Róger Gutiérrez le prometió a su mamá, antes de morir de cáncer en noviembre de 2020, que sería campeón mundial. Dos meses después sorprendió a René “el Gemelo” Alvarado y le arrebató el título mundial de las 130 libras de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) en Dallas, Texas. Luego de caer dos veces en el tercer asalto, el Gemelo logró sobrevivir a ese caótico round para remontar el combate en el undécimo asalto, sin embargo la caída de último momento en el desenlace de la pelea le costó su cetro absoluto, perdiendo una decisión unánime (113-112).
Alvarado se equivocó en el planteamiento inicial de la pelea. Empezó frío, nada intenso, demasiado relajado como si fuera un estilista, mientras su mayor fortaleza es ahogar al oponente como lo hizo su hermano en la pelea anterior. Le dio confianza a Gutiérrez y le arrebató los dos primeros asaltos y en el tercero recibió un upper cut de derecha que lo mandó a la lona, dejándolo en malas condiciones. Todo parecía irse a la basura. Tanto sacrificio en los entrenamientos se había estrellado con ese golpe, luego volvió a caer sin ser golpeado porque era un bailarín al son del impacto de Gutiérrez. Se incorporó nuevamente y terminó en pie intercambiando golpes, siendo uno de ellos una derecha que le estalló en el rostro a Gutiérrez, cortándolo en la ceja izquierda. Curiosamente cuando más mal estaba el nicaragüense fue cuando mejor se vio.
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La sangre brotaba sin pausa en el venezolano, el Gemelo aprovechaba esa ventaja. Ganaba los asaltos por poco. El combate pasó de ser una guerra a una pelea plana, sin intercambios, sin tomar muchos riesgos, lleno de amarres por parte del sudamericano y muy poco empuje del nicaragüense. No obstante, con poco era suficiente para ganar los asaltos. Y cuando todo indicaba que lograría retener su título a arañazos apareció un cruzado corto de izquierda en la mandíbula que lo envió otra vez en el último round a tocar el piso. Ahí se le escapó el título.
Cuando Gutiérrez escuchó el falló: 113-112, gritó de emoción, miró hacia arriba y le habló a su mamá. Alvarado tenía la mirada perdida, sus sueños se habían escapado.