Omar Cisneros estaba en Chontales en el desarrollo de prospectos para esa ciudad cuando de repente su celular empezó a sonar: era el presidente de los Indios del Bóer, Bayardo Arce, ofreciéndole las riendas del equipo. La cúpula de la Tribu no soportó más verse en el sótano, perdiendo 11 partidos de forma consecutiva, lo cual es un récord negativo. Y más allá de invertir en extranjeros de mayor envergadura, se decidió cortarle la cabeza a Ramiro Toruño, un estratega totalmente diferente a Cisneros. La tropa capitalina acaba de pasar de la calma que irradiaba Toruño a la intensidad de Cisneros, de la pausa al movimiento constante, del sol a la lluvia. Omar no está quieto si las cosas no le salen como las visualiza. “Vamos a cambiar toda la alineación”, dice el timonel de 59 años y que dirigirá por primera vez en la Liga Profesional a la capital.
Le pregunto si no es un peso enorme tomar un equipo que solo gana un juego y pierde 12 desafíos. Responde de inmediato como si estuviera preparado para cualquier interrogante. “Cuando las personas somos de beisbol no hay miedo ni carga. Tengo una idea de lo que quiero hacer y tengo la seguridad que vamos a clasificar”, sentencia con una certeza contagiosa y parece que eso es lo que pretende transmitir a los peloteros.
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A Cisneros le gustan los reflectores, que se hable de él, pero sobretodo, hincha su pecho de orgullo cuando hace un buen trabajo y, parece que revivir al Bóer podría ser la gesta que buscaba. “Siento que a este equipo le falta mística, ese deseo ferviente. No creo que sea un plantel débil. Tienen que partirse el alma en el campo para no solo revivir al equipo sino a su fanaticada. Yo voy a arriesgar cuando se deba si nos salen bien las cosas nos alegraremos y si no, así es el beisbol”, agrega.
Si fuera por las palabras de su nuevo timonel, el Bóer ya estuviera en la cima. Cisneros no es alguien que se mide en sus pronósticos porque es un hombre de pasión, lo mueve ese sentimiento nato de crear océanos en el desierto o una nevada por las playas de Pochomil, le gusta lo imposible. Lo disfruta, se sumerge entre esas aguas y trata de no ahogarse hasta encontrar su tesoro, el cual esta vez parece demasiado sumergido. “Yo no veo mejor equipo que el mío. Aunque los otros se hayan armado mejor y nadie crea en nosotros, verás que en 15 días todo será diferente, callaremos bocas. Este Bóer está para luchar aún más el campeonato”, explica.
Hace 10 años fue la última vez que dirigió a los Indios del Bóer, pero en el Pomares, sin embargo en la Liga Profesional acaba de igualar al legendario Noel Áreas en dirigir a cuatro equipos: San Fernando, Chinandega, León y Orientales. Tuvo un primer acercamiento con Ajax Delgado para el Pomares en esta temporada, pero las pláticas se desvanecieron, sin embargo, tampoco fructificaron para el inicio de la Liga Profesional hasta ahora que lo toma en estado de crisis. “Estoy asustado porque nunca esperé estar dirigiendo al Bóer. Me siento cómodo porque los coaches fueron mis peloteros. Para mí el beisbol es como bailar o comer, hago locuras, pero sobre todo les transmito confianza a mis jugadores. El que nos menosprecie se fregó”, concluyó Cisneros, quien tiene solo un último deseo para retirarse del beisbol: “dirigir a la Selección Nacional por última vez”.