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Urrejola, chilena y primera vicepresidenta de la Junta Directiva 2020 de la CIDH, tiene más de 20 años de experiencia en la defensa de derechos humanos, pero asegura que lo más loco que ha hecho es asumir esa labor, pues debe olvidar sus temores para poder llegar a un lugar y hablar con la gente.
¿Cómo se describiría en tres adjetivos?
Apasionada, terca y con sentido de justicia.
¿Tuvo un juguete preferido?
Sí. Un muñeco rojo que se llamaba Porotín. Si lo dijéramos en nica, sería Frijolín.
¿Qué animal le gustaría ser?
Sin duda, un perro. Precisamente porque son animales, empáticos, leales y sensibles.
¿Apodo?
En el colegio me decían Totonia es por eso que mi tuiter es @totonia68, pero ya no me dicen así. La gente más cercana me dice Toña o Toñis.
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¿En qué edad preferiría quedarse?
Creo que la actual. Ni muy joven, para tener ya experiencia y sabiduría, ni muy vieja, para tener energía.
Último libro que leyó.
Los testamentos de Margarette Attwood.
Música favorita para bailar.
El rock latino y luego las bandas inglesas: Queen, Police.
¿Si no fuera defensora de DD.HH., qué sería?
Creo que sería periodista.
¿Qué es lo más loco que ha hecho?
Quizás el haber asumido este cargo y subirme a avionetas, helicópteros, canoas, olvidando mis miedos, para llegar a lugares lejanos y poder escuchar a la gente.
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¿Algún talento oculto?
No diría que es un talento, pero cuando tengo tiempo —que es muy poco— me gusta bordar. Me tranquiliza, me enfoca.
¿Qué comida no puede rechazar?
El chocolate.
¿Si supiera que mañana es su último día qué haría hoy?
Estaría con mi esposo, mis hijos, mi madre. Abrazados.
Un mensaje para los nicaragüenses.
No se rindan, no están solos, la vida jamás se declara vencida.