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Norchad Omier en su primer año con Arkansas. LAPRENSA/CORTESÍA

El vuelo de la Bestia: cómo Norchad Omier salió de Bluefields a ser proyectado como un próximo NBA

Cuando Norchad Omier escucha los vaticinios sobre el primer nicaragüense en la NBA tiene una respuesta madura: “No voy a llegar ahí sí solo me siento a escuchar lo que dicen, debo trabajar”

Era una sorpresa. Norchad Omier no se daba cuenta en lo absoluto. Le dijeron que debía vestirse formal, nada más. No hubo ninguna sospecha. Pilín Álvarez, su primer entrenador en la preparatoria de Miami, había organizado en un restaurante una ceremonia para retirar el número 15 y colgarlo por siempre en el gimnasio de baloncesto del colegio. El muchacho salido de Loma Fresca, Bluefields, Nicaragua, se había ganado el corazón de todos. No solo recogió los reconocimientos de All Star y Novato del Año en la conferencia en donde participó con la Universidad de Arkansas en la NCAA 1, sino que su talento combinado con una extraordinaria personalidad, callada pero presente, sutil pero impactante, dejaron su primera huella al conquistar la primera ciudad en donde pisó y se convirtió en el primer jugador de la historia de esa preparatoria en la cual retiran un número.

Norchad Omier junto a Pilín Álvarez. LA PRENSA/GERMAN GARCÍA

Norchad estaba apenado, un hombre de pocas palabras que escuchaba el desborde de elogios hacia su persona. “Me tomó 20 minutos verlo para darme cuenta la grandeza de este muchacho. Sin duda, hará historia y será el primer nicaragüense en la NBA”, dijo Álvarez cargado de optimismo. De todos los que pasaron al frente a decir unas palabras, no hubo nadie que no repitiera el talento desmedido y el gran ser humano que es. Una de las interrogantes que me hacía era si todo lo escuchado podría ser realidad, pero lo decía Álvarez, el tipo que le enseñó a jugar a JJ Barea, OJ Mayo y Ángel Rodríguez, todos jugadores de la NBA, pero aún fue más llamativo cuando Álvarez agregó: “nunca había tenido a alguien como Norchad”.

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Ser el primero nunca es fácil, pero Norchad supo desde joven la importancia de no ver obstáculos, sino caminos para llegar a la meta. Saltó de las escasas condiciones de Bluefields a colgarse un oro en Panamá y luego fue sensación con el equipo de la Costa Caribe en Primera División. No tardó en subir otro escalón y tras pensar en una beca en México, pasó por Estados Unidos y fue captado inmediatamente. Decidió quedarse porque para tocar el cielo del baloncesto, lo mejor era el país de las barras y las estrellas. Sus padres le han enseñado a llegar a las alturas sin despegarse del piso; en medio de la emoción de la ceremonia, no dudó en saludar a los 33 invitados, ir silla a silla y extenderles la mano. “Soy solo un muchacho que busca un sueño, voy etapa por etapa”, señala.

Omier bien podría convertirse en alguien tan importante como lo fue Alexis Argüello para el boxeo o Dennis Martínez para el beisbol; sin embargo, el camino no es nada fácil. Le pregunté sobre la presión y no piensa mucho en ella, porque si piensa demasiado puede perder el enfoque. Cuando escucha los vaticinios sobre el primer nicaragüense en la NBA, tiene una respuesta madura: “No voy a llegar ahí si solo me siento a escuchar lo que dicen, debo trabajar”. Al entrevistarlo quedé con esa sensación de conversar con un joven educado, en proceso de madurez acelerada, que suda cuando brinda entrevistas, pero que brilla sobre el tabloncillo. Poco a poco se fue relajando para hablar, sonrió y disfrutó el momento.

¿Cómo se siente ser homenajeado?

Se siente muy bien. Me siento alegre y no sé cómo explicar este momento, no me lo esperaba. Es una enorme responsabilidad y significa mucho para mí el ser primero, es un gran reconocimiento.

No te pasa por tu mente el preguntarte ¿qué hice para merecer esto?

