Dos años atrás Félix Alvarado alcanzó el sueño de niño: ser campeón mundial. Lo hizo a pesar de viajar en un trayecto de Nicaragua hacia Filipinas de más de 48 horas, durmiendo de aeropuerto en aeropuerto como un peregrino, con el único propósito de los promotores rivales de agotarlo; estuvo en un hotel como él mismo dice “de mala muerte” en un barrio peligroso y asegura que el pugilista local, Randy Petalcorin, no marcó la categoría durante el pesaje. Como si tuviera una armadura de hierro contra el caos, el muchacho soportó junto a sus dos entrenadores: Luis Cortez y Wilmer Hernández hasta regresar con la corona, al noquear en siete asaltos.
Alvarado está en Las vegas haciendo campamento junto a su hermano René, esperando su incorporación en la velada del 5 de diciembre. “Cuando pienso en ese día me pongo nostálgico. Logré mi sueño y jamás lo voy a olvidar”, indica. No obstante, también reflexiona: “ser campeón no ha sido como esperaba, pero no reniego porque Dios sabe lo que hace. Yo creo que ya estuviera en mi tercera defensa, con una mejor solvencia económica y haciendo más historia, sin embargo, una enfermedad evitó mi unificación en Japón contra Ken Shiro y la pandemia vino a golpearnos a todos”.
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Cuando se le pregunta por el combate más complicado en toda su carrera no duda en responder: “contra Petalcorin”. “Creo que esa pelea de título ha sido la más difícil de mi vida porque desde el viaje, la forma en que me trataron y el ritmo que tuve que poner para evitar sorpresas, fue desgastante. Me sorprendió la velocidad del filipino. Después de lo que me habían hecho en Argentina llegué mentalizado en noquear, expuse mucho mi físico para tirar sin pausas. Hice un sobre esfuerzo, pero ese es el sacrificio de un boxeador que lucha por un sueño”, señaló el monarca de las 108 libras de la Federación Internacional de Boxeo (FIB).
El pequeño de los Alvarado tenía pensado unificar todos los cinturones de las 108 libras, pero el objetivo ha cambiado. El tiempo pasó y no ha sido color rosa para él. “Siempre busco como superarme. Uno cada vez más tiene responsabilidades. Mi meta es hacer una defensa más y luego saltar a las 112 libras y después a las 115. Quiero lograr prestigio y estabilidad económica. El boxeo es un deporte que amo y lo hago con mucha pasión”, afirma.
Y si en él estuviera la decisión de escoger al campeón a enfrentar en la siguiente categoría ya tiene entre ceja y ceja a Julio César “Rey” Martínez. “Es un peleador que está consiguiendo fama, le tengo mucho respeto y es de esos guerreros que me gustaría enfrentar. Uno demuestra su calidad venciendo a los mejores. Me gustaría tener la oportunidad para destronarlo”, sentenció.
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