Hace dos años Yanick Carrasco se enrumbaba a China por dinero. Iba a ganar 11 millones de euros libres de impuestos. La tentación monetaria pudo más que la exigencia en la élite. Vivió un infierno porque no despegaba, tenía los focos sobre él e iba en picada, le rompió la nariz a un compañero, lo multaron con 155 mil euros y luego se sentía solo. Esa pesadilla quedó en el olvidó. Volvió a sonreír en el equipo de sus amores de donde nunca debió salir. Ahora se convirtió en el protagonista del partido que hunde al Barcelona a nueve puntos de los Colchoneros. Tan solo Carrasco jugó a ser Yanick, un soldado a las órdenes del Cholo. Defendió con las uñas las embestidas de Dembelé y le dio salida al equipo, pero sobre todo el único gol del encuentro para empatar a 20 puntos en la cima a la Real Sociedad.
1-0 terminó el duelo. Un encuentro cómodo para el Atlético de Madrid, el resultado no es el reflejo de la cancha. En la realidad los de la capital superaron en todas las facetas a sus oponentes: balones divididos, llegadas de peligros, circulación de la pelota y solidez defensiva. Estamos a la vista del mejor equipo español y el próximo ganador de LaLiga. Las oportunidades del Barcelona surgieron en un inicio, cuando se tiran los dados y el azar reina, pero poco a poco se acoplaron y movieron los hilos del juego como títeres. Koke en el centro de la cancha, Joao Félix en la ofensiva, Carrasco como Trippier con profundidad en los costados y Correa siendo un desequilibrador.
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El Barcelona se columpia sobre el precipicio. Con la lesión de Piqué y de Sergi Roberto solo le queda empezar a cavar una tumba. Es increíble que en tan solo nueve partidos ya está en el ambiente el olor a muerto. Este Messi no funciona individual, necesita más de sus compañeros. No hizo un mal partido, pero tampoco en modo Dios. Sino que se dedicó a centrar balones con eficacias, sin suerte en las definiciones. El Messi productor necesita de ejecutores y lamentablemente no los tiene. Bienvenidos al ocaso del mejor jugador de época moderna del futbol.
El gol del Atlético de Madrid es un espejo de cómo se desarrolló el desafío. Un robó de pelota, un balón largo de Correa a la espalda de Carrasco, un toque sutil para pasar el esférico entre las piernas de Ter Stegen y a más de 20 metros de la portería fijó la puntería para marcar. Una de las fortalezas de Ter Stegen terminó siendo su perdición. A veces el atrevimiento descerebrado pasa factura. Aún Lenglet podía llegar a cerrar a tiempo.
No obstante, aunque esa jugada decidió el partido, hay más temas por discutir. Y Joao Félix merece un capítulo aparte. Podemos traer a jóvenes deslumbrantes como Mbappe, goleadores como Halaand o Ansu Fati, o extremos desequilibrantes como Vinicius, sin embargo, el portugués lo tiene todo. No solo tiene el atrevimiento para marcar goles (aunque no lo hizo en este duelo), sino que posee la visión para romper cadenas de partidos cerrados y dar juego saliendo desde atrás, además de dar la impresión de ser omnipresente.
Sin magia
El Real Madrid se resbaló en La Cerámica, estadio del Villarreal. Solo un disparo a puerta de los Blancos, no es un sueño es una realidad. Créanlo. Todos creímos que habían tocado fondo al ser goleados por el Valencia, sino que todavía podían jugar para peor. Mariano abrió el marcador y un penalti de Courtois marcado por Gerard Moreno igualó el marcador.