez y del Alba. Hoy en día no.

Acaba de asumir Bolsonaro en Brasil, ¿tendría alguna incidencia en Nicaragua?

No creo que sea mucha. Ya Brasil tenía una posición bien clara sobre la situación en Nicaragua y esa posición se va a mantener intacta. Lo que es obvio es que da cierto temor la presencia de un presidente como Bolsonaro en la primera potencia latinoamericana, la potencia regional emergente, que es Brasil, por sus postulados, por sus pensamientos y por esa forma de querer gobernar un país tan grande, tan importante económica y políticamente porque hay posiciones extremistas en el señor Bolsonaro, considerado de extrema derecha, y con los de extrema izquierda no pueden representar un cambio positivo en ninguna nación. Lo ideal es tener siempre un marco regulatorio, el Estado de Derecho bien conformado y tratar de respetarlo y el señor Bolsonaro quiere ir un poco más allá, excederse de los poderes que le da una presidencia y ya lo ha demostrado. Uno de los primeros pasos que dio fue querer implantar un plan mano dura en contra de la delincuencia en Brasil. Centroamérica ya lo vivió. El Salvador, con Francisco Flores, que en paz descanse el expresidente, y Antonio Elías Saca, implementaron un plan súper mano dura en contra de las maras y pandillas y no resulta porque violencia con violencia no da. Bolsonaro ahora apuesta a una reivindicación de postulados políticos ideológicos en contra de una izquierda que él considera que le ha hecho mucho daño a Brasil, con el presidente Lula y con la presidenta Rousseff, con actos de corrupción.

A la embajadora argentina se le ha visto bastante beligerante en contra de Ortega en la OEA y en Argentina hay elecciones este año…

Este año va a haber seis elecciones en Latinoamérica. El Salvador, Panamá, Guatemala, Argentina, Uruguay y Bolivia, seis naciones que en su momento pueden cambiar de forma de expresarse en la OEA. Se dice que Cristina Kirchner quiere volver a lanzarse a presidenta y el presidente Macri tiene un récord negativo económicamente. Los argentinos tienen miedo de que, como a inicios de los años 2000, cuando el presidente De la Rúa, el corralito financiero y todo lo que pasó en Argentina. Esto puede producir que los votantes busquen la otra alternativa, que no es Macri ni su partido, sino que es Kirchner. Si regresa Kirchner al poder, Argentina tendría un cambio, a como ya lo tiene México. Con López Obrador ya no es un país beligerante en la OEA en los casos de Nicaragua y Venezuela, sino que se alinea a una política de no intervención. Igual podría pasar en Panamá si gana el PRD. En El Salvador, si gana Nayib Bukele, podría ser que El Salvador ya no se abstenga sino que vote en contra del gobierno de Ortega. La correlación de fuerzas puede cambiar dependiendo del partido político que llegue al poder. En Argentina podríamos perder un voto como ya lo perdimos con México. En El Salvador, si gana Bukele o Arena tendríamos un voto a favor. En Guatemala no sabemos. En Uruguay, aunque siga la izquierda, el voto se mantendría igual y Bolivia es una incógnita.

¿Será que habrá elecciones en Nicaragua también?

¡Quién sabe! No me atrevería a dar un pronóstico porque creo que las condiciones no están dadas para unas elecciones adelantadas. La situación actual no da algún viso de que sí va a cambiar. Creo que vamos a seguir en las mismas. Al menos que haya una presión demasiada extrema y en este caso solo Estados Unidos lo puede hacer. Y no creo que Estados Unidos esté tan interesado en hacerlo, porque Nicaragua no representa casi nada.

¿Entonces los nicaragüenses no deberían estar esperanzados en la presión externa?

No deberían. Las situaciones de un país se resuelven aquí mismo, claro que hay contar con apoyo de algún extranjero, porque al fin y al cabo somos un país pobre, que depende de la cooperación internacional y de las remesas de los nicaragüenses en el extranjero. La democratización debería de pasar no solo por un cambio político sino por un cambio social también. El nicaragüense no tiene todavía incrustada una cultura política democrática y eso lo vemos desde cosas tan insignificantes como hacer cola para un autobús, para ir al supermercado, siempre hay gente que se quiere meter, desde ahí estamos mal.

¿Cómo ha visto a Daniel Ortega manejando sus relaciones con los demás países centroamericanos?

No son las más acertadas. Hemos visto al canciller y al embajador de Nicaragua en la OEA y pues no han sabido llevar una defensa con más pruebas, con argumentos convincentes, de lo contrario la OEA no hubiera llamado a una reunión el viernes, de lo contrario Almagro no hubiera invocado por medio del artículo 20 la Carta Democrática.

Ricardo de León es hijo de padre guatemalteco y madre nicaragüense. En los años ochenta su familia se fue al exilio a Guatemala. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

¿El tema de los muertos y de los reos políticos cómo ha calado a nivel internacional?

A través de los informes de la CIDH ha calado de manera fuerte, no es fácil hablar de tantos muertos en tan pocos meses ni de tantos presos en tan pocos meses. Es una situación dura que está documentada. No se puede decir que lo que la CIDH dice es invento.

La crisis en Nicaragua se produjo en un momento en donde hay muchos problemas en otros países también…

Lamentablemente Latinoamérica vive de convulsión en convulsión. El malestar social nunca se compone porque los problemas estructurales de Latinoamérica no son enfrentados por los gobiernos. Los gobiernos llegan cinco o seis años, algunos se pueden reelegir inmediatamente después, pero en esos pocos años no pueden hacer los cambios. Primero, tal vez no tienen la voluntad política; segundo, ganan con poco margen, por lo tanto, el Congreso de la República, que es un contrapeso, está dominado por el partido de oposición y por ende ninguno de los dos deja avanzar al país.

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Se lo pregunto porque cada país debe de estar preocupado por sus propios problemas…

Y eso es lo que sucede cuando vos llegás a hablar mal de otro país. Lo primero que el país, del que hablaste mal, te va a decir es: pero mire señor, habla de mí y usted tiene miles de problemas en su país, entonces mejor concéntrese en lo suyo y deje de molestarme. Es la defensa de muchos países. Hay un principio en derecho internacional que es la no injerencia, la no intromisión en asuntos internos, pero esto no es válido cuando son violaciones sistemáticas a los derechos humanos.

¿En ese caso Nicaragua sí necesita que lo vuelvan a ver los otros países?

Después de los informes de la CIDH Nicaragua está en la mira, no solo de Latinoamérica, sino de todo el mundo, el problema es que cada quien tiene su forma de ver las cosas, cada nación o cada Estado tiene una ideología que responde a intereses nacionales o foráneos y puede ver que hay problemas en Nicaragua, que hay violaciones a derechos humanos o que no las hay.

Plano personal de Ricardo De León

Ricardo Antonio De León Borge, nacido en 1976, es nicaragüense pero de padre guatemalteco.

Le encanta la lectura, jugar al futbol (fan del Bayern Munich) y escuchar música rock.

También le gusta comer, pero hay algunas comidas que le hacen daño, como el nacatamal. Entre las bebidas que no puede ingerir están la semilla de jícaro y el cacao.

Escribió un libro sobre relaciones exteriores.

En los años ochenta, con el primer régimen sandinista, tuvo que salir al exilio hacia Guatemala, al país de su padre, Edgard De León. Su madre es Dolores Borge, quien tiene parentesco con el ya fallecido comandante Tomás Borge.

Tiene una hija.

La Prensa Domingo

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