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Brutal

Brutal es como llamó la prestigiosa agencia internacional Human Rigths Watch (HRW) a la represión desatada por Ortega a raíz de abril del 2018. No debe sorprender. Coinciden con ella comisiones de derechos humanos de las Naciones Unidas y la OEA, tan imparciales que el FSLN les creyó cuando denunciaron a Somoza en 1979. Hoy […]

Brutal es como llamó la prestigiosa agencia internacional Human Rigths Watch (HRW) a la represión desatada por Ortega a raíz de abril del 2018. No debe sorprender. Coinciden con ella comisiones de derechos humanos de las Naciones Unidas y la OEA, tan imparciales que el FSLN les creyó cuando denunciaron a Somoza en 1979. Hoy los Ortega y sus voceros no les creen o no quieren creerles. Grave, en cuanto denota una ceguera o cinismo alarmantes, pues quien no tiene conciencia moral de sus actos tenderá a repetirlos, y quien la tiene, pero miente, es un verdadero malvado.

Lo denunciado por HRW es aún más irrefutable si se pone lo ocurrido en perspectiva. En Francia, hace meses, millares de manifestantes —los chalecos amarillos— destrozaron comercios e incendiaron locales y autos policiales. Tras semanas de protesta ningún muerto. Vi un video donde los manifestantes destrozan uno de los autos y los policías salen huyendo sin accionar sus pistolas.

En Hong Kong, recientemente, multitudinarias protestas enfrentaron policías y bombas lacrimógenas. Ningún muerto.

Veamos la historia patria. En 1944 el dictador “déspota”, Somoza García, enfrentó una ola de manifestaciones antigubernamentales. Hubo culateados pero ningún muerto. Bajo Luis Somoza se disparó contra una manifestación de estudiantes matando a cuatro. Se la llamó la infame masacre del 23 de julio. Y con razón: disparar a matar es algo muy serio en cualquier país civilizado.

Al estallar las protestas en Nicaragua el 18 de abril, Rosario Murillo dijo que no iban a dejarse provocar por los “puchitos chupa sangre” y lanzó sus violentas turbas a rajar cabezas. Cuando no funcionó lanzó la consigna “vamos con todo”. A los dos días habían matado ¡24 estudiantes! Ya para el primer diálogo sumaban 76. No fue falla policial; en 2015, bajo Aminta Granera, la Policía no mató a ningún manifestante violento en la Mina del Limón, a pesar de que ellos mataron a un policía. Esta vez fue orden deliberada.

Dolidos y sangrantes, muchos manifestantes se fueron a las barricadas con morteros y huleras. Los muertos enardecen; al día siguiente del 23 de julio de 1959 el pueblo quemó la casa del jefe GN Anastasio Ortiz. Ahora los enardecidos del 2018 fueron masacrados por los AK y cohetes del gobierno, sufriendo centenares de muertos adicionales, más la sumatoria de torturas y violaciones a los derechos humanos tan bien documentadas.

En nuestra historia no existen precedentes de semejantes acciones en tiempos de paz. Los OrMu han demostrado ante el mundo una brutalidad e inhumanidad chocantes, aún más hirientes por sus hipócritas invocaciones a Dios y al amor.

Por eso están aislados y terminarán solos; por brutales.

El autor es sociólogo. Fue ministro de Educación.

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