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Como otros comandantes de la revolución, desde muy temprano Daniel Ortega dejó ver que lo suyo no era la libertad de expresión. En 1984 ganó las elecciones presidenciales y la censura se prolongó por seis años más. LA PRENSA/ Archivo

Diez métodos usados por el Frente Sandinista para censurar al periodismo en los años ochenta

Cierres parciales y totales, amonestaciones, revisiones que duraban hasta siete horas, intimidación y asedio... Ni siquiera los anuncios se escapaban de esa inquisición que fue la Dirección de Medios de Comunicación.

En los años ochenta la censura a los medios de comunicación alcanzó niveles de absurdo nunca antes vistos. Ni siquiera durante la dictadura de los Somoza. A la mirada inquisidora de la Dirección de Medios de Comunicación no se le escapaban los anuncios de la Alka Seltzer y mucho menos los contenidos que hablaban sobre derechos humanos o la escasez de productos de primera necesidad.

Además de la censura impuesta al diario LA PRENSA, también fueron censuradas las emisoras independientes, como Radio Corporación, que no podían tener programas noticiosos o de opinión y cuya programación “debía ser aprobada por la Dirección de Medios de Comunicación”, relata el libro de memorias “85 años al servicio de la verdad y la justicia”, publicado en el aniversario 85 de este diario.

Incluso Pancho Madrigal fue censurado cuando se le ocurría hablar de temas espinosos para el régimen sandinista, y en 1982 Fabio Gadea Mantilla, director de la “Corporancia”, decidió que en Nicaragua ya no tenía nada que hacer. Se fue a Costa Rica y allá se hizo jefe de divulgación de la Resistencia Nicaragüense que peleaba contra los sandinistas.

En enero de 1980 fue cerrado y ocupado militarmente el diario El Pueblo, luego de que sus dirigentes fueron acusados de “ultraizquierda”. Y posteriormente los únicos dos canales televisivos que existían en el país fueron monopolizados por el partido gobernante, que los usaban como si eran propios “para hacer proselitismo político”, dicen las memorias de LA PRENSA.

La censura llegó al punto de que incluso las revistas internacionales como el Times eran prohibidas. No se permitía su distribución ni su entrada al país.

A esto debía sumarse el asedio de los CDS y las “turbas divinas” que cada tanto llegaban a apedrear y a llenar de pintas las instalaciones de medios como LA PRENSA y Radio Corporación. Además de la retención de materia prima, el retiro de los anuncios del Estado, las amonestaciones y los cierres parciales o totales.

En cuanto al contenido, la censura impuesta por el gobierno sandinista al diario LA PRENSA no solo abarcaba las noticias. También se fijaban en fotos, pies de fotos, anuncios publicitarios, titulares, párrafos, cartas de los lectores, denuncias de la ciudadanía y noticias internacionales, sobre todo las que hablaban de regímenes de izquierda.

La persecución sandinista a LA PRENSA inició en 1980 y con el paso de los años solo fue incrementándose.

Violeta Barrios, viuda del periodista Pedro Joaquín Chamorro, venció al Frente Sandinista en las elecciones de 1990.

Irónicamente la revolución que empezó con el asesinato de mi esposo, un periodista libre, ha traído con ello la peor censura que el periodismo nicaragüense haya enfrentado”, escribió doña Violeta Barrios de Chamorro, directora del diario, en un artículo titulado La muerte de LA PRENSA y publicado en la revista Foreign Affairs en julio de 1986.

Un par de semanas antes, el 26 de junio de 1986, en una nota de solo dos líneas, el gobierno sandinista había notificado que LA PRENSA quedaba cerrada indefinidamente, y para doña Violeta el caso era “evidencia de la peor tiranía de nuestros tiempos, escondida tras la propaganda de los sandinistas que han engañado a la gente de buena voluntad”.

“Estamos viviendo un nuevo somocismo con los sandinistas. Los resultados prácticos del sandinismo han sido el resurgimiento y crecimiento del militarismo, la confusión de Estado y partido, corrupción, censura de prensa, elecciones fraudulentas, encarcelamiento y pisoteo de los derechos humanos”, observó la directora de LA PRENSA.

“Al principio todos les dimos nuestro apoyo a la revolución sandinista, porque creíamos que sería la primera revolución hispanoamericana completa, una que luchaba por la justicia, pero que no disminuía las libertades, consiguiendo democracia social sin la pérdida de democracia política”, reconoció. “Pero en cambio traicionaron a todo un pueblo que soñaba ser libre. (…) Ellos le cerraron las puertas al diálogo y le abrieron las puertas a la guerra”.

Estas son diez formas de censura empleadas por el sandinismo en los años ochenta:

1. Ataque desde adentro

Desde sus primeros meses en el poder, se hizo evidente que el Frente Sandinista apostaba por el totalitarismo. LA PRENSA, por el contrario, no comulgaba con el marxismo-leninismo y quería mantener su postura de medio de comunicación independiente. Los problemas aumentaron a partir del 20 de abril de 1980, con un conflicto que culminó con la fundación de El Nuevo Diario.