Sí, pero no hay nadie como Pilín o los otros coaches que conocen de la materia para hacer estas cosas.

En tu primer año en la NCAA 1 y sos novato del año de tu conferencia y All Star. ¿Cómo se logra eso?

Sinceramente, es gracias a Dios. Nada de esto hubiera sido posible sin mis compañeros, porque ellos fueron los que me pasaron el balón, los que me dieron asistencia y sin ellos no hubiese sido posible. Es un reconocimiento importante, se siente bien, pero tampoco me enfoco solo en eso, debo seguir aprendiendo, ir hacia adelante para alcanzar mi meta.

¿Pesa bastante que te vaticinen como un futuro NBA?

No me enfoco en eso, porque cuando comienzo a pensar en ello viene una lluvia de ideas, por eso solo me dedico a trabajar cada día y que sea lo que Dios quiera. Sí me motiva primeramente cuando mis coaches dicen cosas así, pero también me da la responsabilidad de trabajar más duro. No voy a llegar ahí si solo me siento y me pongo a escuchar lo que dicen de mí, sino debo trabajar en rumbo hacia mi meta.

Todos los que hablaron en la ceremonia, dijeron que sos tan grande como ser humano como en la cancha. ¿A qué se debe eso?

Todo esto se lo debo a la enseñanza de mis padres, porque desde que tengo memoria me inculcaron los buenos valores y ser el mismo donde sea que vaya, porque un día estás arriba y el siguiente no se sabe.

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El deportista nicaragüense muchas veces se queda en lo local. ¿En qué momento te das cuenta de que podés saltar escalones?

Primeramente jugué beisbol toda la vida y todos me decían que llegaría lejos jugando eso, pero al final decidí jugar baloncesto. Un día mi papá me dijo: “hijo, en cualquier deporte que tú vayas vas a ser grande y si quieres jugar baloncesto, tú puedes ser el primero en llegar. Yo te conozco, tú eres mi hijo y ve por lo que tú quieres: beisbol o baloncesto”.

Ahora sos muy conocido en el país y acá, en Miami, la gente que te rodea te admira demasiado. ¿Cómo no perder el piso?

Aplicando los mismos valores que me enseñaron mis padres. Yo no soy mejor que nadie y siempre debo ser el mismo, como dije antes: un día arriba y el otro abajo.

¿Algún jugador favorito?

Mi jugador favorito es Giannis Antetokounmpo, pero solo su físico es superior al mío y no sé si eso me va a permitir ser como él. Me parezco más a Bam Adebayo y estoy tratando de ser como él o mejor.

Cuando ves los partidos de la NBA, ¿qué tan cerca te sentís?

Como dije, no me voy adelante de lo que está pasando: quiero llegar y debo trabajar.

Se habla de tus fortalezas con rebotes, pero ¿qué áreas debés seguir trabajando?

Debo trabajar en muchos aspectos para manejar el balón, en los tiros de afuera, pero en el futuro espero conseguir mejorar.

¿Te ha costado adaptarte?

No. Eso ha sido por la constante comunicación con mi familia, aquí tenía a mis tíos y tías, y siempre seguir comunicándome con mi familia en Nicaragua me ayudó a sobrepasar esa dura etapa inicial.

Siempre que te presentan dicen primero Bluefields, luego la Costa Caribe y al final Nicaragua…

Exactamente, estoy orgulloso de mis raíces, Bluefields. Cuando escucho eso me emociona, me siento alegre, muy feliz.

¿De dónde sale tu apodo de la Bestia?

No sé de dónde sale, puede ser por cómo juego en la cancha.

Por lo que me cuentan, sos un buen alumno. ¿Qué sería Norchad si no fuera jugador de baloncesto?

Estoy planeando estudiar administración. En mi casa siempre me lo inculcaron, que si  no tenías buenas notas no podías jugar deporte. Así que debía ser buen alumno.

¿Alguna materia favorita?

No tengo materia favorita, pero sí tengo una que no es favorita: Matemática.

Deportes Norchad Omier

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