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“La acción del gobierno y su gestión ha sido insuficiente". LA PRENSA/O.NAVARRETE

“La acción del gobierno y su gestión ha sido insuficiente”. LA PRENSA/O.NAVARRETE

Víctor Campos: “Si la siembra de apante no funciona, habrá hambre”

Víctor Campos tiene 30 años de dedicarse a trabajar en temas ambientales. Ha visto pasar varias catástrofes naturales, pero admite que no estaba listo para la represión que inició en abril de 2018. 

Desde que se tienen registros, en Nicaragua no es común el impacto de dos grandes huracanes en menos de un mes y en el mismo año. El 2020 nos sigue dando grandes titulares. 

Primero el huracán Eta, que arremetió contra el Caribe Norte y dejó a miles de personas sin hogar, y cuando algunos volvían resignados a lo que un día fueron sus hogares llega Iota y termina de sepultar bajo agua lo poco que quedaba. 

Víctor Campos tiene 30 años de dedicarse a trabajar en temas ambientales. Ha visto pasar varias catástrofes naturales, pero admite que no estaba listo para la represión que inició en abril de 2018. 

En esta entrevista describe el comportamiento de los huracanes que han golpeado Nicaragua, critica la gestión por parte de las autoridades y explica la diferencia entre el huracán Mitch y el ciclón Iota. 

¿Esto de dos huracanes en menos de un mes ya había ocurrido en la región?

No, nunca. Es la primera vez desde que se tienen registros que ocurren dos huracanes mayores en un periodo de tres semanas. Indiscutiblemente esto es algo nunca visto en la historia de Nicaragua. 

¿Qué papel juega en esto el cambio climático? 

La pregunta de que si el huracán es atribuible al cambio climático es algo realmente difícil de responder. La mejor figura que escuché al respecto es que el cambio climático es como un bateador jonronero que toma esteroides y que cuando pega un jonrón no sabemos si es por sus habilidades o porque toma esteroides. Además, en las discusiones internacionales los países desarrollados se niegan y hay resistencia para asumir.

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¿Nosotros como país contribuimos al cambio climático? 

No, quienes causaron el cambio climático son las sociedades desarrolladas económicamente y ahora nos está tocando pagar esos platos rotos. Lo que necesitamos es que estos países desarrollados asuman esto, que debería ser plata que estaríamos destinando a otros fines y que ahora tenemos que poner para reconstruir el país.

En estos años trabajando de cerca con catástrofes, ¿qué ha sido lo más impactante que ha visto? 

Han sido varias, la primera que se me viene a la memoria es el huracán Mitch. En ese tiempo yo viajaba con bastante frecuencia a Bosawas, por el río Coco. Algo que recuerdo cuando yo llegué tres o cuatro días más tarde a la zona, es que había 20 metros arriba del promedio del río, como que había pasado un tractor. Aquello completamente descubierto sin capa vegetal. Esa vez se llevó una buena parte de Wiwilí y Nueva Segovia y para abajo en los poblados miskitos también se llevó todo lo que estaba a su paso. De tal manera que el río Coco creó una barrera al río Bocay y el río se creció. Desde el punto de vista del fenómeno físico, fue bastante impresionante.

¿Cómo encontró a las comunidades indígenas que fueron afectadas? 

Me sorprendió la capacidad de respuestas de los pueblos miskitos y mayangnas. Rápidamente lograron recuperarse y creo que ahí hay una lección que todavía hoy no me queda suficientemente clara. Es el hecho de que como son poblaciones con un nivel básicamente de subsistencia, su recuperación fue más rápida que la de zonas como Wiwilí. Yo sé que la teoría dice lo contrario. Viendo el impacto de estos dos huracanes, el impacto fue brutal. 

En la actualidad parece que no existiera más protocolo contra estos desastres que la evacuación. 

Nicaragua, a nivel regional, y hay que reconocerlo, está valorado como uno de los países que tiene mejores sistemas de respuestas. 

¿Por qué? 

No sé si nos pasa como en el tema de la violencia, que no nos comparamos precisamente con los “mejores”. 

Los huracanes seguirán ocurriendo, ¿cómo debemos enfrentar el próximo?

