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Ter Stegen hizo atajadas imposibles que mantuvieron al barcelona en ventaja. LAPRENSA/AFP

El Barcelona y su nivel de montaña rusa

Ronald Koeman hace gestos, se agarra la cabeza, mira a todos lados, se vuelve a quejar y, finalmente se sienta en el banquillo. Respira porque Ter Stegen obra milagros

Ronald Koeman hace gestos, se agarra la cabeza, mira a todos lados, se vuelve a quejar y, finalmente se sienta en el banquillo. Respira porque Ter Stegen obra milagros. No está para nada conforme con el desafío. Sus pupilos iniciaron mostrando los dientes, dejando la sensación de liquidar el encuentro en los primeros diez minutos, pero todo eso se esfumó porque terminaron pidiendo el pitazo final contra el Dinamo de Kiev, mermado por seis jugadores y cinco miembros del staff de entrenadores con Covid-19. Los culés ganaron justamente el duelo 2-1, en lo que debió ser su verdadero desahogo para ganar confianza tras el resbalón en Liga en Vitoria ante el Alavés. No obstante, volvieron a mostrar que su nivel varía como la onda de una cuerda de guitarra.

El conjunto ucraniano caía como piezas de jenga empezado el partido. Popov le hizo un penalti a Messi y el argentino no perdonó (1-0), Pedri estrelló un balón en el travesaño y acarició la línea de gol, Griezmann… ¡Ayyyyy, el pobre Griezmann! Juega a la gallina ciega como delantero. Le quedó un balón de postre, realmente marcar ese gol era como robarle el dulce a un bebé, pero hizo lo más difícil: fallarlo. En ese momento el porvenir del partido era que tarde o temprano la goleada se daría. Grave error. El Dinamo encontró el balón, consiguió la posición y durmió al Barcelona. Los culés no solo se dedicaron a fallar las ocasiones sino a perder el control del esférico. Buyalskyi cabeceó de forma mortífera, de esos disparos de manual: al suelo y rebote complejo y Ter Stegen se multiplicó.

En el segundo tiempo el alemán volvió a mostrar su capa y en un mano a mano con Tsygankov mantuvo la diferencia para su equipo. Luego vino el centro del Dinamo y Kedziora batió la puerta, pero el gol fue anulado porque según indicó el árbitro de línea, el balón había salido en el recorrido por llegar a la cabeza. Otro mano a mano con el alemán y Supriaha fue anulado. Así regresaba el último hombre en pie del Barcelona tras su operación, encumbrado por su talento. Entretanto un jovencito de 18 años que apenas acumulaba su segundo partido como profesional llamado Neshcheret evitaba más ventaja para los azulgranas parándole un tiro libre a Messi, otro disparo a Sergi Roberto, pero que finalmente sucumbió al centro de Fati y remate con la testa de Piqué. Increíblemente, Tsygankov tuvo dos opciones más, sin embargo, Ter Stegen ya estaba en modo desborde. Su aura era tan grande que no había anda capaz de batirlo. Pitó el árbitro, el Barcelona mantuvo la victoria, sumó tres puntos, se afianzó como líder de grupo en Champions, pero Koeman continuó con la cara amarga. Sabe que fallando así el desenlace oscuro es inminente.

Deportes Barcelona

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