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Iñaki Williams fue el mejor jugador del partido. LAPRENSA/AFP

Barcelona consuela al Real Madrid perdiendo la Supercopa

Existen partidos perfectos realizados por equipos imperfectos. El Athletic de Bilbao es un ejemplo de ello. Hace dos semanas cambiaron de entrenador y ahora se consagraron con la Supercopa de España al derrotar 3-2 al Barcelona

Existen partidos perfectos realizados por equipos imperfectos. El Athletic de Bilbao es un ejemplo de ello. Hace dos semanas cambiaron de entrenador y ahora se consagraron con la Supercopa de España al derrotar 3-2 al Barcelona.  Esta crónica podría empezar a desmembrar a la tropa de Ronald Koeman, pero sería injusto. Los vascos los anularon, provocaron que las principales figuras se convirtieran en jugadores  intermitentes.  Durante los 90 minutos, antes que el partido se rompiera por completo en la prórroga, los culés existieron solo cuando marcaron, luego sombras nada más, la presión adelantada se los estaba comiendo. Y tras sobrevivir como espartanos, Iñaki Williams, enterró al Barcelona con un gol de antología al 94’, de esos que se recordarán en la memoria del Athletic de por vida y se colgará como si fuera un cuadro en un museo. Por primera vez en el juego estaban por delante. El que ríe de último, ríe mejor.

El Barcelona pretendía tomar aire. Había sido una temporada de caminar en el lodo, bañados de insultos. Sin embargo, poco a poco el estratega holandés, Ronald Koeman, le había dado forma a un conjunto en pedazos, con grandes figuras pero en estado de depresión. Sin necesidad de impactar, de causar asombro con el juego, de dejar ese sabor de equipo dominante,  fueron precisos en sus impactos para adelantarse en dos ocasiones. Dos golpes de nocaut de Griezmann acababan con las aspiraciones de los vascos, quienes planteaban un desafío impecable, pero cuando existen figuras sobre el césped, no importa que estuvieran anulados, solo necesitan de un chispazo para matar. Como ocurrió, con Alba siendo el mensajero y Griezmann el ejecutor con dos goles. Pero aunque la batalla lucía perdida, la guerra aún no.

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Un partido que inicio más estratégico que pasional. Un Athletic de Bilbao que decidió repetir el guion de la presión alta, la misma que dejó en el camino al Real Madrid. Los de Ronald Koeman no sabían cómo romperla, tiraron la toalla abogando por la pasividad, mientras los vascos robaban la pelota como recompensa de apretar el juego. Para jugar de esa manera se necesita precisión, oxígeno, orden táctico y material humano. Y en los primeros 45 minutos los soldados de Marcelino lo consiguieron. El primer disparo del Barcelona llegó hasta el 35’ de larga distancia a través de Lionel Messi.

Los goles

Cuando menos se esperaba otra vez apareció el argentino con una jugada que se fotocopia durante cada desafío. Messi abre por la banda con Jordi Alba, el catalán esprinta y luego regresa el esférico al centro del área en donde siempre encuentra a la Pulga. El disparo de Messi murió cuando impactó a los defensores, pero Griezmann sacó la lotería, el gordo le quedó en sus pies y soltó un trueno que venció a Unai Simón. ¿El 1-0 era injusto? Para anda, no era otra cosa más que el impacto de la individualidad catalana. No obstante, la respuesta fue instantánea. Un espectacular pase de Iñaki Williams encontró a Óscar de Marcos por la derecha, superando a Alba, apareciendo en posición reglamentaria como una gacela, decepcionando como un malabarista y definiendo como un torero. En 42 minutos el partido volvía al punto de inflexión. Un equipo presionando y otro siendo pasivo, a la espera de la erupción de sus figuras.

A pesar que se rompió por momentos el juego en la segunda parte, las ocasiones no fueron por docena. Lo intentó Williams pero su disparo terminó desviado. Luego en un acto inesperado, Dembelé cambió a la izquierda, inició la embestida, asistió a Alba y el catalán centró para que Griezmann metiera la pierna y hundiera a los vascos al 76’. Parecía que todo había acabado, el Barcelona se veía con más aire, pero pudo más el espíritu del Athletic. Marcelino ingresó a Villalibre y cuando faltaba un minuto para el final clavó el empate tras un tiro libre de Iker Muniain. Consiguieron salir del ataúd para forzar la prórroga.

Y luego Williams frotó la lámpara y se convirtió en el héroe, mientras Messi en el villano con tarjeta roja.

Deportes Barcelona Lionel Messi

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