Lo que he visto en esta emergencia es lo siguiente: la gente lo que ha aprendido es autocuidarse. Nos pasó, por ejemplo, con la pandemia. El manejo de la pandemia el gobierno se lo dejó a la gente y esta buscó cómo resolver sus problemas, se quedó en las casas. Entiendo que se hicieron esfuerzos por llevar personas a albergues, los cuales me dice un amigo que son más bien refugios. La diferencia es que en un albergue existe un protocolo que debe ser estrictamente cumplido. Uno de estos son las normas Esfera, que establecen la cantidad de agua segura para cada persona, la dosificación de proteína y carbohidratos. Pero cuando mirás las normas en Nicaragua te das cuenta que están lejos de eso. Por esa razón muchos prefieren refugiarse bajo sus propios medios. Con el huracán Eta hubo personas que estuvieron en estos refugios hasta por 20 horas sin agua y comida. El tema del agua es algo fundamental, la gente sobrevive, pero no es algo que se hace con base a la dignidad humana. 

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¿Cómo valora usted el papel de las autoridades?

La acción del gobierno y su gestión han sido insuficientes. Creo que si realmente nos ufanamos de esa capacidad para el manejo de emergencia, se esperaría una mayor proactividad. La mayor parte de la gente se autoevacuó y eso me parece normal y lógico, si está en peligro mi vida y tengo los medios me voy.  Se supone que eso debería ser bajo la orientación de una autoridad que está indicando y sabe las posibilidades ante el fenómeno, pero eso no lo vimos, así como tampoco lo vimos en el manejo de la pandemia. No hay un liderazgo efectivo.

De nuevo parece que vamos en un barco a la deriva. 

Se supone que el manejo de estas emergencias es por un sistema nacional de prevención de desastres. O sea, que es con un enfoque sistémico en el que se organiza la comunidad, el municipio y las comunidades autónomas, las instancias regionales y una secretaría y ejecutiva en Managua. Esto lo deberían de manejar los alcaldes porque es una estructura piramidal. Yo no sé si esto está funcionando y lo que siento es que mucho se depende de Managua. 

¿Cuáles son las medidas que se deben de tomar en los próximos días?

Lo primero es la respuesta inmediata. Atender a las personas que están sufriendo y proveerles las condiciones necesarias para superar ese momento, siempre bajo los estándares que ya están definidos. Aquí no hay que inventar nada. Luego se pasa a la rehabilitación de sus medios de vida a como son sus viviendas, la reconstrucción de sus medios de subsistencia, ya se la pesca o la parte agrícola, que creo que no ha sido valorada apropiadamente. Los reportes que tenemos hasta el momento nos vienen de un 90 por ciento de afectación en granos como los frijoles y otros como el plátano. Solo queda la posibilidad de la siembra de apante, ahora con la humedad.

¿Estamos ante una posible hambruna en esa región del país?

Con esta afectación podría ser fatal. Yo creo que si la parte de la siembra de apante no funciona va a haber hambre. La afectación es a nivel de donde hemos tenido exceso de humedad y no se va a disponer de la cantidad de alimentos que estaba sembrado y eso tendrá una repercusión en el acceso, tanto en el campo como en la ciudad.

¿Cuánto ha llovido entre estos dos huracanes? 

Estamos haciendo el consolidado final porque todavía está lloviendo en algunas partes, pero hubo concentraciones altísimas de hasta 600 milímetros de lluvia en algunas zonas. Para ponerte un ejemplo, en esas zonas las precipitaciones para toda la estación lluviosa son de (entre) 1,800 y 2,000 milímetros. Es como todo un mes de lluvia concentrado en unos cinco u ochos días. Varía de una zona u otra, de la franja costera a Las Minas, San José de Bocay, Ayapal, Wiwilí; estas zonas tuvieron precipitaciones realmente impresionantes que no se habían visto desde el huracán Mitch. El Mitch se caracterizó por la acumulación de agua, mientras que Iota tuvo agua y vientos, lo cual ha significado la crecida abundante en los ríos.

Tanto el huracán Eta como Iota tuvieron comportamientos similares. 

Lo que indica la estadística es que en donde se forman los huracanes, lo que los meteorólogos llaman la zona ciclogenética, en este caso cuando no son los que se forman en el Atlántico, sino que se forman en el Caribe, han tenido este nivel de comportamiento. En el caso de Nicaragua, los huracanes que nos han caído han venido de ese lado. En pocas palabras, los que se forman en el Caribe es muy probable que nos caigan. El 80 por ciento de los huracanes que caen en octubre y noviembre salen de ahí. 

