14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El abogado nicaragüense Harold Rocha, experto en derecho internacional, durante una ponencia ante la Organización de Estados Americanos (OEA), en 2019.

¿Qué puede esperar Nicaragua de la administración de Joe Biden? Esto dice Harold Rocha, asesor del partido Demócrata

El abogado nicaragüense Harold Rocha es asesor del Partido Demócrata desde hace más de 30 años 

Contenido Exclusivo CONTENIDO EXCLUSIVO.

Harold Rocha salió de Nicaragua a la edad de 15 años, en 1981, y desde entonces reside en Estados Unidos. Es abogado, profesor de Derecho y asesor del Partido Demócrata a nivel nacional, colaborando en sus campañas electorales desde los comicios presidenciales de 1988.

Su “centro de operaciones” se encuentra en Wisconsin, uno de los estados en los que el presidente Donald Trump está solicitando un recuento de votos, alegando “anormalidades percibidas” en las elecciones realizadas el reciente martes 3 de noviembre.

En esta entrevista el abogado de 54 años explica lo que Nicaragua, Cuba y Venezuela pueden esperar de la administración de Joe Biden, presidente electo; así como la posibilidad de que se revierta el resultado de los comicios. También responde si Biden es o no comunista y analiza el golpe que las acusaciones de fraude electoral tendrán en la imagen internacional de Estados Unidos.

¿De dónde viene la idea de que Joe Biden es comunista?

Eso es parte de la campaña de desinformación que se ha canalizado a las comunidades latinas y sobre todo a la comunidad latina de la Florida. Ahí se sabe que condicionó el voto. Pero eso no es nuevo. El partido republicano siempre ha sumado votos dentro del exilio cubano y el exilio nicaragüense, por la idea de que los republicanos son más fuertes y los demócratas más suaves con los regímenes de izquierda. Eso no es del todo cierto. La invasión a Bahía de Cochinos, en Cuba, aunque la ideó un gobierno republicano, quien la implementó fue un gobierno demócrata, que fue el de Kennedy. Lo que pasó es que (Barack) Obama hizo un análisis y dijo “con sesenta años de bloqueo no hemos logrado que el pueblo cubano regrese a la democracia, quizá lo que hay hacer es lo contrario, darle al pueblo cubano un cierto respiro económico para que puedan fortalecerse internamente y que sean ellos los que decidan qué tipo de gobierno quieren, porque nosotros no podemos hacerlo”. Ese fue el motivo principal del acercamiento de Obama hacia Cuba, pero obviamente la comunidad cubana en el exilio lo percibió como una traición enorme porque cómo puede Obama sentarse con Raúl Castro… Pues de la misma forma en que sentaba con el presidente chino y con el presidente ruso. Las relaciones son bastante complejas.

Lea Además: Opositores en Nicaragua: El triunfo de Joe Biden en EE.UU. no cambiaría presión contra dictador Daniel Ortega

Pero el discurso de los republicanos contra los regímenes de “izquierda” siempre es más frontal.

Así es… Los demócratas tienden a decir que estas cosas tienen que resolverse en los foros multilaterales, que debe ser la OEA, Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio y en conjunción con la Unión Europea, etcétera. Se busca que la solución no sea imperialista, de un país que va y quita y pone a otro gobierno. Pero en el exilio cubano y el nicaragüense eso se vio como una traición. Y en el exilio venezolano también, hasta cierto punto. Ese el mensaje que capitalizó el partido republicano para propagar esta idea de que Biden es comunista o socialista. Pero decir que Biden en los cuarenta y tantos de vida pública que tiene, de alguna manera buscó que el Estado controlara los medios de producción es irrisorio. Él es fundamentalmente una persona capitalista, creció en una familia de clase media que se ha beneficiado de eso, ¿cómo va a ser socialista? Pero la campaña de desinformación fue tan eficaz que una buena parte del electorado latino votó en base a ese temor. Entre ellos muchísimos conocidos míos. La verdad es que el gobierno de Trump ha sido bastante generoso con la oposición nicaragüense y todas las sanciones que se le han pedido las ha dado, pero a final de cuentas Ortega estaba ahí cuando llegó Trump y ahora sale Trump y Ortega sigue ahí. La política de Estados Unidos hacia la región es bipardidista y consensuada y no depende del presidente en sí, sino que depende de una serie de factores, entre ellos el Congreso. Esa es la garantía para saber que ni Trump fue mejor ni Biden va a ser peor. Simplemente la política de Estados Unidos continuará. Habrá cambios, porque habrá cambios, pero en la parte fundamental no. Ese camino ya está trazado y pasa por las elecciones de noviembre de 2021.

¿Cómo puede interpretarse el que Biden diga que ahora la diplomacia estadounidense volverá a ser “sobria”?

