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Las encuestas son parte del Frankenstein electoral

Las encuestas y los resultados de Roberto Rivas son prácticamente uno solo. Hacen los pronósticos electorales más exactos del mundo. Es simbiosis.

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Encuestas

Las encuestas son parte del fraude. La “mejor” obra de Daniel Ortega fue una máquina de hacer fraudes, aceitada, con todas sus piezas funcionando en armonía, y cuyo timón se maneja desde El Carmen. No dejó cabo suelto. Algún día este monstruo estará en el museo, en esa parte donde se muestran los animales nocivos, y el guía le explicará a los niños de colegio cómo es que encuestas, jueces, árbitros, policías, observadores, fiscales y oposición fueron zurcidos uno con otro para armar esta máquina electoral que solo daba dos opciones: o gana Daniel Ortega o gana Daniel Ortega.

Piezas

Relatará el guía que Ortega colocó a los más inescrupulosos de sus leales como magistrados del Consejo Supremo Electoral, copó con su gente casi la totalidad de los funcionarios electorales, incluyendo la policía electoral. Inventó varios partidos fantoches para usarlos como “oposición”, a otros los compró con cargos y dádivas, de tal forma que prácticamente todos los fiscales ¡hasta los “opositores”! estaban controlados por su partido. Si hasta aquí le parece que es demasiado, espérese que falta más. Rechazó la observación electoral real y se consiguió a unos sujetos que por venir a turistear se hacían pasar por observadores (¿se acuerdan de Wilfredo Penco, de la OEA?) y por último puso a funcionar sus propias encuestadoras. Esas que siempre dirán lo que él quiere que diga.

Siglo Nuevo

Las encuestas son una pieza más de monstruo. Al principio usaron una pieza hechiza que llamaron Siglo Nuevo. ¿Se acuerdan? Tal vez no porque solo los medios oficialistas, otra pieza del fraude, la tomaban en cuenta. Pero para que saquen cuentas de su credibilidad, la encuestadora Siglo Nuevo era manejada por Tomás Valdez, el mismo que recientemente entró con una turba a la catedral de Managua a sacar a las madres de presos políticos que pretendían iniciar una huelga de hambre en ese templo. O sea, Valdez es una especie de navaja suiza para El Carmen. En algún momento, sin embargo, la encuestadora M&R comenzó a decir exactamente lo que El Carmen quería y Nuevo Siglo pasó a la bodega del descarte.

Simbiosis

Estas encuestadoras hacen los pronósticos electorales más exactos del mundo. Los pronósticos de ellas y los resultados electorales que anunciaba Roberto Rivas son prácticamente uno solo. Es simbiosis. Son organismos que se necesitan mutuamente. La encuestadora dirá que aunque un 70 por ciento de simpatías por Ortega a muchos les pareció disparatado, el Consejo Supremo Electoral confirmó su pronóstico al declarar ganador a Ortega  con el 72 por ciento de los votos. Roberto Rivas, a su vez, dirá que esos resultados en los que nadie cree ya los habían pronosticado las encuestas.

Coincidencias

Como dije antes, esta máquina es casi perfecta. Lástima que esté destinada para fines tan ruines. Por ejemplo, en las elecciones del 2011, cuando Ortega se reeligió inconstitucionalmente por primera vez, miren que casualidad, coincidieron con precisión matemática la encuesta de M&R, los resultados que anunció Roberto Rivas y la cantidad de votos que necesitaba Ortega para tener los 63 diputados que le dieron mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Así fue  como pudo cambiar la Constitución Política y establecer la reelección por ley y a perpetuidad, sin tener que estar asaltando la Corte cada medianoche antes de inscribirse como candidato.

Frankenstein

Tanto va el cántaro a la fuente que se termina quebrando. La máquina perfecta, el orgullo de El Carmen, el Frankenstein de Ortega que fraude tras fraude le iba garantizar gobernar por siempre, comenzó a hacer aguas. Se hunde en el descrédito. Tan seguros se sentían que se volvieron descarados. Los resultados de cada elección comenzaron a ser los que Roberto Rivas anunciaba sin necesidad de demostrar nada. Desapareció la información en línea para que nadie pudiera sacar sus propias cuentas. Pero las encuestas siguieron coincidiendo con los datos de Roberto Rivas. Los observadores aplaudían. El animal, sin embargo, estaba herido.

El sello Murillo

Las encuestas, peleando por la gracia del dictador, decidieron subir puntajes a niveles inverosímiles de tal forma que no sería descabellado pensar que en un par de elecciones más le estarán otorgando un 120 por ciento de simpatías electorales a Ortega. El lenguaje de las encuestas, si se fijan, es el mismo de los comunicados del gobierno, de las notas de Cancillería o de las alocuciones del mediodía de doña Rosario Murillo. Y ahí van, yéndose por el desaguadero, las credibilidades.

Pieza de museo

Esa máquina, a pesar de la perfección y la visión futurista con que fue creada, a estas alturas es un armatoste inservible. No soporto imponderables como la Ley Magnitsky, la tecnología y el sentido común. Algún día, cuando este monstruo se exhiba en el museo de la infamia, los niños que lleguen a estudiarlo preguntarán con asombro cómo es que hizo desmanes tanto tiempo… ¿hasta 2021? ¿O más?

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