¿Qué tiene la zona de Cabo Gracias a Dios que desde la llegada de Cristóbal Colón atrae tantas tormentas?

La dirección y la trayectoria están dadas por el calor y la temperatura del mar, pero también hay una suerte de corrientes superiores que de alguna manera moldean las trayectorias. Eta entró, luego salió un poco más al este y agarra para Honduras, después se va a Cuba, cuando se esperaba que su circulación fuera más al norte. Pero es que hay un gran frente frío que todavía se mantiene y no permitió que subiera. Depende de muchas variantes, pero está claro que el patrón se repite y más o menos el 70 por ciento pasa por Cabo Gracias a Dios. 

Hay algo que llama mucho la atención de estos fenómenos y es que tras tocar tierra se debilitan, pero siguen avanzando y atraviesan incluso zonas montañosas.

Es que hay como una especie de inercia. Estos fenómenos traen una cantidad enorme de fuerza y cuando tocan tierra se debilitan porque les falta el agua que se convierte en vapor y genera más agua. Pero a pensar que este eslabón se frena, el proceso de inercia sigue y recorren cierta cantidad de distancia, pero la capacidad destructiva baja. 

¿Cuál es la diferencia entre Iota y el Mitch? 

Lo terrible del Mitch fue que se estacionó y comenzó a generar mucha lluvia durante varios días. Mientras que Iota fue más rápido y tocó tierra en poco tiempo, incluso tardó más en llegar Eta. 

El estallido social en Nicaragua tiene un fondo ambiental que fue la crisis de los incendios en la Reserva Indio Maíz. 

La conciencia ambiental viene creciendo en los últimos años y principalmente en el sector joven. Los jóvenes actuales como que ya lo traen incorporado y es difícil sacar a un joven de algo de lo que ya está convencido, como es la importancia del ambiente, lo que no pasó con mi generación. Eso ya no lo pueden quitar y voy a hacer un comercial, algún mérito tendremos los que nos dedicamos a estos asuntos. 

¿Cómo afrontaron la crisis de abril como Centro Humboldt? 

Nosotros hemos dado asesoría a nivel regional sobre el tema ambiental. Tenemos planes institucionales de contingencia para ayudar a la gente, pero ahora nos estamos encontrando con amenazas emergentes que no están dentro de la gestión de riesgos tradicional. Por ejemplo, abril de 2018 fue una amenaza para todos en el sentido que se quiera tomar. Se paró el país, las organizaciones no estaban preparadas y ahora lo vemos como una amenaza más que tenemos que gestionar. No es solo la naturaleza y ahora nos viene la pandemia. Tenemos un manual que hay que actualizar. En términos, por ejemplo, de derechos humanitarios, las cosas que pasaron en abril quedan fuera por el vacío que queda en el derecho internacional. Si fuera una guerra en el sentido estricto de la palabra, queda cubierto por los Acuerdos de Ginebra. Esto es una asignatura pendiente.

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Son varias crisis las que se están arrastrando en Nicaragua. 

Yo lo veo complicado. Muchas de las soluciones están en encontrar la salida de la crisis sociopolítica que no está resuelta. Lo que generó abril sigue estando ahí. Esto también tiene que ver con el manejo de las otras crisis y nos toca sobrellevarlas con la situación restrictiva y cerradas a la participación ciudadana. 

¿Podríamos esperar un tercer huracán? 

A mí me parece que está difícil. Vienen dos ondas detrás y nada es imposible, pero con 20 por ciento de probabilidades que le están dando, siempre queda la posibilidad de que se estacione una onda y le caiga la otra y se forme algo. Esperemos que no pase eso, que ya es jugar con la imaginación. Yo espero que no llegue ni a depresión.

Plano personal 

Víctor Manuel Campos Cubas tiene 30 años de trabajar en el Centro Humboldt. 

Desde hace cuatro años está al frente de la dirección ejecutiva de esta institución.

Es originario de Boaco y está casado desde hace 43 años. Tiene dos hijos, dos nietas y dos nietos. 

Prácticamente toda su vida profesional la ha dedicado a trabajar en temas ambientales. 

Se decidió por estudiar ingeniería civil porque tenía cierta facilidad con los números.

En 1984 comenzó a trabajar en el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter) y luego en los noventa entró como uno de los primeros trabajadores fijos del Centro Humboldt

La Prensa Domingo

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