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La batalla del seleccionado nacional Janior Montes y su hijo más allá del beisbol

Janior nació con el síndrome nefrótico, asegura su papá, por lo cual requiere de revisones médicas contínuas, pero desde hace cuatro años se muestra bien de salud.

Al receptor Janior Montes se le infla el pecho y le brillan sus ojos cada vez que habla de su familia, pero en particular de su hijo Janior. El reconocido seleccionado nacional está gozoso de compartir y disfrutar al máximo el beisbol con su único hijo varón, pero tras esa sonrisa, hay algo más por lo que ambos batallan cada día.

A sus 14 años de edad, Janior impresiona por su voz y su físico además por su alegría evidente cuando habla de su pasión por el beisbol. Desde pequeño, Janior es nefrótico, que es una dolencia relacionada con los riñones, que no le ha impedido soñar en grande.

“Para mí ha sido una bendición compartir con mi hijo el mismo deporte. La verdad no tengo palabras, pues a pesar de sus limitaciones físicas a temprana edad debido al problema con que él nació, y ver su desarrollo de hoy en día me deja sin palabras.  Mi hijo es nefrótico, eso es un problema en los riñones, retiene líquido y tiene que tener una dieta como una persona diabética. Pero gracias a Dios tiene cuatro años de no recaer en esa enfermedad, y para mí es un gozo compartir con él tanto en los juegos como en los entrenamientos”, confiesa con emoción Janior.

Por las tardes, al niño se le ve entrenar con el Bóer en el antiguo Estadio Nacional Dennis Martínez, equipo con el cual milita su papá. Pero además, se le ve jugar los fines de semana con el equipo Pinoleros, el cual dirige su papá.

“Se siente emocionante jugar con un padre, hay otros niños que no tienen esa oportunidad, pero yo si la tengo”, dice con alegría el niño.

Al igual que su papá, Janior es de posición receptor, pero además juega también la primera base, pero su posición preferida es la receptoría afirma.

“Tengo cinco hijos y Janior es mi único varón. Siempre pensé que algún día iba a practicar algún deporte, pero no precisamente el beisbol. Él estuvo practicando futbol, también practicó baloncesto y yo lo dejaba que entrenara sin ningún problema, pero luego optó por el beisbol y yo estoy agradecido con Dios. Esperemos seguir caminando en este bello deporte y él se siga desarrollando”, agregó el orgulloso papá.

Janior nació con el síndrome nefrótico, asegura su papá, por lo cual requiere de revisiones médicas contínuas, pero desde hace cuatro años se muestra bien de salud.

“El doctor dijo que eso es algo que se le desarrolla a ciertas personas, pero no hay nada científico que pruebe sobre por qué se desarrolla esa enfermedad. Esperemos Dios nos preste salud a él y a mí también para verlo dentro del terreno por muchos años más. El doctor también dijo que durante su desarrollo como chavalo la enfermedad pudiera desaparecer. Hay niños que en su desarrollo mejoran las defensas  y gracias a Dios en él se ha visto la mano de Dios y aquí lo estamos gozando”, relató el destacado receptor.

Janior Montes hijo durante un entrenamiento con el Bóer recientemente en el viejo Estadio Nacional Dennis Martínez. LA PRENSA/ROSA MEMBREÑO.

Mejor que su papá

Cuando habla de su papá, Janior inevitablemente se emociona y es normal. Asegura que quiere ser como su famoso padre. “El deseo de querer jugar beisbol fue al ver a mi papá entrenar, él me animaba a practicar. Él me dice que tengo que ser mejor que él y ese es el propósito. Juego también primera base, pero me gusta más receptoría. Ser receptor es difícil, hay que trabajar fuerte las piernas, es complicado, pero lo disfruto mucho”, asegura el niño.

Pero Janior no solamente quiere ser como su papá, también lo admira por muchas cosas.

“Mi papá es algo grande para mí, siempre quiere que yo salga adelante, quiero ser como él de buen deportista. De mi papá admiro que siempre nos da consejos, nunca nos deja, siempre está con nosotros, es un buen papá”, añade el niño, que cursa tercer año de secundaria y su deseo es graduarse.

Janior comenta que cuando ve a su hijo jugar le recuerda a él cuando era un niño y empezaba a jugar beisbol. Además asegura que tiene muchas habilidades para ser un buen receptor.

“Me veo reflejado en él cuando era niño y jugaba beisbol, pero hay diferencias abismales. No es porque sea mi hijo, pero creo que él tiene mucho futuro, siempre y cuando le ponga empeño y entusiasmo. A él le apasiona la receptoría. Tiene buenas manos, su defensa es buena. Dios le regaló también el don de batear, es buen bateador. Esperemos que con el pasar del tiempo siga mejorando y veremos qué Dios le tiene preparado”, manifestó Janior.

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