El beisbol ha sido un bálsamo para Everth Cabrera: cura sus heridas y despeja su mente. A sus 34 años hizo una pausa en la autodestrucción para convertirse en el líder del Tren del Norte e ilusionar a la fanaticada norteña con un arranque inesperado. Hasta hace unos meses su caminar era en marea alta con aguas revueltas, pero recibió ese chaleco salvavidas del deporte para volver a respirar. Actualmente es el segundo mejor bateador de su equipo, solamente detrás de Renato Morales y, el mánager, Lenin Picota, habla muy orgulloso de su recuperación.
Cabrera conecta seis imparables en 16 turnos, siendo tres de ellos dobles, anota tres carreras y recibe tres bases por bolas. Su físico ha mutado. Más peso, menos flexibilidad, pero su velocidad de piernas continúa causando estragos. “Everth ha estado dando resultados. Lo principal era dejarle las cosas claras y a la misma vez motivarlo. Es un líder del equipo y su positivismo contagia a los demás. Estoy muy contento con su actuación, todos esperamos que mantenga ese compromiso”, señaló Lenín Picota, quien le ha robado los focos a los dos favoritos: León y Rivas.
Es la sexta aparición del nandaimeño en la Liga Profesional. Su primera aventura fue en 2004-2005, siendo un jovencito ilusionado con llegar a las Grandes Ligas. No tuvo muchos turnos y en sus 27 apariciones conectó cuatro imparables. El año siguiente con el Bóer triplicó los turnos al bate (73) pero su ofensiva seguía siendo pobre (16 imparables). En 2006-2007, manteniéndose con los Indios, dio el salto de calidad, al promediar .328 con un cuadrangular. Ese fue el último año que disputó pelota nacional antes de cumplir su sueño. De 2009 a 2015 se sostuvo en Grandes Ligas, batalló con las lesiones, confesó haberse resbalado en las drogas y también dio positivo a sustancias prohibidas.
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Después de tocar fondo nuevamente tras ser descartado del mejor beisbol del mundo, Cabrera recibió ayuda de Nemesio Porras y fue internado para su rehabilitación en Cuba. Regresó renovado de su kriptonita y encontró aire fresco en un campo de pelota. Promedio .340 con 35 imparables y un jonrón en el Bóer. Desapareció nuevamente, se recibían noticias preocupante de su estado, fue cesado del Granada en Primera División y en la temporada pasada encontró el punto de equilibrio con los Gigantes. Sumó .282 de promedio, un jonrón y 33 imparables. Y así se enredó en su propia cáscara de banano. Pasó el mismo proceso de tocar fondo para salir a flote nuevamente e impactar en la Liga.
El futuro de Cabrera es incierto como ha sido su transitar, pero su presente se vislumbra emocionante. Mientras esté comprometido con el deporte el nandaimeño estará fuera del barro. Estelí disfruta su tercera resurrección.