Amigos fuera del ring, rivales dentro de esa jaula que los convierte en fieras tratándose de devorar. En la última conferencia de prensa Román González y Juan Francisco Estrada se miraron fijamente, fallaron en tratar de verse serios porque inmediatamente empezaron a sonreír, luego se dieron la mano y culminaron con un abrazo. Más allá que el futuro de sus carreras esté en juego, se convierten en el ejemplo vivo del noble arte del boxeo. “Espero que al terminar la pelea ambos estemos bien de salud”, dijo Chocolatito, augurando la guerra, pero a la misma vez preocupado por lo que pudiera suceder la noche de este sábado en el American Airlines Center de Dallas, Texas.
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La historia de amistad entre González y Estrada surgió a partir de la guerra de 2012, cuando se enfrascaron en 12 cruentos asaltos: uno tratando de sobrevivir con su reinado y el otro buscando saltar del anonimato. Ambos consiguieron el objetivo. Chocolatito defendió con éxito su corona de las 108 libras de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y el Gallo se conoció por ser el primer boxeador que presionaba tanto y hacía tambalear la corona del monarca, para luego consagrarse contra Brian Viloria en Macao, China. Ahí empezó la historia de amistad, la cual más allá de transformarse en un odio por venganza de Estrada y un empecinamiento de Román por ratificar su triunfo en 2012, pasó a ser admiración y respeto por la trayectoria de ambos pugilistas.
El tiempo se encargó de provocar la revancha en el mejor momento posible. Si este combate se hubiera hecho mucho antes, ni Chocolatito ni el Gallo hubieran ganado las bolsas más grandes de sus carreras como lo están haciendo este año, a pesar del Covid-19. En 2018 Estrada estrechó aún más el lazo de amistad con Chocolatito, cuando decidió visitarlo en Nicaragua. Estuvo en una velada de Nica Boxing, se reunieron, comieron y charlaron durante mucho tiempo. En esa ocasión Estrada dijo: “La revancha con Chocolatito sale sobrando”, y no lo hizo porque estuviera en el terruño y se sintiera comprometido, sino porque existía un oponente en común por destruir: Srisaket Sor Rungvisai, quien había noqueado a Chocolatito y derrotado por decisión a Estrada. El peleador tailandés acercó aún más a Román y Estrada.
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Por eso cuando ambos se expresan solo salen elogios hacia el otro, más allá del reto de nocaut del Gallo, pero eso es una sensación que cree poder concretar y, como dijo Alí: “no es arrogancia si puedes sostenerlo”. El Gallo pudo sembrar odio y envidia por Román, mientras se convertía en el mejor peleador del mundo, y el nicaragüense molestia porque se decía que no quería la revancha, pero en su lugar tendieron un puente entre México y Nicaragua, el cual pase lo que pase se sostendrá más allá de la cita del 13 de marzo en Dallas, Texas.