Cuando Euristeo le encomendó trabajo tras trabajo a Hércules, su idea era que no regresara vivo, y así no sería una amenaza para su trono. Pero a Hércules se le ocurrió retar a lo imposible: matar al León de Nemea, la Hidra de Lerna, capturó a la Cierva de Cerinea hasta conseguir la docena de hazañas con el rapto de Cerbero, el perro del inframundo. No pretendo aburrirlos con clases de mitología, pero la tarea de Teófimo López de este sábado contra Vasyl Lomachenko se asemeja a las epopeyas del robusto hombre del hijo de Zeus. Deberá sortear la velocidad del ucraniano, sus movimientos de piernas y cintura, el volumen constante de sus púas, batallar contra la inteligencia, la experiencia y técnica depurada de uno de los últimos románticos del pugilismo, ese boxeador que le da armonía a sus peleas con sus pies y envenena el cuerpo del rival round tras round hasta petrificarlo para su total aniquilación.
Sin embargo, por más perfecto que parezca Lomachenko está lejos de ser inmortal. Un peleador tan imperfecto como el Siri Salidos pudo derrotarlo y, cuando le preguntan la clave del triunfo, dijo: “no lo dejé pensar”. El mexicano presionó tanto al europeo que no le dejaba espacio de reacción, aunque a un alto costo de su físico. Jorge Linares, aunque terminó noqueado en 10 asaltos, también es otro ejemplo que se puede mandar al fango a Vasyl. Linares no tiene la pegada de López, tampoco su velocidad, pero logró descargar su mano derecha en recto al rostro para sentarlo en la fría lona. Así como el León de Nemea parecía impenetrable con su piel, tenía un punto débil.
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López tiene de su lado el poder y con su mano derecha ha demostrado necesitar solo un parpadeo para hacer ver estrellas a los oponentes como fue el caso más reciente del campeón de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) de las 135 libras, Richard Commey. El discurso del hondureño se ha basado en las ofensas, humillaciones para tratar de causar un sentimiento de venganza, el fuego interno que te produce ceguera. No obstante, eso es una estrategia, quiere vestirse de Roberto Durán como enredó con palabras a Sugar Ray Leonard en 1980 logrando que un estilista se fajara, ya teniéndolo en su terreno le sacó la pelea. López quiere lo mismo, que la rabia de Lomachenko sea tanta para olvidarse de su boxeo de entrar y salir, el cual es muy desgastante y desesperante para el oponente.
A Lomachenko le tienen tanto respeto que a veces pierden la perspectiva y cuando se dan cuenta los asaltos pasaron volando. Teófimo no, es atrevido, tiene la valentía e imprudencia de la juventud con 23 años, pero sobre todo posee ese martillo en sus manos que definen su destino en un abrir y cerrar de ojos. Hércules pudo cumplir sus 12 trabajos, López podrá retar el destino y raptar a ese perro del inframundo como el hijo de Zeus.