Tan solo faltaban tres minutos para completar la proeza del Granada. Tres minuto más resistiendo fue la diferencia para despertar a la bestia y terminar cayendo 3-5. Y si retrocedemos aún más la máquina del tiempo, todavía al 87’ el Granada ganaba 2-0, saboreaba la miel en los labios, palpaba el triunfo en el bolsillo. Primero apareció Griezmann rescatando un mal pase de Messi. Se durmió la defensa local y el arquero, Aarón, quien se había convertido en la figura del desafío, también pensó que la pelota salía por la línea de fondo. El francés recibió un premio al esfuerzo y, su toque desesperado, batió a un sorprendido guardameta. Ahí empezó todo, porque el Barcelona había probado todo: 19 disparos, dos travesaños y un poste sin recompensa. Cuatro minutos más tarde (91’) un centro de Griezmann encontró la cabeza de Jordi Alba para empatar el duelo y cambiar la historia. Lo que no pudieron hacer en todo el juego, lo hicieron en el desenlace.
A partir de eso solo tocaba ver la muerte del Granada, ya debilitado, sin sus mejores hombres en la ofensiva y dedicados solo a tirar balones lejos de su portería. La influencia del francés se volvía a notar en la prórroga al marcar tras recibir el centro de Alba. Seis goles y cinco asistencias suma Griezmann en este 2021. El gol de penalti de Fede Vico alargó la agonía del equipo andaluz, regresándole una esperanza cada vez más opaca porque no tenían juego, se habían caído como piezas de legos.
La segunda parte de la prórroga fue el epílogo del equipo pequeño recibiendo flechazos con impotencia de no poder responder. De Jong remató un disparo de Messi al 107’ y Alba finiquitó un pase de Griezmann al 112’ para darle de volea. Y así avanzar con contundencia a la semifinal de la Copa de Rey, evitando el desastre que hubiese sido la eliminación.
Así inició
Solo basta un error para cargar con toda la culpa. En las grandes ligas del futbol cualquier equipo muerde como una piraña, no importa cuán pequeño sea. En Granada, durante el primer tiempo, el Barcelona puso las ocasiones y el equipo local el gol. Sin tanto “tiki taka”, con casi nula posesión de la pelota y, lo que era peor, sin capacidad para sostenerla en más de dos toques, aprovechó un parpadeo para irse al descanso encima en el marcador. Umtiti regresaba a la titularidad, buscaba confianza para convertirse en el defensor garantía que algún día fue, pero terminó en el paredón de las críticas por su error al minuto 32, tras errar en el despeje. Soro tomó el esférico en el área pequeña y centró a Kennedy para batir a Ter Stegen. Un resbalón en una cáscara de banano.
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Había mucha tranquilidad en el arranque porque el Barcelona era el dueño del encuentro. La apuesta era en cuál minuto caería el gol catalán. Messi como director de orquesta hizo de Xavi, pasando a Griezmann, colocándole dos balones a Araujo quien falló en la ejecución de cabeza. Al 22’ Messi se cansó de intentar ser el puente del gol y quiso clavarlo. Se fue por la izquierda del borde del área, buscó cómo acomodar su izquierda y soltó el disparo, desviado por el arquero, más tarde Leo trató de batir las redes con un tiro libre y nuevamente Aarón le negó el gol.
En el arranque de la segunda parte (46’) Soldado parecía haber ejecutado al Barcelona. Griezmann perdió la pelota, Montoro la tomó y envió un pase adelantado por arriba a Soldado, quien a sus 35 años le ganó la espalda a Umtiti, lo derrotó en la carrera y cuando estuvo frente a frente ante Ter Stegen definió con la frialdad que le dio la experiencia.
Luego vino la debacle del Granada…