A través del Sindicato de Trabajadores del Diario LA PRENSA, el FSLN intentó infiltrarse en el Consejo Editorial para que este siguiera “una línea orientadora, democrática, pluralista y ajustada a las concepciones de la Ley General Sobre Medios de Comunicación”, apuntan las memorias de los 85 años de este rotativo. Además, el sindicato exigía el nombramiento de Xavier Chamorro Cardenal como director único y omnipotente, pues él se inclinaba por hacer de LA PRENSA un medio totalmente pro-sandinista.

Como la directiva se negó a ceder ante las exigencias del Frente Sandinista y se mantuvo firme en su deseo de ser independiente, el sandinismo promovió la fundación de El Nuevo Diario y el personal de LA PRENSA se dividió. El nuevo medio de comunicación fue fundado por al menos el 70 por ciento del antiguo personal de LA PRENSA, que tuvo que cerrar por casi un mes y reapareció el 26 de mayo de 1980 con la frase: LA PRENSA siempre será LA PRENSA.

A partir de entonces, no dejó de sufrir ataques públicos, cierres parciales y totales, intimidación por medio de turbas, retiro de anuncios del Estado, censura de material noticioso y la no autorización de divisas para la importación de materia prima necesaria para la impresión del diario.

Lea también: La historia de LA PRENSA: 93 años de lucha por la libertad

2. Ataques verbales públicos

Los ataques públicos de funcionarios empezaron desde muy temprano, cuando la revolución sandinista no había cumplido ni un año. Una de las primeras críticas provino de la boca de Humberto Ortega, jefe del Ejército y hermano de Daniel Ortega. El 4 de junio de 1980 aprovechó un discurso para quejarse de que el diario LA PRENSA era un periódico “en desacuerdo con la revolución”.

Nueve días después, el 13 de junio, Daniel Ortega también envió un mensaje que, en el contexto político de la época, sonaba como una amenaza: “LA PRENSA se caracteriza por dar la impresión de que en Nicaragua no ha habido transformación revolucionaria, y eso es contrarrevolución”, dijo en un De Cara al Pueblo. “LA PRENSA solo resalta la parte negativa que le interesa y no da argumentaciones constructivas a la revolución”.

Y dos meses después, el 1 de septiembre, en otra comparecencia De Cara al Pueblo, Ortega se mostró muy indignado porque en un suplemento del diario se había publicado una nota sobre el cumpleaños de la reina Elízabeth, de Inglaterra. “Esto es un insulto para el pueblo nicaragüense”, exclamó, enseñando al público el recorte de la noticia.
El 26 de enero de 1982 el comandante Tomás Borge unió su voz al coro de acusaciones y dijo que LA PRENSA era “contrarrevolucionaria” y “agente de la CIA”.

Los ataques verbales continuaron siendo el pan del día a lo largo de la década de los ochenta.

Tomás Borge (q.e.p.d.), en 1981.

3. Censura al contenido

En los años ochenta la censura se volvió más absurda que en la época de los Somoza. El régimen sandinista hacía problema por un montón de “babosadas”, en palabras de Fabio Gadea Mantilla, director de Radio Corporación.
La Dirección de Medios de Comunicación estableció, por ejemplo, que no podía anunciarse la pastilla Alka Seltzer porque su publicidad era engañosa pues “no servía para el estómago, sino que quitaba el dolor de cabeza”. “Aquello era la repetición de Somoza o peor”, “una jodienda de todos los días”, dice don Fabio en un reportaje sobre la historia de la “Corporancia”, publicado por Domingo en abril de 2019.

“Nos llamaban para decirnos que cómo era posible que estuvieras haciendo eso en ese momento, cuando venía la invasión imperialista”, recuerda. Y “otro día mandaron a cerrar el noticiero 10 En Punto tres días, porque dijo que le habían puesto una bomba en Costa Rica al Negro Chamorro”.

Lea: La agitada historia de la «Corporancia»: una radio contra dos dictaduras

Fabio Gadea Mantilla, director, fundador y propietario de Radio Corporación.

En el caso de LA PRENSA, el asedio era insoportable. Todo el material a publicarse debía ser revisado por los censores sandinistas y en los peores tiempos esa revisión llegó a tardar hasta siete horas, lo que atrasaba mucho la impresión del diario. Por si fuera poco, según don Jaime Chamorro Cardenal, director del rotativo, a los sandinistas no les gustaba que la gente supiera que había censura. En los tiempos de los Somoza, cuando obligaban a LA PRENSA a eliminar contenido, el periódico ponía fotos enormes para rellenar el espacio y que sus lectores se enteraran de que se había censurado información; pero el Frente Sandinista no permitía esa forma de protesta.

Había que imprimir todo el periódico y enviarlo a los censores para su revisión y aprobación. Y además se mandaban dos páginas de “relleno”, que contenían las noticias que, de ser aprobadas, servían para llenar los huecos que la censura dejaba en el cuerpo del diario.

