Una hora antes del inicio partido y cada cuarto de hora, el anunciador del Estadio Nacional de Futbol solicitó reiteradas ocasiones a los presentes el uso de mascarilla y sentarse una silla de por medio para mantener el distanciamiento social. La norma era obligatoria para todos y advirtió con retirarlos del escenario si no cumplían las medidas. Los edecanes situados en las gradas se aseguraron regularmente que las personas acataran las indicaciones, aunque la mayoría la utilizó todo el tiempo pero manteniéndose en pequeños grupos de dos hasta cuatro personas sentadas juntas.
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Nadie fue retirado o advertido de hacerlo durante el transcurso del juego de este jueves por la noche entre el Real Estelí y Columbus Crew, que en el partido de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones de Concacaf contó con más de 6000 personas, una cantidad llamativa tomando el contexto y que la Concacaf autorizó la venta de 10 mil boletos para evitar la aglomeración de personas en tiempos del Covid-19.
La afición esteliana respondió inesperadamente adornando el Estadio Nacional de Futbol donde por segundo año consecutivo volvió a ser sede en un torneo internacional de clubes al no contar con la aprobación del Estadio Independencia. Los fanáticos norteños, encabezados por algunos miembros de la barra Kamikaze, aseguraron que viajaron desde el norte cuatro buses para respaldar al Tren del Norte que les quedó a deber recibiendo cuatro goles en el primer tiempo.
El equipo norteño disfrutó poco de su afición. Al minuto 19 empezó a perder por un error en defensa, una constante que se repitió en cada uno de los goles. Al final hubo más reclamos y señalamientos a ciertos a Oscar Acevedo, Jorge Betancur, Richard Rodríguez o Carlos Chavarría que elogios para un equipo que quedó en deuda con su afición.