El dictador Daniel Ortega calló sobre la represión estatal, que se dio un día después de la firma de los acuerdos en que prometió la liberación definitiva de todos los presos políticos y respetar las libertades públicas consignadas en la Constitución.
Ortega recibió este miércoles las cartas credenciales de varios embajadores, con quienes se mostró preocupado inicialmente por el cambio climático para después hablar brevemente sobre la crisis del país, iniciada en abril del año pasado tras la brutal represión que ordenó contra los manifestantes que pedían entonces su dimisión.
Sin embargo, el gobernante se dijo víctima de una conspiración y una acción dirigida a derrocarlo entonces, lo que constituyó, según él, una amenaza a la “seguridad, paz y bienestar” que promueve en teoría su administración.
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En realidad, Ortega ha sido cuestionado desde hace años por la concentración de poder en todas las instituciones públicas y su irrespeto al Estado de derecho. Sin embargo, aseguró que están haciendo un esfuerzo por la paz y que están buscando el camino del diálogo
“Se han logrado tomar acuerdos y siempre una negociación es compleja. Los plazos son un desafío, es un plazo corto para llegar a acuerdos y esperamos que exista la disposición, la voluntad de los factores externos que siempre inciden en este tipo de negociaciones”, explicó. Sin embargo, no dijo nada sobre la represión que ha intensificado contra la ciudadanía y que ha llevado a miles de personas al exilio.
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Ortega tuvo palabras duras para los manifestantes que lo critican, a quienes describió como “fuerzas extremistas, que irrumpen amenazando el bienestar y la estabilidad de países como Nicaragua”.
“Se van posicionando con actitudes extremistas radicales, con discursos terroristas, fascistas y estamos en esa lucha, buscando la paz, estabilidad”, dijo antes de decirse víctimas también de campañas de desestabilización que se han enfocado contra Cuba y Venezuela, dos de sus pocos aliados políticos en el mundo.