Algunos ejemplos del material censurado a LA PRENSA:

El 28 de agosto de 1980 LA PRENSA informó sobre un reciente decreto de la Junta de Gobierno sandinista, donde limitaba a los medios de comunicación en tres áreas específicas: candidaturas a los cargos de gobierno, con miras a las elecciones generales de 1984; enfrentamientos armados, atentados contra funcionarios y otros asuntos de esa índole; y temas sobre escasez, real o supuesta, de artículos de primera necesidad.

El 5 de enero de 1981 la Dirección de Medios prohibió noticias, campos pagados, editoriales y cartas sobre la producción bananera del país y las negociaciones que realizaban con la Standart Fruit Company.

El 10 de febrero de 1981 quedaron bajo censura todas las noticias relacionadas con la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) y sus integrantes.

El 25 de julio de 1981 el diario fue amonestado por publicar una caricatura del Comandante Cero.

El 3 de agosto de 1981 la Dirección de Medios prohíbe la publicación de un anuncio de camisetería Dreyfus, porque salía una muchacha en short. Ellos mismos levantan la prohibición.

El 28 de septiembre de 1981 amonestan por un anuncio del restaurante Pimpollito porque según la Dirección de Medios “se hacía propaganda al consumo de licor”. Ordenan la suspensión de anuncios del Hotel Intercontinental por el mismo motivo.

Jaime Chamorro Cardenal, director del diario LA PRENSA.

4. Cierres parciales y totales

Entre julio y octubre de 1981 LA PRENSA fue cerrada en cinco ocasiones. En una ocasión fue porque se publicó un cable de EFE donde se informaba el contenido de una entrevista entre Luis Gutiérrez de Esparza y el canciller nicaragüense Miguel D’Escoto. Y otra mandaron a cerrarla por 48 horas por haber publicado una entrevista a Alberto Mantilla.

Los primeros cierres fueron interpretados por el diario Washington Post como un ensayo del régimen sandinista para ver qué reacciones provocaba la suspensión del principal medio de oposición en Nicaragua.
Las suspensiones continuaron a lo largo de la década y el 26 de junio ocurrió la más grave. La escueta orden solo tenía dos líneas: “Por instrucciones superiores les notifico que a partir de la presente se cierra por tiempo indefinido el diario LA PRENSA”.

El periódico estuvo cerrado durante 16 meses.

5. Asedio con turbas sandinistas

Al asedio de la Dirección de Medios, se sumaba el de las turbas sandinistas. Desde 1980 tomaron la costumbre de visitar las instalaciones de LA PRENSA para tirar piedras, morterazos y rayar las paredes.

El 13 de noviembre de ese año, por ejemplo, el diario fue hostigado por turbas durante 24 horas consecutivas. El 13 de febrero de 1981 las turbas bajaron la bandera nacional que ondeaba en LA PRENSA y la quemaron. Y en enero de 1982 el edificio del periódico fue ocupado militarmente por tres días.

Lea: Deja vu: así eran las turbas sandinistas en los años ochenta y noventa

Turbas sandinisras rayan paredes de LA PRENSA en 1986. LA PRENSA/ Archivo

6. Intimidación a empleados y colaboradores

Los periodistas, fotógrafos, conductores, directivos, distribuidores de LA PRENSA tampoco escaparon al asedio. Eran intimidados, agredidos y amenazados por el sandinismo.

El primero de septiembre de 1981 se conoció que los CDS tenían orientaciones de investigar quiénes eran los distribuidores del diario en los departamentos para obligarlos a desistir, bajo la amenaza de que serían considerados contrarrevolucionarios.

7. Campañas de difamación

En varias ocasiones LA PRENSA fue blanco de ataques desde Barricada y El Nuevo Diario, en esa época al servicio del sandinismo.

De acuerdo con los archivos de LA PRENSA, a finales de 1981 Barricada y El Nuevo Diario trataron de vincular a este rotativo con los ataques armados de las bandas contrarrevolucionarias.

8. Censura económica

En la década de los ochenta se les prohibió a las instituciones y empresas del Estado anunciarse en LA PRENSA.

9. Censura cultural

En 1988 el Ministerio de Cultura, por medio de la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura, dirigida por Rosario Murillo, prohibió a sus asociados publicar en LA PRENSA literaria poemas o cualquier otra clase de producción literaria.

10. Negación de divisas para materias primas

El gobierno sandinista ejercía un estricto control sobre las divisas extranjeras (depositar en córdobas para obtener dólares) y en 1982 y 1983 a LA PRENSA se le negaron las divisas necesarias para importar sus materias primas.

El diario subsistió por medio de préstamos en dólares para ser pagados en córdobas y algunas donaciones, especialmente de la empresa privada de Venezuela, Alemania y Estados Unidos.  A finales de 1983, cuando se anunció que el periódico tendría que cerrar definitivamente, el gobierno sandinista prometió suplir las divisas necesarias. Una promesa que cumplió en parte.

Lea: Un año de que la dictadura orteguista mantiene retenido el papel de LA PRENSA

Pedro Joaquin Chamorro Cardenal, director mártir del diario LA PRENSA.

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