A ver, yo creo que ese es uno de los cambios en tono que van a ser notables entre un gobierno y el otro. Una de las primeras tareas de Biden va a ser la reconstrucción de los equipos del Departamento de Estado y eso dará un nuevo auge a la diplomacia, porque se necesita reconstruir puentes diplomáticos con casi todo el mundo. No se trata de simplemente decir “voy a presionar a Maduro mandando unos buques al Caribe”. Esas cosas tienen efecto mediático, pero no tienen ningún efecto práctico ni político. Ni Maduro tiembla con eso, ni Ortega temblará tampoco, si de pronto dicen que van a mandar aviones del Comando Sur. Creo que se puede esperar ese cambio de tono en la administración de Biden, pero cambios de fondo no habrá. Hace como dos semanas aseguró que las sanciones se mantienen y se mantienen en parte porque el poder legislativo, las cámaras del Congreso, se lo exigirán.

Hace poco vimos a Maduro y a Ortega felicitando a Biden por su triunfo en las elecciones, eso naturalmente despierta desconfianzas.

Yo creo que eso es oportunismo político tanto de Ortega como de Maduro para hacer ver que ellos han ganado. Pero hay que recordar que Maduro aportó medio millón de dólares al comité que organizó la inauguración del gobierno de Trump en enero de 2017. Además dos o tres meses antes de las elecciones, Trump dijo que él estaba dispuesto a sentarse a conversar con Maduro, lo que pasa es que el día siguiente dijo “bueno, es para negociar su salida”. Y Ortega, a pesar de que da esa imagen de que tiene contacto con los demócratas, el otro día dijo que estaba dispuesto a respetar la teoría de Trump de que Biden ganó ilícitamente. |Esas contradicciones demuestran que son falacias y teorías que echan a rodar a ver si la gente lo cree. Pero por otro lado, creo que tienden a pensar que Estados Unidos se ha quedado en la cosmovisión de la Guerra Fría. No tanto Maduro, porque él no era protagonista entonces; pero Ortega sí. En ese entonces se consideraba que Nicaragua era parte importante en la confrontación de dos potencias, pero eso ya no existe. Ortega no se da cuenta de que no estamos en los ochenta y que a pesar de que él sigue siendo él, Biden y Trump no son Reagan. Las circunstancias han cambiado y por lo tanto la respuesta política y diplomática de Estados Unidos cambiará según esas circunstancias. Cuando dicen que los demócratas los van a ayudar son fantasías de ellos. Estas son políticas de Estado que no varían porque cambie la persona que ocupa el despacho oval.

Lea También: Biden afirma que si gana las elecciones no suavizará las sanciones al régimen de Ortega

¿Qué tan decisivo es el presidente a la hora de aplicar una sanción?

Quien aplica las sanciones es efectivamente el poder ejecutivo, pero no es que alguien llamó al presidente y le dijo “Mr. Trump quiero que sancione”. Esas cosas son estudiadas minuciosamente tanto por el Departamento de Estado como por el Departamento del Tesoro. No se aplica si el Departamento de Estado no considera que deben aplicarse y quien las promulga es una de las oficinas del Departamento del Tesoro. Es todo un engranaje, bastante complejo. Son decenas de personas involucradas en ese proceso. No es algo que se improvisa, son bien estudiadas y estratégicamente diseñadas para mandar un mensaje.

Corea del Norte es el país más sancionado del mundo y ahí sigue el régimen de los Kim, ¿son efectivas las sanciones?

Se sabe que hay sanciones que sí son bastante eficaces y tienen efecto directo y otras que van allanando el camino poco a poco. Hay momentos en que las sanciones tienen una carga simbólica y política muchísimo mayor que la carga práctica. Nicaragua es un país soberano, Estados Unidos no tiene potestad para ir a cerrarle las cuentas bancarias a la familia Ortega Murillo o cancelarle la personería jurídica a sus empresas. Solamente puede aplicar sanciones que tengan efecto en las instancias en las que tiene jurisdicción. Esa es la razón por la que se dice que las sanciones no son eficaces, porque no generan un cambio inmediato, pero yo creo que a largo plazo sí y sobre todo tienen un efecto bastante alentador para el pueblo, porque los hace ver que no están solos.

¿Realmente qué tanto le importa Nicaragua a Estados Unidos?

Sigue siendo un problema bastante importante que encaja dentro de la política regional en Centroamérica y Latinoamérica, ejes de la política exterior de Estados Unidos, que trasciende partidos y trasciende gobiernos y uno de ellos es el apoyo a la consolidación de la democracia, el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos. Eso no varía. Y lo de Nicaragua preocupa precisamente por eso.

¿Pero entonces Joe Biden es de izquierda o no?

