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Daniel Ortega, reformas

Lo que callan los oficialistas

El discurso de los oficialistas se sostiene en unos pocos y pobres ejes temáticos que no admiten réplica. Los dicen con la vehemencia y seguridad con que hace 600 años se afirmaba que la tierra era plana

Oficialistas

El discurso de los oficialistas se sostiene en unos pocos y pobres ejes temáticos que no admiten réplica. Y no la admiten no porque falten, sino porque le cierran la puerta al argumento contrario. Así es porque sí. Y punto. Los expone el periodista oficialista en su turno de preguntas y ni siquiera deja que haya repuesta porque su intención es oírse a sí mismo. Lo dice igual el canciller en sus comunicados, y se levanta rápido para no oír preguntas. O respuestas. Los recuerda doña Rosario en sus letanías del mediodía. Lo dicen en sus pancartas y consignas. En sus redes sociales. Lo dicen con la vehemencia y seguridad con que hace 600 años se afirmaba que la tierra era plana y el centro del universo. Y quien diga lo contrario, tanto antes como ahora, solo merece la hoguera por blasfemo.

Concesiones

“¿Qué puede dar la Alianza Cívica en la negociación? Piden y piden y no tiene nada para ofrecer”. Este es uno de los cuestionamientos más oídos en los últimos días. Es cierto, la Alianza no tiene prisioneros que intercambiar, ni barricadas que quitar, ni ejército que hostigue y ataque a nadie. Su fortaleza es la representación del descontento. La gran concesión que puede hacer la Alianza es sentarse ahí con el régimen porque de esa manera le otorga el beneficio de la duda a una salida negociada en un momento donde ya nadie cree en Ortega. El régimen necesita la constancia de “estamos negociando” antes de que salga de mala forma por la puerta del fondo.

Justicia

“Quieren que los asesinos, los que quemaron a policías, los que desaparecieron a Bismarck Martínez queden impunes”. No señores, nada de impunidad. Lo que se quiere es justicia. En una investigación seria, ahí saldrán los casos de Bismarck, Radio Ya y de los policías muertos, entre otros, y que pague quien tenga que pagar. Pero también saldrán los casos de los niños Alvarito Conrado, Sandor Dolmus, Junior Gaitán, de la familia quemada en el barrio Carlos Marx o de Franco Valdivia, de Estelí, entre muchos otros. Es que la justicia, si es justicia, no puede ver para un solo lado. Las culpas o condenas no la definen la posición política del acusado, como ustedes creen, sino los crímenes cometidos. Ojo al dato: entre policías y simpatizantes del gobierno, existen unas 60 víctimas, incluso en la lista oficial, y hay más de 800 presos del otro lado. Del lado de los opositores hay al menos 300 muertos y ni un solo detenido por ellos del lado oficial. ¿No les dice nada eso?

Paz y pasado

“Queremos recuperar la paz y tranquilidad que teníamos antes de abril del 2018”. En esta afirmación hay una trampa en la que a veces caen incluso algunos empresarios que reclaman al gobierno. Dicho así, pareciera que antes de abril del año pasado aquí se vivía en el reino de los cielos y la gente salió a protestar y arruinarlo todo por gusto. No. Lo que había antes del abril fue lo que provocó el estallido de abril. Y les recuerdo lo que había: elecciones fraudulentas de tanto en tanto, garrotazos a todo el que saliera a protestar, una familia enriqueciéndose a manos llenas y asesinatos selectivos y tortura, principalmente en el campo, entre otras muchas arbitariedades más.

Lenguaje policial

Cuando la Policía dice que las convocatorias a marchas opositoras buscan “alterar la paz y la convivencia propias de nuestro pueblo, de nuestra cultura y tradición”, en realidad lo que está diciendo, traducido del lenguaje oficialista al español que usted y yo entendemos es: “No nos provoquen. Si ustedes siguen reclamando sus derechos nosotros salimos a garrotear y meter preso al que se nos pongan en frente y ustedes serán los responsables, porque somos locos y ustedes nos provocaron”.

Daños

A Daniel Ortega debe parecerle mucho que se pida que suelten a todos los presos políticos. , Que se desarme a los paramilitares. Se desmilitarice Nicaragua. Que se garanticen las libertades de concentración, movilización y expresión entre otras. O que se investiguen todos los crímenes. Que las elecciones sean tranparentes y libres. El solo hecho que estas libertades le parezcan demasiada concesión para los ciudadanos, explicaría, incluso para los oficialistas, por qué debería irse pronto. Este régimen ya solo tiene capacidad para hacer daño y ningún bien a Nicaragua.

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