Las grandes figuras prolongan sus nombres entre los aficionados. Anoche había una factoría ilimitada de aplausos en el Teatro Nacional Rubén Darío. Los nuevos miembros del Salón de la Fama fueron exaltados en medio de un buen público, excelente música e invitados internacionales de mucho nivel.
En el 25 aniversario del edén del deporte nicaragüense se cambió la puesta en escena y tres nuevos miembros del Salón se robaron los focos: Julio César Raudez, Norman Cardoze y María Antonieta Ocón. El máximo ganador del pitcheo nicaragüense en Campeonatos de Primera División subió con toda su familia y reiteró la clave de su longevidad y resistencia: “Nunca he probado un trago de alcohol ni he fumado”, reiteró mientras todos en la Sala Mayor lo veían atentamente. También fue emotivo ver a Raudez recibir la placa de su papá, Diego Raudez, por el gran dirigente boricua Oswaldo Gil.
Cuando tocó el turno de Cardoze, rápidamente hubo empatía de los presentes por recordar al gran pelotero que fue, con otro físico y otra vestimenta, pero su grandeza en el terruño se mantiene latente.
María Antonieta fue la última en recibir su placa. Todos se pusieron en pie por su legado en el atletismo y ejemplo de lucha actual ante una complicada enfermedad. Ocón y Carlota Green, una excepcional basquetbolista, elevaron el listón femenino en una gala de mucho nivel.