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Momento en que Origi celebra el cuarto gol del partido. LAPRENSA/AFP

¡Hazaña inglesa! El Liverpool logra lo imposible goleando al Barcelona

Todos contienen la respiración. Unos preparados para gritar, otros alertando el llanto. A uno se les cierra la garganta de la emoción y a otros se le crispan las cuerdas vocales de la decepción. Ha ocurrido algo apoteósico, fuera de órbita y del panorama de los más sensatos

Todos contienen la respiración. Unos preparados para gritar, otros alertando el llanto. A uno se les cierra la garganta de la emoción y a otros se le crispan las cuerdas vocales de la decepción. Ha ocurrido algo apoteósico, fuera de órbita y del panorama de los más sensatos. Un equipo salió del coma para entrar a las alturas. El Liverpool goleó 4-0 al Barcelona de Messi, sin Salah, sin Firmino y sin Keita.  A los catalanes se les cayó el sueño del triplete con la miel en los labios y se encontraron con un final apocalíptico.

El Liverpool quería conseguir lo imposible, pero necesitaba más allá del jugar bien para lograrlo. En Barcelona habían hecho lo justo para ganar, pero otra vez eso no existe en el deporte y salieron con un 0-3. La victoria depende de muchas variables y entre ella está la suerte. Tan así que de repente Origi, un delantero obligado a ser titular por la ausencia de Firmino se encontró con el primer gol con tan solo seis minutos de juego. El arranque de los locales tenía desconcertad al Barcelona, diluidos por la olla de presión llamada Anfield.

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Poco a poco Messi equilibró un poco el desafío, no en goles, sí en ocasiones. (13′)  llegó con Alba por izquierda y Allison se hizo figura, desviando el tiro del argentino. Luego Matip le robó el balón cuando la Pulga calibraba la zurda, y por si fuera poco, Messi posteriormente rozó el poste. Ter Stegen también apareció para desviar un disparo de Robertson y, antes de caer el telón de la primera parte, la Pulga filtró a Jordi Alba, quien desperdició la oportunidad contra Allison. El gol que tanto necesitaba el Barcelona para pensar en la final nunca llegó y tampoco se imaginaban que en la segunda parte se partirían en pedazos.

El principio del fin

El principio del fin empezó con Wijnaldum, el holandés ni siquiera estaba en los planes de jugar. No obstante, desde el banquillo entró por Robertson, lesionado y marcó el segundo gol (53′) de derecha. Dos minutos más tarde las esperanzas se habían convertido en certezas cuando Shaqiri envió un centro que encontró al holandés nuevamente. De cabeza y adentro. Ter Stegen solo veía con impotencia cómo no podía evitar la debacle. El Barcelona ya se había convertido en un cadáver andante, sin matices ni variantes, era un equipo sin explicaciones: muerto en vida.

Y Origi, el mismo que había empezado la remontada épica, se encargó de sellar la hazaña. Cuando el Barsa estaba cabizbajo y sin despertar de la pesadilla, Arnold (78′) cobró un córner rápido y preciso, mientras el Barcelona no estaba bien posicionado. Ahí estaba Origi para meter la pierna y consumar el milagro. Todos recuerdan el milagro de Estambul, cuando el Liverpool en la final de Champions (2005) remontó un 3-0 ante el Milan.  Ahora el equipo de Klopp tendrá su propio misticismo al cual cruzar los dedos cuando quieran rezarle a la suerte… Madrid les espera el 1 de junio para la final.

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