En el beisbol hay proezas y momentos destacados que son difíciles de repetir, más si es logrado por un pelotero que no está acostumbrado a destacar en cierto departamento. El leonés Norlando Valle pasó a formar parte de la lista de hazañas inesperadas en el beisbol pinolero. El pasado domingo hizo trizas el picheo del débil Río San Juan, en el primer desafío de la doble jornada dominical, el artillero disparó tres vuelacercas solitarios en el cotejo. Valle remolcó y anotó tres carreras, bateó de 4-3 para guiar al León a la victoria 6-1.
Norlando se convirtió en el quinto toletero en conectar tres jonrones en un mismo juego con bate de madera. Se unió al grupo de Sandor Guido (Bóer 2006), Stanley Loáisiga (Matagalpa 2008), Dwight Britton (Costa Caribe 2014) y Justo Rivas (Masaya 2015). Dicha cifra por muy espectacular que luce se queda corta con la monstruosidad conseguida en 1978 por el nacido en Matagalpa (establecido en Chinandega) Rafael Valle, que disparó cinco misiles en un solo partido ante Estelí con aluminio.
Lea además: ¿Cuáles han sido las cinco mejores peleas del Chocolatito González?
De los cinco miembros del grupo, Valle y Guido sorprenden porque no son peloteros de gran poder. Pero han tenido un día donde la fuerza los acompañó y por eso están en el club. Britton y Rivas superan los cien vuelacercas y son dos de los peloteros activos con mayor poder en nuestro beisbol. Stanley se quedó a dos de llegar al centenar. La máxima cifra de jonrones de Norlando en una temporada en su carrera es de 11, lo consiguió en 2019 en 257 turnos al bate (63 partidos).
Desde que debutó en 2013 con León, solo dos veces ha disparado tres o más cuadrangulares en una temporada. En 2016 pegó tres cuadrangulares en 381 visitas al plato (en 108 encuentros), y los 11 conectados en 2019. En total lleva 27 batazos de vuelta entera en su carrera (incluyendo los tres del domingo).
Difícil superar a Rafael Valle
Rafael Valle tiene prácticamente asegurado que nadie podrá derribar su récord de cinco tablazos en un mismo partido. Su físico no generaba temor a los lanzadores de la época, su delgada figura lo hacía parecer un out fácil de conseguir. No fue un bateador deslumbrante, ni logró cifras estratosféricas en nuestra modesta pelota criolla. Pero es y será recordado por siempre como el dueño de una de las marcas más difíciles de tumbar.
Te puede interesar: La historia de Santos Jarquín, el joven que lanza dos juegos sin hit ni carrera en 10 meses
Era un 2 de mayo de 1978 cuando Estelí recibió a Chinandega. Ese día Rafael Valle como noveno bate, llegó con dinamita en sus brazos. El artillero le conectó dos jonrones a Róger López, uno a Marcos Salas y dos a Uriel Umaña. Anotó seis carreras, bateó de 5-5 e impulsó ocho anotaciones. Al final de esa campaña, Valle alcanzó 15 vuelacercas, la máxima cifra de su carrera. En diez años en la pelota nacional solo tres veces disparó cinco o más batazos de cuatro esquinas.