Cheslor Cuthbert nunca se vio preocupado en Nicaragua cuando regresó de la temporada en Grandes Ligas. En el fondo sabía que tres equipos estaban interesados en sus servicios, por ese motivo se dedicó a prepararse, a romper la Liga Profesional, mientras se arreglaba su futuro. Y este martes los Rojos de Cincinnati decidieron darle una oportunidad: un contrato de Ligas Menores con la invitación al Spring Training para 2021. A un lado quedaron las ofertas o al menos la intensión de interés de los Yanquis de Nueva York y los Medias Rojas de Boston. El nicaragüense se inclinó por el equipo en donde tendrá menos exigencia y más alejado del foco mediático como podrían ser los dos dinosaurios de la Liga Americana.
Será la tercera aventura de Cuthbert y el segundo contrato con estas características. El costeño debutó en 2015 en Grandes Ligas con Kansas City, pero su destino en ese equipo fue confuso, no por culpa de la organización, sino por el mismo pelotero. Primero falló en el establecimiento como jugador de gran nivel, expectativa planteada en el equipo, y cuando parecía que había entrado en ritmo y despertado el monstruo interior aparecieron las lesiones. Luego de cinco años casados con Kansas tuvo que emprender su viaje, ya no era requerido en la organización celeste, la que fue su primer amor, en donde quería pasar el resto de su vida en el beisbol.
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La siguiente parada fue tosca, sin mucha amabilidad. A Cuthbert le hablaron claro: iba a tener pocas oportunidades. A pesar de tener números impactantes en el Spring Training, solo le alcanzó para hacer el equipo y tener un turno al bate. Los Medias Blancas de Chicago no veían ni de reojo al nicaragüense, quien se estancó, fue un año perdido en números, pero tomando en cuenta la situación que vivía el mundo por culpa del maldito virus, el costeño se mantuvo en forma y entrenando todo el tiempo: en el fondo siempre dijo que no había mal que por bien no viniera en la carrera del nicaragüense.
Y ahora, mientras desforraba pelotas en Nicaragua le llegó la noticia. Cuthbert vestirá el mismo uniforme que Alex Blandino, serán amigos y rivales, entretanto el equipo busca levantar un título —tiene cinco en la historia—, tras 30 años del último. El principal reto del costeño será asentarse, demostrar que es un jugador de todos los días para hacer olvidar sus números discretos en la Gran Carpa: .250 BA/27HR/119 CI en seis años (uno de solo un turno).