En una mesa redonda hay 14 hombres discutiendo el futuro de un país en crisis. El destino de 6.3 millones de habitantes se debate en esa mesa y pese a que un poco más de la mitad de la población de Nicaragua son mujeres, ni una de ellas estaba, al menos el primer día, en ese círculo.
Las fotos sobre el primer día del esperado y tenso encuentro político entre la Alianza Cívica, que aglutina a sectores sociales de Nicaragua que abogan por cambios democráticos, y los representantes del régimen de los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo, deparó una desagradable sorpresa que estalló en las redes sociales: ni una sola mujer formaba parte del encuentro clave para la convivencia pacífica de los nicaragüenses.
La influyente escritora Gioconda Belli lo dijo claro en su cuenta de Twitter: “Debo decir que considerando el papel destacado de las mujeres en la política nacional y en la rebelión de abril, es vergüenza para todos los hombres que no hayan podido ponerse de acuerdo en sentar algunas en esa mesa. Tenía que decirlo”.
Debo decir que considerando el papel destacado de las mujeres en la política nacional y en la rebelión de abril, es vergüenza para todos los hombres que no hayan podido ponerse de acuerdo en sentar algunas en esa mesa. Tenía que decirlo.@AlianzaCivicaNi #SOSNicaragua
— Gioconda Belli (@GiocondaBelliP) 28 de febrero de 2019
Magaly Quintana, directora de Católicas por el Derecho a Decidir, comentó que la ausencia de mujeres en la mesa de negociación es el reflejo de la cultura patriarcal que impera en Nicaragua, y que no le sorprende que, en un país donde prevalece la indiferencia del Estado hacia la violencia sexual y los femicidios, las mujeres no estén representadas mientras se decide el rumbo de la nación.
Esta ausencia “es el reflejo de una actitud histórica del Estado de Nicaragua frente a las mujeres. Eso no significa que le quitemos importancia al diálogo porque ante tanta violencia, ante tanta represión… puede ser la posibilidad de abrir una puerta, porque un país no puede sostenerse en función de las armas y de la represión”, dijo Quintana.
Para la defensora de las mujeres, la participación de Sandra Ramos y Azahálea Solís en la negociación era prácticamente “un derecho ganado”, pero resulta evidente que al gobierno “no le importa tener en cuenta la visión de las mujeres, pero a pesar de eso creemos que es importante darle chance al diálogo y abrir una puerta para la democracia”.
Para Haydee Castillo, feminista y defensora de derechos humanos, lo que se observa en la conformación de esa mesa de diálogo es un reflejo del país de mentira en el que vivíamos, ya que Nicaragua supuestamente estaba siendo reconocida, durante el gobierno de Daniel Ortega, como una nación con avances en los niveles de igualdad.
Sin embargo, la instalación del diálogo sin la representación de la mujer lleva a una reflexión; las mujeres han corrido riesgos, son las que ponen los puntos sobre la íes en los momentos más álgidos, de transformaciones, pero quedan ausenten cuando se debe tomar grandes decisiones para que la nación salga de la crisis, criticó.
El primer encuentro, realizado en el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE), reunió a 14 hombres de ambos bandos y dos miembros de la Iglesia Católica como testigos: Cardenal Leopoldo Brenes, Nuncio Apostólico Waldemar Stanislaw; por la Alianza Cívica estaban Mario Arana, Carlos Tunnermann, José Pallais, Sebastián Chamorro, José Adán Aguerri y Max Jerez; por el régimen el canciller orteguista Denis Moncada Colindres, el dirigente de la Unión Nacional de Estudiantes y operador político Luis Andino, los diputados orteguistas Edwin Castro y José Figueroa, el magistrado judicial Francisco Rosales y el expartidario liberal (de derecha), Wilfredo Navarro.
Del lado oficialista se desconoce qué mujeres integran el conjunto de negociadores, a excepción de Rosario Murillo.
Hasta el año 2017, el régimen pregonaba en sus discursos la igualdad de género en sus fórmulas electorales y en los cargos públicos al amparo de la reforma a la ley de municipios, Ley 50-50, que estableció la obligatoriedad de igualar a hombres y mujeres en los cargos de elección popular y en la administración pública y que generó, como trofeo de exhibición de una política pública de igualdad de género, a Murillo como vicepresidenta designada por el Poder Electoral.
Del lado azul y blanco, hay al menos cinco mujeres integradas directamente como asesoras y negociadoras, entre ellas a la líder de la sociedad civil Azahalea Solís, a la miembro de Amcham Claudia Neyra, a la estudiante y expresa política, Valeska Valle, a la investigadora social Daysi George y las líderes universitarias Alejandra Centeno y Justina Orozco.
Tras la tormenta de críticas en las redes sociales, en el segundo día del encuentro, la Alianza Cívica publicó en sus redes fotos de las mesas externas del equipo negociador y asesores trabajando de la mano durante el primer encuentro, donde figuran cinco mujeres y al menos una de ellas, Azahalea Solís, suplente de ingresó al recinto de las negociaciones donde, el primer día del crucial encuentro, 14 hombres discutían el destino de 6.3 millones de nicaragüenses, de los cuales 51 por ciento son mujeres.