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Las dos Nicaragua en el vejamen a la familia Reyes Alonso

El comisionado Fidel Domínguez es en realidad Daniel Ortega y todo lo que representa. La familia Reyes Alonso es Nicaragua: usted, yo, los suyos, los míos. Veámonos en ese video

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Reyes Alonso

La vejación a la familia Reyes Alonso es el resumen de la tragedia de un país entero. Pongámosle rostros. El comisionado Fidel Domínguez es en realidad Daniel Ortega y todo lo que representa. La familia Reyes Alonso es Nicaragua: usted, yo, los suyos, los míos. Veámonos en ese video. Ahí, maniatados en la propia casa, un espacio que debe ser sagrado, inocentes de cualquier delito y culpables de ser ciudadanos y exigir derechos. Del otro lado, la brutalidad pura. No razona ni respeta ley alguna. Pero tiene las armas. La fuerza. “Diga lo que yo digo”, exige a patadas y trompones. “Con la paz no se juega”, ordena que se coree. Y ahí están ellos, gobernando a su manera. Imponiendo la paz que conocen. Su paz.

Prueba

Tal vez lo que vivió la familia Reyes Alonso  no sea lo peor que algún nicaragüense ha padecido por ser opositor a esta dictadura. Hay asesinados, desaparecidos, torturados y violados. Hay más familias asediadas. Hay ejecuciones selectivas en el campo. Hay exilio. Dolor. Pero los videos producidos, grabados y difundidos por el comisionado Fidel Domínguez tienen un valor incalculable como documento de veracidad de todas las denuncias anteriores. Muestra de lo que son capaces. Esta vez ni siquiera pueden alegar que es un video manipulado por la “derecha golpista”.  Porque si un alto jefe policial es capaz de presumir en un video público el vejamen al que somete a una familia indefensa y a la que no logra acusar de ningún delito, ¿cómo no creer a quienes los acusan de cosas peores fuera de cámara?

Podredumbre

Demuestra también hasta dónde llega la podredumbre en la Policía y el gobierno. ¿Ya no queda nada sano? Si esta fuese una policía profesional y si este fuese un gobierno decente, por lo menos habrían tomado distancia de este abuso, donde se ve a un jefe policial no solo actuando criminalmente, sino exhibiendo ese comportamiento, sin que nadie le procese o castigue. Al contrario, lo celebran. Lo hacen suyo. Y eso ya los pone en el fondo de la caldera.

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Competencia

También podemos ver en el ultraje a la familia leonesa una competencia perversa entre los comisionado Ramón Avellán y Fidel Domínguez, por mencionar a dos de los más notables. La crueldad como talento. Es otra parte de la foto de la Nicaragua actual. Son los nuevos héroes de un grupo criminal que busca imponerse a través de la violencia y el terror. Los Avellán y Domínguez resultan de un sistema donde se premia a quien mayor brutalidad exhiba. Ahí los veremos declarándoles hijos dilectos, recibiendo medallas y ascensos, y quien sabe, hasta una estatua. Algo así como aquella de Badajoz, España, donde aparece Hernán Cortés pisando la cabeza de un  ídolo azteca o un indio, según se interprete.

Macho Negro

Tal vez usted conoce la historia de Alberto Gutiérrez. Es probable que su nombre no le diga nada, pero sí su apodo de guerra: “Macho Negro”. Pues este personaje siendo sargento tenía más poder que un capitán de la Guardia somocista. Su talento era la falta de escrúpulos y la tortura. Personajes de esta calaña los paren las dictaduras en sus agonías.  Los usan para infundir terror, como la única forma que encuentran para sostenerse por un tiempo más. Pero ya sabemos cómo terminó la dictadura de Somoza. Y cómo terminó Macho Negro. Derrocada una, fusilado, el otro.

Dos Nicaragua

En fin, lo que vimos el lunes 25 de noviembre en la casa de los Reyes Alonso es el retrato de las dos Nicaragua en pugna. Son dos modelos que se debaten a muerte. El uno es la patria de los Ortega, los Domínguez y los Avellán. Una patria de la patada y el trompón. Donde a la violencia le llaman paz, y al sometimiento, libertad. La otra es la patria que grita por su derechos, que sufre ultrajes y por ello esta maniata, pero en resistencia. Una tiene que morir y otra tiene que vivir. Hagan sus apuestas.

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