¿Izquierdoso? No, no, no. Para nada. Si lo fuera lo hubiera sido cuando era más joven y cuando estaba más de moda eso, antes de la caída del muro de Berlín. Hoy la circunstancias son distintas y él es un hombre muchísimo más maduro. Pero, una vez más, aunque Ortega es el mismo, el mundo ha cambiado y las circunstancias han cambiado y el gobierno de Estados Unidos actuará en consecuencia.

Podría interesarle: Joe Biden: esto es lo que ha dicho el presidente electo de Estados Unidos sobre el régimen de Daniel Ortega 

El demócrata Joe Biden es el presidente electo en los comicios del 3 de noviembre. Muchos analistas lo ubican más “al centro” que a la izquierda o la derecha.

¿Hay incertidumbre en Estados Unidos por los resultados de las elecciones presidenciales?

La incertidumbre es normal en un ciclo de transición siempre, pero esta vez es un poco acentuada por la forma en que se ha dado el reconocimiento de los resultados electorales, el tiempo que ha tardado, pero sobre todo porque han sido cuatro años de una nueva forma de hacer política que en Estados Unidos no se recordaba.

¿Cómo así?

Una política tan reñida, confrontativa, tan divisiva, no se veía desde el siglo XIX.

Cuando uno lee las acusaciones de fraude que los republicanos hacen contra los demócratas, da la impresión de que hablan no de Estados Unidos, sino de Nicaragua. ¿Qué está pasando?

Exactamente… Es la latinoamericanización de la política estadounidense, pero esas cosas aquí no se dan. La idea de que alguien puede falsificar un voto en el correo es imposible, porque para empezar, para pedir esa boleta, alguien tiene que mandar una solicitud con una copia de su documento de identidad y firmarla. La autoridad envía esa boleta y la persona la devuelve. En ciertos estados, como en el mío, la persona tiene que tener un testigo que debe dar fe, firmar, poner su dirección, y eso se coteja. Todas esas boletas se cotejan de dos, tres formas, de tal manera que es imposible falsificarlas. O la idea de que, por ejemplo, en Pensilvania se sacó un furgón de boletas a favor de Biden… No hay nada de eso. Siempre hay observadores electorales de los dos partidos, presentes, custodiando, hay policías, hay funcionarios electorales que están ahí en todo momento, no se despegan. (…) Hay ciertas afirmaciones que se hacen, pero creo que vienen de personas que no entienden bien cómo funciona. Por ejemplo, acusar de que había personas fallecidas en Michigan que habían votado… Eso es imposible porque cuando una persona fallece el mismo Estado se encarga de notificarlo a todas las bases de datos, entonces nadie puede pedir una boleta electoral a nombre de esa persona.

¿Entonces hay ciudadanos estadounidenses que ignoran cómo funciona su propio sistema electoral?

Infelizmente, creo que hay algo de eso. Hay personas que lo siguen con más detalle y otras que no tanto. Pero no es tanto que no sepan sino que se ha dejado influenciar por una campaña bien organizada y bien compleja de desinformación. Hay grupos que propagan teorías conspirativas y eso no es nuevo en la política ni es nuevo en occidente. Lo que es nuevo es que ahora eso se propaga a la velocidad de la luz, con el internet. Esta ha sido la elección de la desinformación, porque hay grupos que viven en una realidad alterna, que creen otra cosa, pero con una fe dogmática, casi religiosa. Y es difícil convencerlos de que no es así.

Algunos están seguros de que se puede revertir el resultado de las elecciones.

Así es, así es. Él (Donald Trump) es presidente y a la vez candidato, pero parece que le da más prioridad a su condición de candidato que a su condición de presidente, porque un presidente no puede deslegitimar el sistema democrático que él mismo preside.

Puede Interesarle: ¿Donald Trump o Joe Biden? Quién le conviene más a Daniel Ortega

Es primera vez que veo que el propio presidente hace una acusación de fraude electoral.

