Ramiro Toruño, mánager del Bóer, no sabe qué pasará en el siguiente instante. Siempre se ha caracterizado por su amabilidad hacia el periodismo. Sin embargo, para la realización de esta nota sobre la crisis del Bóer no quiso hacer comentarios directamente, porque indirectamente graficó la realidad de la Tribu. “No te puedo decir nada porque no sé si voy a seguir después de la reunión que habrá”, indicó el estratega que llevó a la coronación de su primer título a los Gigantes de Rivas.
El Bóer es un desierto. No tiene fanáticos que lo arropen en los partidos. En los últimos años la directiva se ha encargado de dinamitar el presente y futuro de la franquicia. Por los pasillos se habla de problemas de poderes, distanciamientos entre la cabeza del conjunto profesional y encargados políticos, guerra en un inicio con los administradores del nuevo Estadio Nacional Dennis Martínez por la publicidad, lo que ha traído consigo pocos ingresos. Asimismo, muchos jugadores han dejado en evidencia que es el equipo que brinda los salarios más bajos de la Liga Profesional. Siendo el más reciente el caso de Fidencio Flores, quien exigía más de 2,000 dólares en la temporada pasada y prefirió no jugar que ganar menos de esa cantidad.
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Este año el Bóer está rompiendo todos los récords negativos. Ya impuso un nuevo récord para la franquicia con 10 derrotas de forma consecutivas, además de empatar al Oriental de la temporada 2012-2013. Asimismo, se encuentra a una derrota, la cual puede ser esta noche en Rivas, para empatar al León de la cuarta Liga Profesional con 11 reveses sin parar. No obstante, a la Tribu no se le ve material para levantar cabeza. La directiva le entregó un equipo a Ramiro Toruño sin extranjeros de gran nivel que potenciaran el empuje de la base de nacionales que ya poseían. Todo parece que la idea de los Indios era la misma de las últimas temporadas: sobrevivir a la primera eliminación y cambiar de traje con los refuerzos. Solo que esta vez el desplome surgió desde el arranque.
“No sabemos qué ocurre”
Javier Robles es uno de los pocos jugadores que rinden en la capital. Posee un promedio de .333 con 11 imparables en 33 turnos, anotando siete carreras y empujando seis. “No sabemos qué ocurre. En un deporte como el beisbol las rachas son comunes, todos nos entregamos al cien por ciento y hemos tenido mala suerte. Siempre hay una piedra en el camino, un error, un mal correr de bases, un picheo que se quedó en el centro. Son cosas que pasan. Obviamente antes de cada juego vamos con la mente positiva y tenemos el chance de ganar, pero cuando termina el juego y ocurre lo contrario es desalentador, sabemos que llegamos al terreno de juego y corremos con la mala suerte. Hasta ahora no estamos definitivamente eliminados, nosotros salimos al terreno tratando de hacer bien las cosas”, señala un Robles optimista.
El jardinero derecho del Bóer no ve como responsable a nadie y sobre los estrategas indicó: “Ellos hacen las reuniones con nosotros antes de empezar a entrenar y nos dicen todo lo que se necesita para levantarnos el ánimo y nos corrigen cosas. Y hasta ahora se han comportado profesionalmente, no hemos recibido una crítica mala de ellos, siempre nos dan esperanza y nos dan confianza a pesar de los errores”, señaló Robles, quien tiene sensaciones agridulces porque por un lado se emociona por su buen arranque en una liga considerada por él como una de las más fuertes de los últimos años, pero por otro lado le preocupa la caída al sótano del equipo.
Los números
En los números colectivos, los Indios del Bóer comparten el abismo con León en bateo (.277), son últimos en carreras anotadas (43), también en empujadas (38). En la parte del picheo es el conjunto con más carreras permitidas (82), con más bases por bolas brindadas (56) y al que mejor le batean los rivales (.317).
Por otro lado, en el plano individual, sus cuatro lanzadores extranjeros han sido fácilmente descifrables, con excepción de las primeras aperturas de Isaac Silva, quien sumó la única victoria de la Tribu. Silva lanza para 4.50 de efectividad, Elniery García 3.21, Ali Pargas 5.14 y Leonardo Rodríguez 9.00. Entretanto, Ramón Marcelino y Stanley Javier se siguen sosteniendo por encima de los .300 de bateo, a pesar del hundimiento del equipo.