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Las hermanas Consuelo y Teresa Alonso, ambas soprano. Sus voces suenan en el disco “Purísimas de mi tierra”. LA PRENSA/ Archivo/ Oscar Navarrete

Siete décadas de música: las guardianas de los cantos tradicionales de la Virgen María

Las hermanas Alonso y las hermanas Mendoza han mantenido vivos los cantos originales de la Purísima. Ya son ancianas de 80 y 90 años pero todavía se esfuerzan para que no se pierdan las viejas canciones de la Virgen María

Los cantos para la Virgen María suenan distintos en la voz de las Mendoza y las Alonso. Cuando ellas cantan lo que se oye son las canciones tradicionales en su estado puro, con giros, notas y diálogos que ya no se escuchan en la Gritería. Llevan más de seis décadas conservando el conocimiento que obtuvieron cuando eran unas niñas, en aquel León donde todavía se celebraban las “Purísimas de patio”.

En aquellos años se entonaban peticiones que hoy van quedando en el olvido porque las jóvenes que tienen la voz necesaria para cantarlas no quieren hacerlo, lamenta Consuelo Alonso, de 88 años. Ella y su hermana Teresa Alonso, de 90 años, son sopranos y hacen la primera voz en los cantos marianos. Sus voces están grabadas en el disco “Purísimas de mi tierra” y es muy probable que usted ya las haya escuchado.

Comenzaron a cantar en la Catedral de León cuando todavía eran niñas, como hijas de María, recuerda Consuelo, que inició a los 13 años. Y todavía, aunque ya los años pesan, siguen cantando en Purísimas porque no quieren permitir que “se pierdan” las canciones tradicionales de la Concepción de María.

A veces se reúnen con las hermanas Lucrecia y María Teresa Mendoza, que hacen la segunda voz, agregando matices y respondiendo en los diálogos. De esa manera vuelven a sonar con toda la ceremonia debida. Pero eso no sucede en cualquier Purísima. Ellas van solo cuando las invitan y cuando tienen a disposición el transporte, pues los años se les han metido en los huesos y no pueden andar por trechos largos ni estar mucho tiempo de pie.

“Nosotras cantamos con las Mendoza”, dice doña Consuelo. “A veces la Lucrecia me lleva, a veces la llevo yo”.

Las hermanas Lucrecia (de rojo) y María Teresa Mendoza cantándole a la Virgen María. LA PRENSA/ Cortesía de Rodolfo Mendoza

Las Mendoza

Lucrecia Mendoza acaba de cumplir 78 años y su hermana María Teresa, 83. Ya sus voces no son las mismas de antes, se disculpan. Pero siguen cantando en novenas, misas y Purísimas más que todo “por amor a la Virgen”. Suelen presentarse, por ejemplo, en la iglesia San Pedro, porque les queda a menos de una cuadra de sus casas. Sus voces también están grabadas y se encuentran en un disco que no tiene nombre. Las grabaciones se conocen como “Voces de las cantoras del Sindicato de Músicos de León”.

“Cuando nosotras empezamos solo se cantaba en Sutiaba, comenzamos de 10 años, 13 años…”, relata doña Lucrecia. “Comenzamos desde esa edad y el profesor era don Orlando Silva, que en paz descanse. Él nos ensayaba. Después nos fuimos separando porque las otras chavalas que eran de Sutiaba se casaron, pero nosotras seguimos porque ya éramos bastante conocidas”.

Tuvieron a los mejores maestros y solían ensayar durante muchas horas, aseguran. Además, cuando fueron parte del Sindicato de Músicos de León viajaron a muchos departamentos del país para cantar en quinceaños, bodas, funerales y Purísimas. Chinandega, Matagalpa, Carazo… Dónde no anduvieron. “Fueron años muy alegres”, recuerda la menor de las Mendoza.

Les preocupa que la tradición se olvide. En los patios ya no se hacen enramadas de madroño para ubicar el altar de la Virgen y en la “gorra” el plástico ha ido reemplazando a los productos naturales de toda la vida: la caña, los limones dulces y los bollos de coco y de ajonjolí. Pero sería una pena mayor que se perdieran los cantos tradicionales, sobre todo los llamados peticiones.

“Las peticiones que nosotras sabemos nadie las sabe. Pero las jóvenes que tienen la voz, no quieren aprenderlas. Y en Managua solo cantan Salve, Azucena Divina”, lamenta doña Consuelo. Y comienza a cantar con una voz clarísima: “Salve, azucena divina, gloria, gloria del alma inmortal…”.

Hablando por teléfono con ellas es difícil notar que ya son ancianas. Sus voces siguen jóvenes, aunque insistan en ofrecer disculpas por no poder alcanzar las notas con las que se hicieron famosas.

Doña Consuelo Alonso se ha puesto a disposición para enseñarles a las nuevas generaciones cómo deben sonar los cantos marianos. Les ha pedido a muchos jóvenes que lleguen a buscarla a su casa, porque ella ya no puede estar saliendo a la calle. Pero nada. A través de los años las guardianas de esos cantos siguen siendo las mismas.

La soprano Teresita Alonso, primera voz en los cantos de la Purísima, al igual que su hermana Consuelo. LA PRENSA/ Archivo/ Oscar Navarrete

Nacionales cantos Purísima Virgen

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