Y no solamente eso, sino que la hizo antes de las elecciones. Él venía preparando este terreno, avisando que se iba a cometer fraude por correo, que la única forma en que podía perder las elecciones es si se cometía ese fraude. ¿Cómo puede una persona, un jefe de Estado, deslegitimar por adelantado unos resultados electorales de unas elecciones que no se han dado? Y lo venía haciendo no solo en su retórica de campaña, sino también su partido. A pesar de la pandemia ellos insistían en que el voto tenía que ser en persona porque estaban seguros de que el voto por correo iba a ser fraudulento. Y no es que el voto por correo sea fraudulento, lo que pasó es que el partido demócrata instó a sus votantes a votar por correo para que no hubiera aglomeraciones en los cantones electorales el día de las elecciones. Primero porque se temía que eso fuera una fuente de contagio y segundo porque se temía que ciertos grupos pudieran estar intimidando, molestando e incluso que fueran violentos para hacer sabotaje de las elecciones. Cuando se descubre, por ejemplo, que en las boletas por correo el ochenta por ciento va a favor de Biden no es que alguien las puso ahí para robarse las elecciones, sino que simplemente la mayoría de ellos son demócratas. La contraparte de eso es que la mayoría de las boletas en persona son republicanas. Y eso está comprobado en estado tras estado. Cuesta entender que el presidente deslegitime por adelantado unos resultados electorales, porque implica que él asume que en sus cuatro años de mandato, si supuestamente estaba informado y consciente de esas irregularidades o vulnerabilidades, no hizo nada para arreglarlo, de forma que cuando se dieran las próximas elecciones no hubiese duda alguna de la solidez del sistema electoral. Hay algo ahí que no encaja, pero hay grupos que lo creen, y son ciudadanos que votan.

¿Pero es posible revertir el resultado?

No, no, no. Para nada. No hay ninguna prueba, ningún indicio de que las instituciones hayan fallado, al contrario, tomaron precauciones extras. Todas las causas judiciales que ha presentado el partido republicano hasta hoy han sido desestimadas. Todas. No han ganado ni una sola. Y nunca los recuentos han revertido una elección. Nunca.

¿Tendrá alguna incidencia en este conflicto el hecho de que los republicanos son mayoría en la Corte Suprema de Justicia? Seis conservadores contra tres demócratas.

Aunque hay mayoría conservadora, a final de cuentas los magistrados están conscientes de su deber y aunque hayan sido nombrados por el actual presidente, que ha nombrado tres, estas personas son élites intelectuales dentro de las élites. Son personas sumamente capaces, brillantes y muy conscientes de su responsabilidad institucional, ante el país y ante la historia. Ellos no se van a prestar a un juego de esa índole por mucha deuda personal que crean que tengan con quien los ha nombrado. Su juramento los obliga a ser totalmente independientes y tengo confianza absoluta en que ellos sabrán cual es su papel y que actuarán en consecuencia. La idea de que van a estar de “compadre hablado” con el presidente es imposible. Aunque ellos están nombrados vitaliciamente siempre están sujetos al escrutinio de los otros poderes del estado.

¿Esas acusaciones de fraude, que provienen del propio presidente, van a afectar la imagen de Estados unidos como país democrático?

El daño se viene dando desde hace tiempo. A nivel global se cuestionan muchas cosas, el papel de Estados Unidos en el mundo, esa hegemonía que tiene, los ataques al libre comercio… Obviamente que eso afecta, pero proyectar la imagen de ser un país que no tiene confianza en sus instituciones y que eso provenga del gobierno mismo, da que pensar. Pero obviamente puede revertirse y es lo que se espera del gobierno de Biden. Que devuelva esa confianza interna de los ciudadanos en sus instituciones.

Plano personal

  • Harold Rocha ha colaborado con el Partido Demócrata desde 1988, exceptuando la campaña presidencial de 2004, porque para entonces estaba radicado en Madrid, asegura.
  • Su colaboración ha consistido, sobre todo, en asesorías, manteniendo contacto con “personas que coordinan la interacción con la comunidad latina y temas de comercio y política exterior”.
  • Este año participó en la organización de la Convención Demócrata, cuando su ciudad,  Milwaukee, en el estado de Wisconsin, fue seleccionada para ese fin. La actividad pasó a ser mayormente digital, debido a la pandemia de Covid-19, y Rocha empezó a colaborar en “temas de la plataforma de campaña, referentes a la administración de justicia, problemas de vivienda y de salud, por ejemplo”. En las últimas semanas colaboró más en la coordinación del voto latino, afirma.
  • Rocha es abogado y docente universitario de derecho internacional y derecho mercantil. Nació en Managua y fue formado por los jesuitas del Colegio Centro América. Es doctor en Derecho y máster en Leyes por la Universidad de Wisconsin-Madison.
  • Ha sido docente en facultades de Derecho de universidades en España y Chile, con cursos en derecho europeo y derecho mercantil estadounidense.
  • Fue juez adjunto en el condado de Milwaukee, donde también forma parte la comisión
    que asesora al gobierno en la gestión de servicios sociales y de salud.
  • Trabaja activamente dentro de la diáspora nicaragüense en función de que Nicaragua pueda llegar a ser un país democrático. Ha impartido conferencias en Norte, Centro y Sudamérica, Puerto Rico, España, Bélgica, Alemania, Japón y Corea del Sur. En la actualidad se dedica la asesoría jurídica gubernamental y al arbitraje, y divide su tiempo entre España y los Estados Unidos.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí