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La resistencia que creció en la prisión: los testimonios de los presos políticos excarcelados

Varios excarcelados manifestaron que a pesar de las golpizas, maltratos, amenazas, sed y hambre, las ganas de ser libres las llevarán donde estén.

Las rejas no evitaron que siguieran protestando contra el régimen. Jefferson Edwin Padilla Rivera, de 27 años, cuenta que en la cárcel han seguido manifestándose, pese a las golpizas, maltratos, amenazas, sed y hambre, porque las ganas de ser libres las llevarán donde estén.

Este joven es uno de los cincuenta presos políticos que salieron ayer del Sistema Penitenciario Nacional Jorge Navarro, conocido como cárcel La Modelo, bajo régimen de convivencia familiar, tras siete meses de detención ilegal.

Fue capturado por la Policía Orteguista (PO) la madrugada del 3 de septiembre del año pasado, acusado de incendiar un vehículo policial el 2 de septiembre en la Carretera a Masaya, y hasta ayer pudo volver a su casa.

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Padilla fue uno de los presos que protestó en el techo de la galería 16-1 del penal, en exigencia de la liberación de todos los reos políticos. La manifestación consistió en improvisar unas banderas azul y blanco (con bolsas plásticas de ese color), y cantar el Himno Nacional de Nicaragua.

Desde el primer día de protesta, el 21 de marzo, comenzaron las represalias. Les cortaron la conexión de agua potable, luz eléctrica y les dejaron de pasar la comida que dan en el Sistema Penitenciario, aunque Padilla reconoce que pudieron mantenerse con las provisiones que le envían sus familiares.

Bebieron agua sucia

Sin embargo, el vital líquido sí les hacía falta, lo que los llevó a tomar agua sucia de una pileta que usaban para limpiar los hoyos donde hacen sus necesidades. Algunos reos enfermaron por esto.

“Teníamos que agarrar de esa agua sucia y ponerla al sol en botellas, para que dizque se purificara. Después de eso tomábamos esa agua y le echábamos suero, para no sentir la asquerosidad de la pileta. Esa agua, de tanto tiempo, porque fueron más de seis días que no hubo agua, se puso como chiclosa, gramosa”, contó Padilla.

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También rompieron el concreto de las paredes, para encontrar los tubos de agua potable y succionar el líquido.

El joven aseguró que su estadía en el Sistema Penitenciario reforzó su convicción de que el país está gobernado por “un señor que vive atrapado en los años ochenta” y que se empeña en reprimir a todo el que piensa diferente a él.

“Esta experiencia me fortaleció porque decidí ya no tener miedo. Peleé por la liberación, por la democracia y ahora solo queda tratar de seguir adelante”, confió Padilla.

El psicólogo de Granada

Róger Alfredo Martínez, de 35 años, conocido como el psicólogo de Granada, es otro de los excarcelados. Fue condenado por tráfico y fabricación de armas, municiones y explosivos, pero lo único que hizo fue brindar ayuda humanitaria a los heridos de la represión policial y paramilitar en Granada.

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Martínez siente que en la cárcel sacó mayor provecho de su profesión de psicólogo. Dio muchas consultas.

Logró la creación de grupos de apoyo para hablar de las torturas psicológicas y físicas, así como intensos interrogatorios y amenazas de los policías con hacerle daño a sus familiares cercanos; agresiones verbales y reiterativas acusaciones. Varios excarcelados han revelado que no los dejaban dormir tras horas de interrogatorios; hasta cuatro o cinco policías hacían turnos para cuestionarlos.

“Algunos tenían mucha confianza para venir donde mí y hablar de sus experiencias, o de lo que estaban sintiendo. Logré también introducir copias de mis libros que hablan acerca de inteligencia emocional. La verdad es que todos estábamos en el mismo nivel, en el mismo estado emocional. Yo estaba viviendo mis propias experiencias, sin embargo, me quedaba un poco de energía extra para poderle compartir a los muchachos, para poder ayudarles a que tuvieran ánimos, que tuvieran fe de que en algún momento todo esto tendría que llegar a su fin; entender la temporalidad de las cosas, saber que con paciencia podemos llegar hasta el final”, explicó Martínez.

Cincuenta familias volvieron ayer a ser felices por la libertad condicional de sus hijos, esposos, padres, pero nunca más volverán a ser las mismas.

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La familia de Francisco Gilberto Pérez Santo, de 67 años, padre y abuelo de los excarcelados Francisco Homero Pérez Bucardo y Bryan Francisco Pérez Ampié, respectivamente, nunca volverá a ser la de antes.

Don Francisco Pérez, padre y abuelo de reos políticos . LA PRENSA/Uriel Molina

Su esposa Martha Isolina Bucardo Campos murió de depresión por ver a su hijo y su nieto presos. Pérez responsabiliza directamente al gobierno de Daniel Ortega de la muerte de ella. “Me dejó sin esposa este gobierno, que no solo ha matado a los chavalos que estuvieron en los tranques, ellos echan presa a la gente que los vuelve a ver de mal modo”, relató el abuelo.

Padre soltero

Wilmer Antonio Baltodano Salinas, de San Marcos, Carazo, es otro de los excarcelados. Lo primero que hizo fue ir a recoger a su hijo, de 11 años, a la casa de unos vecinos que lo cuidaron mientras estuvo preso.

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Raymundo Gutiérrez López, el cuñado de Julio César Espinoza, el antimotín a quien le extendieron el beneficio de régimen de convivencia familiar, también fue excarcelado. Salieron de la cárcel en el marco de las negociaciones entre la dictadura de Daniel Ortega y la Alianza Cívica. Según los testimonios, recopilados, la resistencia de algunos reos creció en la cárcel.

Los presos de León

Entre los cincuenta excarcelados ayer, salieron cuatro leoneses: Walter José Mercado Pereira, de 23 años; Franklin Javier Morales García, de 24 años; Geovany Ramón Zapata, de 27 años, y Miguel Ángel Guerrero López.

Franklin Javier Morales García, de 24 años. LA PRENSA/Eddy López

También se conoció que salieron dos presos políticos originarios del municipio de Nagarote.
Los cuatro jóvenes leoneses fueron liberados a las 2:00 a.m. de ayer viernes por las autoridades de Gobernación y fueron entregados a sus familiares a las 6:00 a.m.

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Los presos políticos eran acusados de terrorismo. Casi todos fueron entregados en sus casas bajo el régimen de convivencia familiar.

Guerrero López denunció que durante estuvo en la cárcel era golpeado por los guardas.

“Me estaban acusando de algo que no había hecho, el 12 de noviembre me capturaron y estuve preso cinco meses. En el penal de Tipitapa llegaban los guardias a golpearnos, para que nos levantáramos de los camarotes. Ahora que estoy libre, voy a seguir en la lucha por algo justo”, dijo Guerrero.

Morales García confirmó la falta de agua potable y el maltrato físico y psicológico a los presos políticos.

“En la cárcel nos reprimían por cantar el Himno Nacional, nos golpeaban, en los últimos días estábamos sin agua, sin luz y sin comida; los guardas se ponían a cocinar carne asada, nosotros con los labios resecos y ellos nos tiraban el agua. El 19 de febrero nos golpearon a todos, pasábamos semanas enfermos y no nos llevaban al médico”, denunció Morales.

Hasta el momento, en León han sido liberados 19 presos políticos.

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