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Iglesia, aborto y homosexualidad

Cuando estos grupos radicales se quejan de discriminación, pretenden que la Iglesia acepte sus estilos de vida, celebre matrimonios entre personas del mismo sexo, no se oponga al aborto

Algunas personas afirmaron que existe una “tregua” entre la Iglesia católica y grupos feministas promotores del aborto y homosexualidad. Quizás sea más bien que, al ser la Iglesia protectora y defensora de la población ante la dictadura, ha generado la moderación de quienes acostumbraban a marchar contra ella con insultos y burlas.

La promoción del aborto e ideología de género se pueden desmontar con datos sólidos y argumentos lógicos. Sin embargo, entre la rica enseñanza católica, vale en pocas líneas recordar el Catecismo, revisado y promulgado por San Juan Pablo II el 7 de diciembre de 1992.

En el mismo reafirma que la Iglesia no rechaza ni discrimina a homosexuales, varones o mujeres. El No. 2358 destaca: “Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación…”, a la vez exhorta que deben abstenerse de dar rienda suelta a sus inclinaciones, como señala en el No. 2359: “Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana”.

En el No. 2270 apunta: “La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos…”, y en el No. 2271: “Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable.

El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral”.

Cuando estos grupos radicales se quejan de discriminación, pretenden que la Iglesia acepte sus estilos de vida, celebre matrimonios entre personas del mismo sexo, no se oponga al aborto, etc., etc. Quieren un Jesús y una Iglesia a su conveniencia.

La auténtica nueva Nicaragua debe abrazar y promover la vida. Si no ¿cuál sería la diferencia entre Ortega-Murillo que ordena asesinar en las calles, y quienes promuevan matar niños y niñas en el vientre de las madres?

El Catecismo enseña nuestra fe para comprenderla, vivirla, y defenderla con la palabra y el testimonio. Si bien debemos orar por la conversión de quienes la adversan, los laicos también estamos llamados a no disimular el Evangelio ni la enseñanza de nuestra Iglesia.

El autor es periodista nicaragüense radicado en EE.UU.

Columna del día aborto Homosexualidad Iglesia

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