Los Gigantes de Rivas fueron el equipo que todos esperaron en el último partido: un picheo mortífero, un bateo destructivo y una defensa solvente. Su mánager, Joel Fuentes, pasó junto a todo el conjunto en el ojo de la polémica porque tenían los ingredientes para ser los mejores, sin embargo, no actuaban como tal. Era un equipo lanzado a la suerte, alejado de los perímetros de los acontecimientos, mientras en la primera etapa el Tren del Norte se hacía notar y los Tigres de Chinandega se robaban el show en la segunda ronda. No obstante, los Gigantes estaban ahí, callados, rascando en el suelo, arrastrándose como un réptil, sobreviviendo en sigilo.
Fuentes era el chef incapaz de darle sabor al caldo, pero decía “calma, yo confío en mi equipo, yo tengo fe que vamos a despertar y a ganar”. Rivas había perdido dos finales contra los Tigres y solo de pensar en otra derrota causaba gastritis en la fanaticada. Contra viento y marea avanzaron a la final, luego de una primera etapa endeble, y la salida de cuidados intensivos en el Round Robin. Posteriormente aparecieron los chispazos, defendieron la casa, Fuentes erró como un novato que le costó el cuarto desafío y aún con eso no cambió su semblante, siempre dio la cara, afrontó las críticas tantos constructivas como viscerales. Tragó saliva y siguió adelante, logrando tumbar a los Tigres de visita y dar la estocada final con Johan Flande en Rivas.
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“En enero hablamos”, solía decir Fuentes como una manera que no se le juzgara prematuramente. Ahora le devolvió la gloria al sur, cumplió con los pronósticos iniciales, apagando el fuego de Vicente Padilla, sin duda el mánager revelación del beisbol en Nicaragua. Apenas es el tercer título de los sureños que tendrán que agregar a Fuentes como uno más de la lista de campeones: primero Ramiro Toruño, segundo Germán Meza y tercero el boricua Joel.
Benard enorgullece su apellido
Marvin Benard desde Estados Unidos no dejaba de aplaudirle a su hijo. “Ese es mi muchacho”, decía. A pesar que fue un duro año para Isaac porque no había podido jugar beisbol más allá del Premundial en febrero con Nicaragua, le tocó aterrizar al país cuando Rivas más lo necesitaba. Fue atacado porque no carburaba, le faltaba constancia, pero era evidente que encontraba poco a poco su ritmo mientras tenía más turnos. El Round Robin fue su Spring Training y la final su Serie Mundial. Benard bateó .481, conectó un cuadrangular y empujó 11 carreras. Nadie conectó más imparables que él, nadie promedió más que él y tampoco nadie empujó más que él. Se convirtió en el tesoro perdido que encontró su mapa cuando se le necesitó.
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Flande resucita
Johan Flande superó todas las expectativas en la primera vuelta ¿De dónde salió ese zurdo capaz de sortear el bateo rival mejor que cualquier torero? Sin embargo, su cuerda parecía acabada, pero los Gigantes le dieron otra oportunidad para enderezarse. Lanzó dos joyas en la final, ganando dos juegos con una efectividad de 1.83. Flande se quitó el lodo del pasado y ahora re recubre de gloria.